Decir que el ejercicio es bueno para la salud es algo que resulta ya tan evidente que podría casi entenderse como un axioma. Pero existen muchas formas de hacer ejercicio y algunas serán más idóneas que otras para cumplir con nuestros objetivos, y algunas pueden ser, incluso, contraproducentes.
De entre todos los motivos por los que ir al gimnasio, la salud cardiovascular no cabe duda que es una de las más importantes. Pero si queremos optimizar nuestros resultados, ¿cuáles son las estrategias idóneas según los expertos?
Existe cierto consenso en torno a la idea de que la actividad física intensa (como el entrenamiento de alta intensidad por intervalos, también conocido como HIIT) puede ser contraproducente para la salud cardiovascular, al menos para determinadas personas.
“[El entrenamiento] HIIT es un gran régimen para gente joven y sana. Si eres mayor o tienes alguna enfermedad cardíaca, consulta con tu médico antes de probarla” recomendaba I-Min Lee, profesora de medicina en la Harvard Medical School.
Esta forma de entrenamiento de alta intensidad fue objeto de un estudio reciente realizado en personas sanas de entre 70 y 77 años. El estudio analizó diversas modalidades de ejercicio, incluyendo modalidades de HIIT adaptadas. Esta modalidad HIIT ofrece en principio la oportunidad de mejorar nuestra salud cardiaca con más esfuerzo durante menos tiempo, pero el estudio no observó diferencias significativas en la esperanza de vida de los grupos que se sometieron a diferentes rutinas.
El estudio no implica que el deporte intenso sea en sí mismo perjudicial, pero debe tenerse en cuenta que se trata de ejercicios configurados por expertos destinados a un grupo controlado. Es decir, buscar consejo médico puede ser buena idea si queremos hacer nuestros ejercicios algo más intensos, pero siempre teniendo en cuenta que subir la intensidad no va a hacernos vivir más que si nuestra actividad física es moderada.
Otro estudio realizado hace unos años sugería que el ejercicio moderado era, de hecho, una mejor estrategia que el ejercicio intenso a la hora de reducir nuestro riesgo de padecer enfermedades vasculares. El Estudio se realizó en mujeres a las que se realizó un seguimiento de nueve años. Las participantes reportaron su nivel de actividad física y los investigadores comprobaron si a lo largo del periodo de seguimiento sufrieron algún evento relacionado con su salud cardiaca.
Los investigadores comprobaron que el ejercicio moderado reducía en riesgo de padecer problemas vasculares pero la mejora se reducía en aquellas cuya actividad física era más intensa.
Son numerosas las voces expertas que recomiendan evitar la actividad intensa y nos sugieren que demos preferencia a la actividad moderada. El cardiologo José Luis Zamorano, Premio Nacional de Medicina, señalaba recientemente en una entrevista con el diario El Mundo que “el deporte es bueno, pero practicar ejercicio de manera intensa es comprar papeletas para sufrir un infarto o un síncope”.
Demasiada intensidad, demasiada cantidad
Algo semejante podría ocurrir también con la cantidad de ejercicio que realizamos. Un estudio detectó en 2017 que aquellas personas cuya actividad física triplicaba las recomendaciones de actividad física emitidas por el Departamento de Salud estadounidense presentaban una mayor prevalencia en calcificación de las arterias coronarias.
La presencia de calcio en estas vías circulatorias supone un factor de riesgo en la aparición de enfermedades cardiovasculares. Según el estudio, aquellos que realizaban el equivalente a siete horas y media semanales (o 450 minutos) de ejercicio moderado presentaban un 27% más de probabilidades de sufrir estas calcificaciones a largo plazo.
Eso sí, el estudio también observó que el riesgo de padecer diabetes de tipo 2 era más alto para quienes no alcanzaban las recomendaciones semanales en cuanto a actividad física. Es decir, si nos guiamos por este estudio la conclusión es clara: en el equilibrio está la salud.
Otros estudios han alcanzado conclusiones semejantes. Ejemplo de ello es uno publicado en 2015 que estudió la mortalidad en corredores aficionados y no-corredores. El estudio observó que la mortalidad variaba en forma de “U” en relación al aumento en la “dosis”, la cantidad de ejercicio y frecuencia con la que salían a correr.
Sabemos porque la ciencia de la salud lo ha constatado una y otra vez que el deporte es bueno para la salud. Pero el hecho de que cumplir con unos mínimos de actividad física diarios o semanales repercuta positivamente en nuestro bienestar no quiere decir que la relación sea constantemente creciente.
Pueden existir límites tanto a la intensidad como a la cantidad de ejercicio que realicemos, pero la ciencia aún tiene mucho que investigar en esta dirección. Entender lo que nos hace más sanos y cómo se dan estas relaciones es una cuestión importante para los expertos en salud.
Conocer mejor estas interconexiones permitirá a los expertos en salud recomendarnos formas de ejercitarnos que se ajusten cada vez más a nuestras necesidades individuales. Entretanto, podemos recurrir a rutinas que de manera aproximada se adapten a lo que busquemos, como mejorar nuestra salud cardiaca. Y por supuesto, saber que, ante la duda, son estos mismos profesionales los que pueden aconsejarnos mejor que nadie.
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Imagen | Jozsef Hocza
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