Una de las cosas más fascinantes de la historia de la medicina moderna es ver cómo somos capaces de darle la vuelta a ideas firmemente establecidas. Hoy tenemos uno de esos ejemplos: la diabetes, que tradicionalmente se ha dividido en tipo 1 y tipo 2, podrían llegar a ser hasta cinco tipos diferentes.
El estudio publicado por The Lancet Diabetes & Endocrinology no solo es una bomba en un momento en que las tasas de diabetes aumentan por todo el mundo, sino que puede ser un descubrimiento fundamental que revolucionará nuestra forma de entender (y tratar) la enfermedad.
Una vieja conocida que no conocíamos bien del todo
La diabetes no es una enfermedad nueva, ni desconocida. El primer testimonio escrito data del 1552 antes de cristo. La clasificación médica de la diabetes no se ha movido durante los últimos 20 años y se basa, principalmente, en una distinción de base. Mientras que la diabetes tipo 1 se diagnostica en la infancia y es causada por la falta de insulina.
La diabetes tipo 2 se produce con la aparición de la resistencia a la insulina (hace falta más insulina para realizar las mismas tareas y el cuerpo no puede producirla). Lo cierto es que la mayoría de los casos diagnosticados de diabetes son de tipo 2 (entre el 75 y el 85%) y, aunque hace tiempo que sospechamos que es muy variable, no habíamos hecho esfuerzos importantes para descubrir qué había detrás de esa variabilidad.
Las muchas caras de la diabetes
Ahora un equipo escandinavo de investigadores ha estimado con detenimiento los datos de más de 10.000 pacientes y han encontrado un tipo autoinmune de diabetes y cuatro subtipos distintos de diabetes tipo 2. La sorpresa fue grande cuando descubrieron que los tipos de diabetes eran distintos no solo clínicamente, sino también genéticamente. Eran, por decirlo de alguna manera, enfermedades distintas y no etapas diferentes de la misma enfermedad.
Además, descubrieron que, oculto tras la idea de los dos tipos de diabetes, los pacientes no estaban recibiendo el mejor tratamiento posible. Lo que sugiere que la clasificación tradicional de la diabetes no es capaz para adaptar el tratamiento a las características subyacentes de la diabetes.
Falta mucho por investigar: desconocemos en profundidad los biomarcadores, los genotipos o los perfiles hemoanalíticos. No sabemos nada de la patogénesis de los distintos tipos, ni de cómo evolucionan con el tiempo. Además, el estudio solo involucró a pacientes escandinavos, por lo que la nueva clasificación deberá confirmarse en otras poblaciones.
Pero lo que está claro, es que la diabetes es un amplísimo trastorno metabólico que no se puede encajar en modelos clínicos sencillos. Más aún cuando hablamos de una de las enfermedades que más rápido crecen en el mundo y que marcará el futuro de los sistemas de salud.
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