El uso de las impresoras 3D en el ámbito médico se asocia habitualmente a prótesis e incluso órganos destinados a pruebas o simulaciones de operaciones. Pero desde la Escuela de Farmacia de la University College de Londres proponen un uso directo más sencillo y práctico: imprimir los medicamentos a la carta.
Como cuentan los investigadores de este centro en The Pharmaceutical Journal, la impresión 3D tiene un potencial importante para virar la industria de los fármacos a un modelo menos global y más individualizado: un paciente llega a la farmacia y allí se le imprimen los medicamentos prescritos según sus necesidades.
Bastante potencial para los más pequeños
Dentro de las posibilidades que nos dibujan los investigadores de la University College de Londres está la de personalizar la apariencia de las pastillas para que la toma de medicamento por parte de los más pequeños intente ser menos problemática. La impresión 3D permitiría diseñar y obtener pastillas con formas de lo más variada sin que el coste de ese medicamento sea mayor ni haya que realizar cambios bruscos en la cadena de producción de farmacéuticas.
Esa personalización de la medicación en niños no tiene solo en el diseño una gran ventaja. También en poder ajustar las dosis exactamente al peso del paciente, con lo que la misma ya no sería "aproximada" o dentro de unos márgenes como hasta ahora.
Trabajando en la técnica adecuada para imprimir medicamentos de forma segura
Aunque dar forma a las pastillas es una aplicación directa y sencilla, hay otras muchas más posibilidades que la impresión 3D puede proporcionar a la industria farmacéutica, aunque hay una importante barrera de entrada tanto por parte de la propia industria como de las autoridades.
Algunos de los desarrollos alrededor de la impresión de medicamentos se están encontrando con trabas y largos procesos en la línea de corte de las administraciones. Ricky Wildman, de la Universidad de Nottingham, lleva años desarrollando una técnica para llevar al mercado la impresión de medicamentos mediante la tecnología de las impresoras actuales de "chorros de tinta". Su proyecto se basa en crear medicamentos líquidos que posteriormente pueden convertirse en sólidos tras la impresión. La tecnología asociada tardaría todavía según él unos 10 o 15 años en estar disponible.
Más cercanas parecen otras técnicas que trabajan con polímeros, como en la impresión 3D tradicional, aunque aquí el principal obstáculo es el trabajo a la temperatura adecuada. Crear pastillas que se disuelvan al instante es otra de las ramas de trabajo en este campo de la impresión 3D de medicamentos.
Múltiples posibilidades para personalizar los tratamientos
En todos los casos anteriores el objetivo final de la impresión 3D es poder crear pastillas y comprimidos adecuados y completamente personalizados. En determinados tratamientos es algo imprescindible y que en muchos casos solo puede realizarse ahora mismo mediante ingreso hospitalario.
También determinar la manera en que actúa y dónde lo hace cada medicamento está en manos de la impresión 3D. Con la técnica y materiales adecuados podrían crearse pastillas que liberaran su principio activo en un determinado momento o zona concreta de nuestro organismo.
Otras posibilidades se centran en la comodidad del paciente, que permitiría por ejemplo poder tener en un solo comprimido la dosis exacta de varios medicamentos.
Vía | Microsiervos.
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