Podemos también olvidar lo que está en el futuro, y ocurrea con mucha frecuencia
¿He apagado el gas? ¿Dónde he dejado las llaves? ¿Qué venía yo a hacer a la cocina? Son algunas de las preguntas que nos hacemos a menudo. De las tres la última sea quizás la más interesante, la que involucra una forma de memoria con la que no estamos muy familiarizados: la memoria prospectiva.
¿Qué es exactamente la memoria prospectiva? Esta forma de memoria es la que alude a nuestra capacidad de recordar acciones planificadas o futuras, de recordar intenciones. Puede ser acordarnos de qué íbamos a buscar en la nevera o la cita con el dentista del jueves.
La memoria prospectiva es algo con lo que lidiamos en nuestro día a día, pero no es un concepto con el que mucha gente esté familiarizada. Tampoco los expertos: la investigación sobre esta forma de memoria era, hasta comienzos del presente siglo, virtualmente inexistente.
Pero en los últimos años hemos logrado averiguar algunos aspectos clave de esta memoria. Por ejemplo, ahora tenemos una idea de qué regiones del cerebro trabajan para el correcto funcionamiento de la memoria al futuro. Un estudio de 2010 halló tres regiones del cerebro cuya actividad estaba vinculada a los resultados en memoria prospectiva: el giro parahipocampal, el lóbulo parietal inferior izquierdo, y el cíngulo anterior izquierdo.
Sin embargo aún queda mucho por investigar en este sentido. Otros estudios, por ejemplo han dado mayor importancia a la activación de lóbulo derecho en relación con esta memoria. Otros, por ejemplo, enfatizan el rol de la corteza prefrontal anterior y del lóbulo temporal medio. Pero no todo es neurobiología.
¿Por qué olvidamos qué es eso que íbamos a apuntar en la lista de la compra? La memoria prospectiva no es muy distinta en esto a otras formas de memoria. Aquí la atención es clave. En una entrevista para la radio RAC1, el neuropsicólogo Saul Martínez-Horta explicaba, partiendo del “qué venía yo a hacer a la cocina”, explica cómo es que tengamos esta facilidad para olvidar cosas.
Las distracciones son uno de los principales factores que afectan a esta memoria. Si vamos a la cocina a por sal, pero entretanto nos acordamos de que nos hemos dejado el horno encendido, este segundo hecho nos hará despistarnos y hará más probable que nos olvidemos de la sal.
En palabras del propio Martínez-Horta “normalmente lo que nos hace olvidar qué es lo que debemos hacer es la saturación del sistema y la distracción mediada por otro evento. La capacidad del cerebro es limitada y sensible a la distracción, por lo que es relativamente fácil que dirijamos nuestra atención a algo distinto a lo que estamos haciendo.”
La concentración es, por consiguiente, clave si queremos que nuestra memoria prospectiva (o nuestra memoria en general) de más de sí. La memoria puede ser entrenada, pero generalmente los ejercicios que nos permiten hacerlo no resultan útiles más allá de la función de la memoria que buscan entrenar. Es decir, no hay pruebas de que resolver crucigramas vaya a hacer que nos acordemos de comprar palomitas para cuando tengamos visitas.
Eso no quiere decir que estemos desamparados. Algunos hábitos saludables repercuten en la capacidad de nuestro cerebro para realizar sus tareas, y aunque los estudios centrados en memoria prospectiva escaseen, puede ser buena idea incorporarlos.
Una dieta variada, ejercicio y dormir adecuadamente pueden ayudarnos con nuestra memoria. Quizás, también puedan ayudarnos a recordar qué es eso que buscábamos en el armario antes de recibir el WhatsApp de nuestro cuñado.
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Imagen | Cottonbro studio
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