Hasta el primer tercio del siglo XX, el mundo era un lugar donde un resfriado, un pequeño corte o una comida en mal estado podían llevarte a la tumba. La diferencia entre la vida y la muerte era una cuestión de suerte. Entonces, de repente, descubrimos los antibióticos. Y si hay un posible futuro que realmente nos debería poner la carne de gallina ese es el futuro post-antibióticos, un futuro en el que los microorganismos son resistentes a ellos.
Un reciente trabajo avisa de que ese futuro está más cerca de lo que imaginábamos. Más de la mitad de los niños con infecciones del tracto urinario en todo el mundo están infectados con variedades de bacterias resistentes a los antibióticos más comunes. Así comienzaban algunas de nuestras peores pesadillas.
Mucho más rápido (y más extendido) de lo que nos imaginábamos
Las resistencias a los antibióticos son tan viejas como los antibióticos mismos. Alexander Fleming, el padre de los antibióticos, ya advirtió en 1945 (precisamente en su discurso de aceptación del Nobel) que "el mal uso de la penicilina, con dosis demasiado elevadas, podría hacer que los microbios se volviesen resistentes y revertir así sus beneficios".
Desde hace décadas, vemos como al descubrimiento de cada antibiótico le sucede, casi inmediatamente, la aparición de bacterias resistentes a él. Lo que no sospechábamos es que estuvieran tan extendidas. Según un metanálisis que se acaba de publicar en el British Journal of Medicine con más de 77.783 niños infectados por E. coli en 26 países del mundo, la resistencia a la ampicilina es la norma en la mayoría de infecciones pediátricas del tracto urinario del mundo.
Para que nos hagamos una idea de la importancia de este antibiótico, a día de hoy, en España, el tratamiento de elección para complicaciones como la pielonefritis aguda en niños es, de hecho, un tratamiento combinado que incluye la ampicilina. Pero no solo es un problema de la ampicilina: resistencias del 23,6% al trimetoprim, del 8,2% a la amoxicilina, del 2,1% al ciprofloxacino y del 1,3% a la nitrofurantoína. A este ritmo, el abuso de antibióticos no nos está matando, pero lo hará pronto.
Otra brecha en la salud
Es trabajo pone de manifiesto otra gran brecha en la salud mundial y un peligro en potencia. Mientras la resistencia a la ampicilina es del 53,4% en países de la OCDE, esta asciende al 79,8% en el resto de países. De la misma forma, solo el 2,1 por ciento de los niños infectados en la OCDE tenía infecciones resistentes al ciprofloxacino, mientras que en en el resto de países ascendía al 26,8%. Doce veces más.
No está mal recordar que la OCDE es una organización que reune sólo a 34 países de los 194 que hay en el mundo. Los autores del estudio especulan sobre distintas explicaciones para esta brecha sanitaria y apuntan al mal uso de los antibióticos en la mayor parte del mundo. Sea como sea, este tipo de datos deben hacernos reflexionar sobre la necesidad de las políticas transnacionales de salud. En un mundo tan globalizado como el actual, donde las bacterias no entienden de fronteras, la sanidad y la cultura científica tampoco deberían. Nos va la salud en ello, empezando por la de nuestros hijos.
Imágenes | Wikimedia, Marnie Joyce, Global Panorama
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