No me andaré por las ramas: el porcentaje de adultos con demencia, incluido el Alzheimer, ha bajado de 11,6 en 2000 a 8,8 en 2012, según un amplio estudio de la Universidad de Michigan. Es decir, las tasas de demencia se desploman casi un 25% en doce años.
Uno de los grandes problemas médicos del siglo XXI
En los últimos años, los modelos epidemiológicos apuntaban insistentemente a que el envejecimiento de la población podía ocasionar que el número de enfermos de Alzheimer se triplicara en 2050. Estas previsiones auguraban un golpe brutal no sólo a muchas familias, sino a los sistemas sanitarios de todo el mundo. Los nuevos datos nos obligan a repensar muchas cosas.
"Si los porcentajes se hubieran mantenido, sólo en Estados Unidos habría ahora un millón más de personas con demencia de las que hay"
Y es que la bajada es muy gorda. "Si los porcentajes se hubieran mantenido, sólo en Estados Unidos habría ahora un millón más de personas con demencia de las que hay", explicó John Haaga, del Instituto Nacional de Envejecimiento.
Estrictamente hablando, no es una sorpresa. A principios de este año, un estudio descubrió que el riesgo de demencia había caído un 20% por década desde 1977. Los datos eran muy prometedores, pero eran de Framingham, un pequeño pueblo de clase media alta de Nueva Inglaterra donde se realiza uno de los experimentos cardiológicos más interesantes del mundo.
Los datos actuales confirman, por ahora, el descubrimiento gracias a una muestra mucho más amplia (más de 10.500 pacientes) y a representar mejor a toda la sociedad norteamericana (incluyendo especialmente a los segmentos menos favorecidos de ésta).
¿Por qué pasa esto?
Hay varios factores que tratan de explicar este fenómeno. Uno de ellos es la educación. Los ancianos estudiados en 2012 realizaron un año más de estudios que los de 2000. Es significativo porque desde hace tiempo se sabe que más educación puede producir una mayor "reserva cognitiva", una serie de capacidades cognitivas e intelectuales que se desarrollan progresivamente y que tienen cierto efecto 'neuroprotector'. Es decir, sí, una escolarización mayor conlleva, en parte, una mayor protección frente a la demencia.
Los datos sugieren que podemos incidir exitosamente en los factores que provocan la demencia y eso hace del futuro un sitio mucho mejor
El otro factor es el sobrepeso. La tercera edad de 2012 estaba más rellenita que la del año 2000. Es curioso, pero, aunque la obesidad y el sobrepeso "en la última parte de la vida" parecen asociarse a un mayor riesgo de diabetes o enfermedades cardiovasculares, "pueden ser un factor protector frente a la demencia".
Como digo una noticia muy muy buena y que nos reafirman en la idea de que los factores que impulsan la demencia (una de las bestias negras de la medicina actual) pueden modificarse, sea con la prevención o con cosas tan 'sencillas' como una alimentación mejor o la educación obligatoria.
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