El laurel (Laurus nobilis) se ha puesto de moda, pero no por un buen motivo. Las hojas de esta planta aromática ha sido protagonista de numerosos consejos de salud, la mayoría de ellos, si no todos, con poco fundamento (científico).
Quizá el más importante de los nuevos mitos que están surgiendo con respecto a esta planta es su presunta capacidad para curar la diabetes. Lamentablemente, hoy por hoy no conocemos sustancia ni tratamiento alguno que cure la diabetes, una enfermedad crónica y potencialmente letal.
Existen formas de prevenirla y de tratarla, pero el laurel no es la más idónea ni como prevención ni como tratamiento. El origen de esta creencia podría estar en un estudio que hace 15 años estudió el efecto del consumo de cápsulas con hoja de laurel molida en el perfil de lípidos y niveles de glucosa en pacientes con diabetes tipo 2.
El estudio no era un ensayo clínico (y no pretendía serlo), por lo que sus conclusiones están lejos de ser generalizables. Para empezar, puesto que no tuvo en cuenta posibles efectos adversos que este tratamiento pudiera tener y no comparó la eficiencia con otros tratamientos. Aunque se trataba de un experimento controlado con placebo, no se trataba tampoco de un experimento doble ciego.
Un estudio realizado en 40 pacientes puede ser de interés para ahondar la investigación, pero está lejos (muy lejos) de servirnos como prueba concluyente de la eficacia de un tratamiento. Será necesaria más investigación en este ámbito para lograr conclusiones certeras sobre su eficacia y, lo que quizás sea más importante, sobre su seguridad en determinados casos o formas de consumo. Precisamente por su potencial efecto sobre los niveles de glucosa en sangre, el laurel podría tener efectos indeseables precisamente en aquellos afectados de diabetes.
Hacer referencias a la medicina tradicional puede resultar engañoso. Uno de los usos que se le atribuyen al laurel es su potencial capacidad para aliviar problemas gástricos. El problema es que ya existe un remedio perfectamente tradicional para lograr esto mismo: las infusiones de manzanilla.
Sin estar la ciencia asentada sobre el tema, los estudios científicos sí parecen indicar la utilidad de esta planta a la hora de tratar problemas gástricos. Una revisión de la literatura científica realizada en 2010 señalaba que compuestos como los flavonoides, presentes en esta planta, podrían estar detrás de esta utilidad. Estos químicos se asocian a los beneficios del laurel, pero ciencia y tradición en este caso coinciden probablemente sea por ello que encontremos la manzanilla entre las infusiones y las hojas de laurel entre los condimentos.
La lista de potenciales usos del laurel es de lo más variado. El aroma del laurel también se ha propuesto como terapia aromática o aromateroapia. La función de la planta en este caso sería la de aliviar el estrés. Esto puede realizarse en forma de extractos, vaporización o quema. De nuevo no existe evidencia capaz de sostener estos posibles beneficios, pero sí sabemos que el humo puede causar irritaciones en las vías respiratorias, algo que no suele ser deseable.
Otros usos sobre los que existen vagos indicios pero ninguna prueba fehaciente incluyen su uso para tratar heridas, mejorar la memoria o evitar las piedras en el riñón.
El laurel contiene compuestos químicos que pueden hacer útil a la hora de tratar algunos problemas de la salud, pero estos compuestos no son exclusivos de esta planta y existen mejores vías para consumirlo. Además del ejemplo de la manzanilla, hoy por hoy sabemos que una vida activa y, especialmente, una alimentación variada y saludable son nuestras mejores armas para prevenir la diabetes. Los polifenoles, otros químicos que podrían mediar estos posibles efectos beneficiosos del laurel se encuentran presentes, por ejemplo en numerosos alimentos desde la alcachofa hasta la manzana.
¿Qué daño puede hacer? En general el principal riesgo de estos mitos alimentarios es que nos hagan descuidar tratamientos y hábitos que realmente puedan representar una mejora de nuestro estado de salud, desde una dieta variada hasta los tratamientos farmacológicos.
Pero los riesgos también pueden ser de otra naturaleza. Puesto que el laurel sí contiene algunos químicos que afectan a nuestra salud, podría darse el caso de que éstos interactuen con tratamientos que estemos tomando. Un hipotético ejemplo de esto que se ha señalado es el de los anestésicos utilizados en cirugías. También se han señalado posibles riesgos entre embarazadas y lactantes.
El laurel es una planta con cierta relevancia cultural. La palabra ha dejado su impronta en nuestra cultura, es la raíz de palabras como “laureado” o “bachiller” (aunque suene raro). Lo cierto es que esta hoja sigue contando con usos perfectamente válidos, especialmente el culinario. También podemos utilizar esta hierba aromática para ambientar nuestro hogar, solo que quizá no debamos ocultar estas utilidades sobrevalorando unas que siquiera sabemos existen de verdad.
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Imagen | Vojtech Havlis
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