"El virus no va a desaparecer". Así de contundente se muestra la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria cuando tiene que dibujar el futuro de la pandemia. Y no es la única. revistas tan prestigiosas como 'The Lancet' afirman que, por esto mismo, el fin de la pandemia está más cerca de lo que pensamos. Sí, no será el final que todos esperábamos y buscábamos. Será un final en el que el Sars-CoV-2 y el COVID-19 seguirán con nosotros.
Precisamente por eso, es un final para el que tenemos que empezar a prepararnos. Si queremos jugar bien nuestras cartas, no tenemos demasiado tiempo.
El escenario más probable "El escenario más probable es que el SARS-CoV-2 conviva con nosotros durante muchos años". No está claro si, como con la gripe o el virus respiratorio sincitial (VRS), seguirán existiendo olas como las actuales o su circulación se parecerá más o menos a los cuatro coronavirus catarrales que afectan a los humanos (y que se mantienen constantes durante los meses de frío sin llegar a generar un pico anual en ningún momento).
Como recuerda la SEMFYC, las interacciones de los cuatro grandes factores de los que depende ese escenario futuro (las características del propio microorganismo, la inmunidad desarrollada por la población, la estacionalidad y el comportamiento humano) son difíciles de predecir. No obstante, lo que parece claro a estas alturas es que no ocurrirá lo que ocurrió con el SARS-CoV-1. Es decir, no parece probable que desaparezca en los próximos años y eso acota los escenarios: sea como sea tenemos que prepararnos para convivir con él.
¿Cómo se aprende a convivir con un virus? Hay dos elementos fundamentales: el primero es ser proactivos en la gestión de la inmunidad al SARS-CoV-2. Nos encontramos en un momento especial en este sentido: porque, como señala la propia OMS, "en cuanto la ola actual se calme, habrá durante algunas semanas y meses una inmunidad global, ya sea gracias a la vacuna o porque la gente se habrá inmunizado por la infección, y también una bajada a causa de la estacionalidad".
En estas condiciones, "es plausible que la región [europea] se acerque al final de la pandemia", concluía Hans Kluge, director regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Europa. "Es plausible" no significa "es seguro", claro. Al fin y al cabo, el virus sigue siendo imprevisible y nada impide que otra variante (con escape inmunitario) nos devuelva a la casilla de salida. No obstante, no es probable a corto plazo y esta nueva inmunidad generalizada debería llevarnos a una nueva realidad comunicativa que permita avanzar hacia una nueva (y estable) normalidad.
El miedo tiene las partas cortas. Durante meses, como denuncian cada vez más voces, la estrategia comunicativa de muchos gobiernos occidentales ha pivotado sobre el miedo. Sin embargo, esta estrategia tiene fecha de caducidad (y pierde efectividad a marchas forzadas). Fundamentalmente, porque "como se ha visto, la dinámica de una epidemia es muy compleja y en ella influyen multitud de factores. No se pueden obviar además los determinantes sociales que contribuyen a la infección: imposibilidad de teletrabajar, necesidad de desplazarse en transporte público, hacinamiento o imposibilidad de aislarse en la vivienda, dificultad laboral para hacer aislamientos y cuarentenas, etc".
La vuelta a la nueva/vieja normalidad. Con la estrategia del miedo los gobiernos tienen la tentación de "traspasar a los ciudadanos sus responsabilidades en estos ámbitos" y, finalmente, acabar dificultando la vuelta a la normalidad. Durante estos años, denuncia la SEMYC, "ha faltado una correcta evaluación de la relación beneficio-riesgo de cada una de las medidas adoptadas y un verdadero debate social sobre su implantación".
Imagen: Christian Hartmann/Reuters
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