Esta semana Israel reabrió su economía casi por completo. Ha sido un proceso lento, progresivo y cauteloso que se ha demorado durante un mes. Y no es para menos: se trataba del tercer confinamiento total del país y la desescalada anterior había sido un completo desastre.
Recordemos que la historia de la pandemia en Israel es la historia de un país tremendamente exitoso en la contención de la primera ola que fue incapaz de reabrir su economía sin causar un repunte terrible. La prudencia estaba más que justificada. Sin embargo, el Israel de hoy tenía algo que no tenía el Israel de hace unos meses: el 46,2% de la población vacunada completamente.
La curva de la esperanza
Por eso, la pregunta era inevitable: ¿qué pasará con la desescalada? ¿Se comportaría la curva de una manera similar a la de la desescalada anterior, la que originó la segunda ola? Ahora un gráfico de Eran Segal, investigador del Weizmann Institute, nos permite comparar ambas desescaladas por el ritmo básico de reproducción (el número de casos nuevos que genera cada infectado de media) y los datos son alucinantes.
Si tomamos como referencia el día en el que comenzó la desescalada, podemos ver que los números del país eran bastante peores que tras el anterior confinamiento. De hecho, a lo largo del mes esos números fueron sistemáticamente peores que los de la última ola. Hasta que ocurrió lo que todos estábamos esperando: "una caída de la tasa semanal de en torno al 30%".
Y es interesante no solo por la espectacular caída del ritmo de reproducción que registra el gráfico de Segal, sino porque las situaciones no son perfectamente homologables. Hoy por hoy, Israel tiene una economía mucho más abierta que entonces y, además, pese al confinamiento las variantes (más contagiosas) han empezado a expandirse por el país. Y aun así las cifras caen de la forma más esperanzadora que podrían hacer.
Imagen | Eran Segal
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