Durante los últimos años las operaciones de injertos de pelo destinadas a luchar contra la alopecia han ganado mucho en popularidad. Pero podrían tener los días contados, ya que este engorroso proceso podría evitarse en el futuro con una “simple” vacuna.
SCUBE3. La promesa de una vacuna contra la calvicie sigue siendo eso, una promesa. Pero existen científicos trabajando en cumplirla y su principal apuesta está en una simple proteína llamada SCUBE3.
Del Covid a la alopecia. A menudo los avances en medicina y los nuevos pasos dados en cosmética van de la mano. Este es uno de estos casos, puesto que la tecnología propuesta para esta vacuna es la que permitió crear las vacunas contra el Covid. También es la tecnología más prometedora para lograr futuras vacunas contra el cáncer.
Las vacunas de ARN mensajero (ARNm) son compuestos que contienen información genética que permite a nuestro cuerpo sintetizar proteínas. Esto puede servir para entrenar a nuestro sistema inmune contra amenazas externas, como un virus, pero también puede potencialmente ayudarnos a fomentar la aparición de una hormona ya presente en nuestro cuerpo.
Sentando las bases. El camino entre un descubrimiento y la llegada a las farmacias de un producto basado en él es largo y vacío de garantías de éxito. Los avances que han llevado a algunos científicos a soñar con esta vacuna contra la calvicie comenzaron hace décadas y es razonable esperar que no veamos los resultados antes de que termine esta (aunque cuando el mercado potencial es grande, los avances son rápidos).
Hoy en día sabemos que la calvicie está relacionada con una hormona llamada dihidrotestosterona (DHT), que aparece en nuestro cuerpo como una mutación de la testosterona. Esto ha llevado a algunos tratamientos a enfocarse en evitar esta metamorfosis como forma de evitar la pérdida de pelo. Otro tratamiento farmacológico bien conocido es el del Minoxidil.
Las operaciones capilares siguen en avance, pero científicos como Maksim Plikus han enfocado su trabajo en otra dirección, la de fortalecer el cabello sin necesidad de transplantes. Así lo explicó hace unos meses a la revista New Scientist.
Solo el comienzo. Plikus y el resto de científicos embarcados en esta tarea tienen mucho trabajo por delante. En 2022 lograron utilizar la proteína SCUBE3 en erizos con resultados positivos. El siguiente paso será probar si esta molécula es segura en humanos. Y si lo es, podremos plantearnos si es eficaz.
Esto no sería el fin del camino, puesto que si los investigadores quieren transformarla en una vacuna de ARNm, tendrán que combinar ambas tecnologías, para de nuevo embarcarse en el periodo de prueba.
Antes de llegar a las farmacias y consultas, cualquier tratamiento debe demostrar su seguridad y su eficacia, debemos conocer cuál es su dosis ideal y si es una opción eficiente comparada con otras.
Una industria en auge. La vacuna contra la calvicie puede resultar esperanzadora para muchos, pero los laboratorios saben que los tratamientos que se quedan por el camino de la I+D son muchos, por lo que diversifican en sus apuestas. Estamos ante una industria en crecimiento.
La mejor prueba de ello es el creciente número de operaciones de transplante capilar visto en los últimos años, una industria que en 2021 movía 9.500 millones de dólares (unos 8.700 millones de euros). El incentivo económico es evidente para estos laboratorios.
La mejor prueba de ello es el creciente número de operaciones de transplante capilar visto en los últimos años, una industria que en 2021 movía 9.500 millones de dólares (unos 8.700 millones de euros). El incentivo económico es evidente para estos laboratorios. Ahora habrá que ver quién se logra hincar el diente a esta industria y ahorra el paso por quirófano de millones de personas cada año.
Imagen | Paul Szewczyk
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