Tatuajes que cambian gracias a una aplicación móvil, implantes que permiten mejorar nuestros reflejos y funciones cognitivas, dispositivos que nos ayudan a interactuar mejor con el entorno. Hace apenas unos años que empezamos a pensar seriamente en lo wearable, pero la tecnología ha avanzado tanto que ya estamos dándole vueltas al siguiente paso.
Dos grandes grupos, grinders y bioingenieros, están trabajando codo con codo para fundir el cuerpo humano y la tecnología. Es algo importante, porque lejos de ser solo curiosidades lo que se está cociendo hoy por hoy no solo es una revolución tecnológica, sino sobre todo una revolución cultural. Veamos que futuro nos espera.
Si lo pensamos bien, el uso de dispositivos electrónicos en el cuerpo no es nuevo. Desde 1926 se llevan haciendo pruebas con marcapasos y el primer implante cloquear se realizó en 1957. Y venía de largo, era 1866 cuando Simonoff consiguió estimular por primera vez el cerebro de pequeños mamíferos con electrodos.
Entre los años 50 y 60, el español José Rodríguez Delgado creó el Stimociver, un dispositivo capaz de monitorizar y controlar el cerebro de forma remota. La disrupción actual viene del abaratamiento de la tecnología de la que disponemos, la accesibilidad del conocimiento y la aparición de grupos muy interesantes.
Cuando los grinders...
El movimiento grinder puede verse como el lugar donde el transhumanismo se cruza con el "auto-biohacking". El biohacking (también llamado 'movimiento biopunk') quiere trasladar la filosofía hacker a la investigación y la experimentación biosanitaria. A fuerza de pericia, creatividad e trabajo colectivo, el biopunk ha desarrollado desde kits de modificación genética "de andar por casa" hasta formas de cultivar hormonas humanas fácilmente.
No obstante, la imagen arquetípica de un 'biohacker' es una estudiante de bioquímica rellenando placas de petri en el garaje de su casa. Los grinders no encajan exactamente en ese perfil. Al contrario, lo característico del movimiento grinder (y de sus comunidades) es que se practican modificaciones (a veces muy extremas) en su propio cuerpo usando hardware electrónico. La intención es, como en el caso de los implantes cocleares o los marcapasos, mejorar las capacidades humanas hasta donde sea posible.
...encontraron a los bioingenieros
Ahí es donde los grinders se tocan con la bioingeniería (o tecnobiología, como algunos la llaman para diferenciarla de otras ramas de lo biotech). Parecen enfoques muy distintos pero, en realidad, están empujando la investigación biosanitaria en la misma dirección. Como avisó Science, este año era el año de CRISPR. Y así lo está siendo. Pero el foco mediático sobre la ingeniería genética no debe hacernos olvidar que existen otras propuestas que pueden cambiar del todo la forma que tenemos de vivir y relacionarnos.
Máquinas que nos permiten sentir, prótesis que nos permiten interactuar con el ambiente de formas nuevas o exoesqueletos que nos permiten andar de nuevo. Si nos ponemos a tirar de hemeroteca, las noticias de biotecnología llevan mucho tiempo avisando que esto iba en serio. Pero ¿Qué pasa si nos centramos en los implantes electrónicos?
¿Qué se está haciendo?
Muchas cosas, casi demasiadas. Realmente esa es la parte más interesante del mercado. Los requisitos técnicos, temporales y financieros para desarrollar productos y dispositivos médicos de alto nivel son, como hemos visto en otras ocasiones, procesos demasiado complejos. Por eso, manteniéndose en los márgenes de dispositivos que no son estrictamente médicos y que, por eso mismo, pueden ser implantados por técnicos especialistas en tatuaje, micropigmentación o piercing, hay muchísima innovación tecnológica y empresarial.
Esto presenta también una limitación práctica a la hora de realizar una radiografía de un entorno tan extenso. No obstante podemos identificar algunas tendencias. Ya quedaron muy lejos aquello de implantarse LEDs bajo la piel.
Implantes neuronales
Rob Rennaker, director del departamento de biotecnología de la University of Texas-Dallas, lleva desde 2013 desarrollando un microchip que permite ayudar a reconstruir las funciones tras infartos y accidentes. El funcionamiento de estos implantes, grosso modo, es similar al de un 'amplificador de wifi' neural que estimula el sistema nervioso. "Esto cambia la neurología, cambia la rehabilitación, cambia todo", dice Rennaker. Durante este año tienen previsto iniciar un buen numero de ensayos clínicos.
¡Imanes!
La implantación de imanes empezó a ponerse en práctica durante los noventa por muchos aficionados a la modificación corporal. Pero fueron Steve Haworth y Jesse Jarrell los que se dieron cuenta de que podían tener una función más amplia que la puramente estética, podían, podían 'ampliar los sentidos'. Gracias a diminutos imanes repartidos por el cuerpo, se pueden sentir los campos electromagnéticos que hay alrededor de algunas cosas. Sin lugar a dudas, este ha sido uno de los implantes más populares del mundo grinder y el que más ha contribuido a ir más allá.
Tintas, cuantificación y experimentación
¿Qué es ir más allá? Entre las ideas que plantean nos encontramos con lo que llaman exocórtex, es decir, el uso de tecnologías para 'aumentar el cerebro'. Usan técnicas de 'lectura' como el electroencefalograma y de 'manipulación' como la estimulación magnética transcraneal. No obstante, por ahora, el lema de 'aumentar el cerebro' es poco más que puro marketing. Mucho más sentido tienen las tintas de tatuaje electrónicas que ya han sido probadas con éxito y permiten cambiar el dibujo del tatuaje desde el móvil. Aunque, en el lado negativo, presenta muchas más dudas que otros dispositivos, debido a su dificultad para ser retirada. En internet, podemos encontrar muchos vídeos que, con buenas dosis de creatividad, nos ayudan a hacernos una idea de cuales serían sus funcionalidades.
RFID y el "Internet de las cosas" a plena potencia
La implantación de RFID pese a su potencial ha tenido más problemas. Y no problemas técnicos (en 1998, Kevin Warwick se implantó uno), sino más bien políticos. Tras la aprobación de la reforma sanitaria de Obama, se inició el rumor de que la administración americana iba a instalar estos microchips a los pacientes en secreto. El rumor era falso, claro, pero generó una clima social en Estados Unidos contra este tipo de aplicaciones.
No obstante, seis años después parece que se ha olvidado. "Hemos vendido miles y el mercado está creciendo muy rápido", dice Amal Graafstra, fundador de Dangerous Things y uno de los mayores distribuidores mundiales de este tipo de implantes electrónicos. No obstante, en este caso, 'crecimiento del mercado' es sinónimo de 'todavía muy minoritario'. Muy minoritario pero clave para conseguir que todo esté conectado.
Imágenes | Dangerous Things, Proteus
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