Es muy posible que usted, lector, haya pasado por el trámite de obtener o renovar el permiso de conducir. Parte de ese trámite es pasar un test psicotécnico que permanece idéntico desde 1982: la mayoría de máquinas homologadas para este menester son las LND-100, inventadas por Fernando Ortiz hace casi cuarenta años. Su historia es más larga, pero Cestel es la misma empresa que ha encontrado un pico de ventas con el coronavirus, ya que una máquina inventada a principios de la década de los 2000 también tiene una utilidad para prevenir sus contagios.
Esta máquina, llamada CleanCall, es básicamente un armario con el que desinfectar audioguías o sets de auriculares y micrófonos -como el de los call-centers- mediante rayos ultravioleta. El proceso dura veinte minutos y sirve para eliminar las bacterias patógenas que queden en ese tipo de dispositivos, hasta dos decenas por sesión. Y en tiempos de medidas de precaución extremas, se venden más que nunca.
Rayos ultravioleta para auriculares compartidos
La invención de CleanCall se remonta a principios de este siglo, aunque su primer pico de ventas se produjo a finales de 2003, con el auge de la gripe aviar. En 2009, con la gripe A, hubo otro aumento en las ventas. A finales de 2019 se empezaron a acumular los pedidos ante la llegada del coronavirus, y en los poco más de dos meses que llevamos de 2020, la cifra es de récord: 62 unidades vendidas, y subiendo.
En una época en que estamos acostumbrados a escuchar cómo los fabricantes de smartphones venden decenas o centenares de millones de unidades al año, esto suena a chiste. Pero lógicamente, su ámbito de actuación es principalmente local, no global; y su público objetivo se limita a entornos con concentración de dispositivos como los antes comentados, es decir, sobre todo museos, centralitas, etc. El precio por unidad depende del volumen del pedido, pero se sitúa entre 1.500 y 2.000 euros, montaje aparte.
Entre los clientes recientes están la Fundación Casa de Alba, Enaire y call-centers como MST o HDC, así como algunas comisarías de policía local o centralitas del 112, como la de la Región de Murcia. "Sobre todo para centros donde el auricular se comparta, aunque incluso en los que son de uso individual también aplica, ya que las bacterias pueden vivir hasta 72 horas en ellos, siendo posible incluso que alguien pase un virus y luego recaiga al volver a usar ese mismo auricular", cuenta Fernando, de Cestel.
El proceso es simple y conocido desde el siglo XIX: emite rayos ultravioleta, que tienen capacidad germicida, y luego aplica ozono sobre los dispositivos ubicados en el armario. Los rayos ultravioleta destruyen las cadenas de ADN de virus y bacterias e imposibilitan su reproducción y su poder de infección. Un proceso muy habitual en otros entornos para la desinfección y la eliminación de bacterias, que este armario enfoca hacia los entornos en los que se comparten equipos que van a pegarse a boca u oídos.
La empresa, en cualquier caso, no fabrica esta tecnología, sino que desarrolló su patente y subcontrata la fabricación cuando un cliente realiza un pedido, un proceso que dura entre quince y veinte días.
Este auge de ventas, como ocurrió en 2003-2004 y en 2009, obedece al miedo a epidemias y potenciales pandemias y al deseo de adoptar medidas preventivas. En ninguno de esos casos hubo un nivel de atención mediática y en un tono tan serio como en este ante el miedo a unas consecuencias, en el peor de los escenarios, incalculables.
"Yo realmente no he inventado nada, el poder germicida de los rayos ultravioleta se conoce desde hace ciento cincuenta años, hasta en el Canal de Isabel II [la empresa pública que gestiona el ciclo del agua en Madrid] depuran las aguas con ultravioletas para matar las bacterias. Esta aplicación es ingeniosa, pero tampoco un inventazo increíble", cuenta Fernando.
Más allá de blindarse ante el contagio mediante dispositivos compartidos, el pánico al coronavirus está llevando a muchas personas a comportamientos que derivan en, por ejemplo, desabastecimiento de gel desinfectante en Mercadona y mascarillas con subidas de precio de más del 600%, e incluso menudeo en el mercado de segunda mano. Incluso Sharp ha reorientado una de sus factorías, que ha dejado de fabricar televisores para producir... mascarillas.
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