La imagen popular del helio está inseparablemente unida a las voces chillona (con soniquete a ardilla o a 'pitufo makinero') y a los globos de colores. Sin embargo, su historia íntima va mucho más allá de las fiestas infantiles. Hay cientos (¡miles!) de procesos industriales y de todo tipo que dependen críticamente del helio. Sin ir más lejos, una máquina de resonancia magnética tradicional necesita unos 2.000 litros de este gas para funcionar. Y lo cierto es que la sociedad no lo sabe.
Años de problemas con el helio. Por ello, cuando en 2019 empezó la escasez de helio a nivel mundial, nadie se lo tomó demasiado en serio. Sí, algunas cadenas de tiendas de productos de fiesta se vieron obligadas a cerrar, pero los problemas empezaron a acumularse sin que nadie hiciera nadie para solucionarlo. Y luego, claro, llegó la pandemia.
Y es que la escasez del helio afectó, al principio, a tareas poco urgentes/rentables. Es decir, los primeros afectados fueron los experimentos científicos básicos. No hay duda que esto suponía un retraso importante en muchas líneas de investigación, pero la volatilidad que arrastraba el gas desde hace años y los problemas de suministro hicieron que las reservas se dirigieran a otros menesteres. Afortunadamente, teníamos un plan.
Teníamos un plan. "Teníamos". La buena noticia es que buena parte del mundo estaba pendiente de la finalización de una enorme planta de producción de helio que estaba llamada a estabilizar la producción global y resolver el problema. La mala noticia es que la planta está en Rusia. Y eso ha hecho que la situación se descontrole. Ahora mismo, el suministro de helio a nivel mundial tiene grandes problemas. La reserva estratégica norteamericana de Texas, por poner un ejemplo, no hace sino reducir las cantidades almacenadas.
Sed de helio. Como decía, las resonancias magnéticas tradicionales necesitan helio. Se estima que "una máquina de resonancia magnética utiliza 10.000 litros de helio líquido durante su vida útil". Solo en España, hay más de 800 máquinas de este tipo; pero es que, en EEUU, hay unas 12.000.
Es verdad que, sobre todo a raíz del estallido de la crisis de 2019, los fabricantes están tratando de mejorar los sistemas y reducir su consumo, pero la tecnología está muy lejos de ser 'mainstream'. Esto hace que, de una forma u otra, muchos hospitales de todo el mundo empiecen a preocuparse por el asunto.
Problemas en el horizonte. Sobre todo, porque no hay soluciones evidentes a este problema. Las máquinas de resonancia magnética tienen una vida media de unos 12 años y las inversiones en ellas han sido descomunales. Esto significa que, aunque hasta donde sabemos, aún no se están cancelando resonancias por falta de helio, es un problema que va a llegar (si no somos capaces de encontrar soluciones).
Y lo peor de todo es que, aunque no lo parezca, esto es solo un elemento más de toda una serie de problemas sanitarios que cada vez se hacen más profundos y para los que no encontramos soluciones. Muchas, muchas cosas básicas de la sanidad de los países occidentales dependen de larguísimas cadenas de suministro que, como hemos visto en los últimos años, no llegamos a controlar. Si hace tres años descubríamos que en Europa no se produce paracetamol, ahora vemos que eso era solo la punta del iceberg.
Imagen | NIH Image Gallery
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