Esta mañana, la Comunidad de Madrid alertaba de ocho pacientes con síntomas "clínicamente compatibles" con la viruela de los monos y anunciaba que se estaban tomando las medidas necesarias para descartar que se tratara de esta enfermedad infecciosa. No es para menos: se trata de una dolencia poco frecuente (y mucho menos grave que la vieja viruela humana), pero que puede llegar a generar serios problemas. Pero más allá de eso, se trata de la protagonista de uno de los brotes epidemiológicos más raros de lo que llevamos de década. Y eso es mucho decir.
¿Qué está pasando?. El 7 de mayo de 2022, el NHS inglés detectó un caso de viruela de los monos en un paciente que había viajado recientemente a Nigeria. Hasta ahí todo normal. Es algo que ha pasado en Reino Unido en 2018, 2019 y 2021. El problema es que siete días después, se encontraron otros dos sin aparente relación con el caso original. A día de hoy, son siete los casos localizados "sin conexión con los anteriores (aunque dos de los cuatro tenían contactos comunes) ni historial de viajes".
Esto es extraño. Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, decía esta misma mañana que aunque "la viruela de los monos es una enfermedad grave, los conocimientos que tenemos [nos dicen] que es de brotes autolimitados"; es decir, que no suele haber grandes brotes poblacionales. No obstante, los datos de Reino Unido son tan "raros e inusuales" que la directora de la Agencia de Seguridad Sanitaria de Reino Unido admitió que la evidencia sugería que había transmisión comunitaria.
Hay que tener en cuenta, como explican en SMC España, que la cadena de transmisión más larga documentada que se conoce es de seis personas. Por eso, la aparición de casos por toda Europa (además de los españoles, Portugal acaba de confirmar tres casos en Lisboa y otros 15 más en investigación) tiene desorientados a los investigadores.
¿Qué es exactamente la 'viruela de los monos'?. Se trata de un virus del género de la viruela (Variola virus) que, pese a su nombre, suele transmitirse por mamíferos pequeños como roedores. Esto es importante porque será clave a la hora d encontrar un posible vector de contagio. Dicho contagio requiere del contacto directo con sangre, fluidos o lesiones abiertas.
En humanos, como decimos, la transmisión es limitada. Es más, de las dos grandes cepas que conocemos (la de África Occidental y la del Congo) la que se ha encontrado hasta ahora en reino Unido es la primera, la menos virulenta y también la que menos se contagia. Hablamos de "fiebre, mialgias, adenopatías inguinales (inflamación en los ganglios), y erupción en manos y cara, similar a la de la varicela". Pero, sobre todo, hablamos de una mortalidad del 1% (frente al 10% de la del Congo).
Una enfermedad en crecimiento. El virus se encontró, por primera vez, en unos macacos en 1958 y durante décadas estuvo muy controlado. El problema es que ese "control" se debía, en buena medida, a la inmunidad cruzada que otorgaba la vacuna de la viruela. Conforme esa inmunidad ha ido desapareciendo (porque, en la medida en que la viruela está erradicada, ya no se ponen vacunas nuevas), la de los monos ha ido creciendo fuera y dentro del continente africano.
¿Qué podemos esperar de este brote? La primera vez que se encontraron casos fuera de África fue en 2003, fueron 47 casos originados por un grupo de perros de las praderas que habían convivido con animales de Ghana, vendidos como mascotas. Esa ha sido la característica de todos los brotes conocidos hasta ahora: eran muy localizados. Ahora no ocurre eso y, salvo por una teoría que asocia el brote a la transmisión por contacto sexual, no hay muchas pistas todavía.
Imagen | CDC
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