Una mujer sana entra a una consulta de apiterapia. No es la primera vez que va. Durante dos años se ha dejado aplicar apitoxinas una vez al mes para aliviar ciertos problemas musculares y de estrés. Por lo demás, no tiene problemas respiratorios, inflamatorios o cardiovasculares. Sin embargo, esa no es una sesión más.
Durante la sesión empezó a tener problemas para respirar y estuvo a punto de perder la conciencia. Un par de semanas después, falleció en el hopital por un fallo multiorgánico. Es, hasta donde sabemos, la primera muerte documentada por esta pseudociencia.
¿Qué es la apiterapia?
La apiterapia es una pseudomedicina que utiliza productos provenientes de las abejas (como la miel, el polen, el pan de abeja, los propóleos y el veneno o apitoxina) para "curar" numerosos tipos de enfermedades. Aunque el uso de los productos apícolas se remonta a miles de años, el estudio moderno de las propiedades del veneno de abeja se lo debemos al médico austriaco Phillip Terc que estudió su aplicación a las enfermedades reumáticas a finales del siglo XIX.
El principal uso propuesto para las apitoxinas era para tratar problemas reumatológicos por sus propiedades "analgésicas, antinociceptivas y antiinflamatorias" (Son, Lee, Lee, Song, Lee y Hong, 2007). Sin embargo, no hay pruebas de su efectividad ni de que sus posibles efectos positivos compensen los negativos (Chen y Lariviere, 2010). Y más allá de este uso, hay algunas publicaciones de escasa calidad posibles aplicaciones (dentales, ortopédicas o veterinarias).
En general, no hay evidencias suficientes que permitan avalar el uso genérico de estos productos en terapia. Sobre todo, porque como explica Sergio Ferrer en Hipertextual, los estudios señalan que su peligrosidad aumenta con el uso continuado. En este punto, la apiterapia no es una "opción terapeútica", es una bomba de relojería.
¿Hasta cuándo has de abusar de nuestra paciencia?
Los detalles del caso han sido publicados por la división de alergología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid en el Journal of Investigational Allergoloy and Clinical Immunology. Como explican, este tipo de pseudoterapias se suele aplicar por personal sin formación sanitaria y sin medios para poder hacer frente a un imprevisto.
Por eso, leyendo estas noticias es inevitable acordarse de Cicerón. «¿Hasta cuándo has de abusar de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros? ¿A qué extremos nos llevará arrojará tu desenfrenada audacia?», decía el político romano sobre Catilina. Pero podrían usarse exactamente esas palabras sobre la pseudociencia.
La primera muerte por apiterapia, el primer caso de difteria en 30 años, la primera vez que el sarampión crece en Europa. Estamos viviendo una época de horribles primeras veces impulsada por una pseudociencia que se resiste a desaparecer con uñas y dientes. La pregunta relevante es precisamente esa: ¿hasta cuándo?
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