Necesitamos vacunar más rápido contra el coronavirus: los argumentos a favor y en contra de posponer la segunda dosis para poner la primera a más gente

Dada la situación actual, con el hocico de la tercera ola asomando, el frío invernal favoreciendo el hacinamiento, y el repunte de casos de resultas de las interacciones sociales navideñas que está por aflorar, necesitamos que la administración de la vacuna de BioNTech-Pfizer sea lo más rápida posible.

Como su administración requiere de dos dosis espaciadas en el tiempo, una solución que están barajando algunos países como Reino Unido, Bélgica, Dinamarca o Alemania, habida cuenta de la actual escasez de vacunas, podría ser emplear todos los recursos en administrar la primera dosis y obtener cierta inmunidad, antes que optar por una inmunidad más completa con dos dosis. Así tendríamos a más personas vacunadas parcialmente, aunque menos totalmente.

Nueva estrategia a la que se suman varios países

Problemas logísticos, falta de personal, lentitud de las autoridades sanitarias, oportunidades tecnológicas desaprovechadas, la falta de previsión en cuanto a la gestión del transporte o el refrigerado son algunos de los factores que han propiciado que, a pesar de que los países europeos han recibido ya unos 12 millones de dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech, solo se haya inoculado un pequeño porcentaje de la misma.

En otras palabras: estamos siendo muy lentos, por debajo de lo previsto, y cada vez hay más contagios. Por esa razón, se estudian formas más audaces, y también más arriesgadas, de acelerar el proceso. Como saltarnos las segundas dosis.

Para la vacuna desarrollada por Pfizer y BioNTech, el intervalo es de 21 días entre la primera y la segunda dosis; mientras que para la vacuna de Moderna el intervalo es de 28 días entre la primera y la segunda dosis. Moderna ha sostenido en algunas comunicaciones que la dosis inicial confería una inmunidad del 92,1 % dos semanas después. Otros informes, más realistas, hablan del 52,4%. A pesar de todo, hay muy pocos días entre la primera y la segunda dosis, así que en breve se solapara la administración de primeras dosis con la administración de segundas dosis, y si ya tenemos problemas con una dosis... ¿cómo será cuando tengamos dos? ¿Se reducirá a la mitad el volumen?

Los argumentos a favor y en contra de posponer la segunda dosis para poner la primera a más gente, de nuevo, están mezclados en un complejo análisis coste-beneficio en el que se debe tener en cuenta el enfoque sanitario, social y económico. A lo que sumamos la supuesta mayor capacidad de transmisión de la nueva cepa británica: 2021, pues, se nos presenta ya como una carrera entre la nueva cepa y las existencias de la vacuna.

Reino Unido está estudiando optar por la estrategia de vacunar al mayor número de personas, a pesar de todo. Creen que es prioritario dar la primera dosis a cuantas personas sea posible primero, y tres meses después, las segundas dosis. Bélgica también estudia modificar su estrategia de vacunación ante la nueva variante más contagiosa del coronavirus detectada en el Reino Unido, de forma que se administraría la primera dosis a más gente y se dejaría la segunda inyección para más adelante. Dinamarca también ha aprobado un retraso de hasta seis semanas entre la primera y la segunda inyección de la vacuna, y Alemania está considerando si permitir ese retraso en la segunda dosis.

La FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos​ es la agencia del gobierno de los Estados Unidos) recomienda que, hasta que los fabricantes de vacunas tengan datos científicos que respalden un cambio, se siga con el programa de dosificación autorizado para cada vacuna. La EMA (Agencia Europea de Medicamentos) también acaba de recomendar lo mismo: concretamente, desaconseja retrasar más de 42 días la segunda dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech. Pfizer también advierte que el plazo debería ser 3 semanas para la segunda dosis.

Muchos médicos en Reino Unido también han criticado la decisión del Gobierno de no administrar la segunda dosis de la vacuna hasta los tres meses, tras haber administrado la primera y haber concertado citas con los pacientes para la segunda dosis después de 3 semanas.

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Incertidumbre y falta de datos

La implementación de la vacuna es mucho más lenta de lo que esperábamos. Esto significa que incluso los más vulnerables tienen que esperar meses para recibir sus dos vacunas. Optar por una nueva estrategia de vacunación podría ser la solución, pero el problema es que hay un alto grado de incertidumbre en el horizonte.

La seguridad y la eficacia de la vacuna no ha sido evaluada con planes de dosificación distintos. Ningún estudio garantiza que la vacuna de BioNTech-Pfizer continúe siendo eficaz si la segunda dosis se retrasa más de lo que se ha probado en los ensayos. En aras de ser más eficaces, podríamos perder toda la eficacia porque los participantes que no recibieron dos dosis de la vacuna en un intervalo de tres o cuatro semanas, por lo general, solo se les monitorizó durante un corto período de tiempo.

Por el contrario, otros expertos, como Akiko Iwasaki, catedrática de inmunología en Yale, está convencida de la viabilidad de la estrategia de aplazar la segunda dosis por la más alta transmisibilidad de la nueva cepa británica.

Según explica Iwasaki, administramos vacunas en más de una dosis para aumentar 1) la cantidad, 2) la calidad, 3) la longevidad de las respuestas de anticuerpos. Esto es válido para la mayoría de las vacunas, incluidas las de ARNm.

Entonces, ¿cuán efectiva es una vacuna de dosis única? No lo sabemos con certeza, pero durante al menos un mes o más, las vacunas de ARNm de una sola inyección deberían proporcionar una protección de ~ 90% (> 14 días después de la vacunación). Esto es del Documento informativo de Moderna VRBPAC:

¿Por qué necesitamos una inyección de refuerzo? Esto se debe a que las respuestas de las células B inducidas por la primera dosis solo generan niveles más bajos, menor afinidad y respuestas de anticuerpos de corta duración. La (s) dosis (s) de refuerzo permiten la estimulación de una inmunidad sólida y duradera.

Sin embargo, sabiendo todo esto, quizá resulta más inteligente enfrentarnos a la incertidumbre de tomar medidas que atajen antes el problema.

Carrera por el tiempo

Los funcionarios de salud en Gran Bretaña están atrapados en una carrera mortal con el virus con el propósito para vacunar a la mayor cantidad posible de personas. Los hospitales continúan recibiendo una gran cantidad de pacientes con coronavirus, y cada día se informan decenas de miles de nuevas infecciones. El país ha dado luz verde de emergencia a dos vacunas, desarrolladas por Pfizer y AstraZeneca, pero no es suficiente. Esta presión está obligando a tomar medidas más audaces: no solo espaciar la segunda dosis, sino completarla en un futuro con otras vacunas distintas.

El problema es que no está claro, como se ha dicho, si una vacuna de dosis única brinda protección contra la COVID grave debido al tamaño pequeño de la muestra y la corta duración del seguimiento. Si bien se cree que las primeras inyecciones de cada vacuna son algo efectivas para prevenir la Covid-19, es la segunda dosis, pensada como una especie de sesión de revisión molecular para el sistema inmunológico, la que asegura el proceso protector.

Los datos disponibles continúan respaldando el uso de dos dosis específicas, a intervalos específicos, de cada vacuna autorizada. La vacuna desarrollada por Pfizer y BioNTech el intervalo es de 21 días entre la primera y la segunda dosis; mientras que para la vacuna de Moderna el intervalo es de 28 días entre la primera y la segunda dosis.

Tampoco sabemos con certeza si pueden combinar vacunas distintas. Tanto las vacunas de Pfizer como las de AstraZeneca funciona de forma similar: asimilado por nuestras células, el ARN mensajero actúa como un manual de instrucciones para la producción de la proteína viral, llamada S o Spike. El ARNm le dice a la célula que produzca miles de copias de esa proteína. Y, finalmente, el cuerpo identifica la proteína S como invasora e inicia así la producción de anticuerpos y linfocitos T para defender al organismo de una posible infección por Sars-Cov-2.

Pero, mientras que la vacuna de Pfizer se basa en una molécula llamada ARN mensajero, o ARNm, las inyecciones de AstraZeneca están diseñadas alrededor de un caparazón de virus que transporta ADN, un primo cercano del ARNm. Con diferentes ingredientes en cada vacuna, pues, es posible que las personas no se beneficien tanto de una segunda inyección. Además, la combinación también podría dificultar la recopilación de datos claros sobre la seguridad de las vacunas.

La implementación rápida podría brindar a más personas una protección parcial contra el virus a corto plazo, pero también podría imprudente y podría poner en peligro a poblaciones vulnerables. Es una apuesta arriesgada porque no tenemos datos suficientes, pero tampoco hay mucho tiempo para obtenerlos. Algunos expertos opinan, pues, que Gran Bretaña estaría tomando un camino quizás erróneo: más audaz, sí, pero también más peligroso. Si sale mal, sería mucho más catastrófico.

A todo esto se suma la merma de la confianza de la población: frente a opiniones tan contradictorias, ausencia de literatura científica robusta y presentación de pruebas sobre la marcha, estamos reforzando el miedo de quienes desconfían de estas vacunas. Estamos dando por hecho que la población acatará sin rechistar todos los cambios y ocurrencias en función de nuevos datos, tanto epidemiológicos, como sanitarios y hasta económicos, pero no sabemos si eso es lo que va a ocurrir.

Por consiguiente, si bien las decisiones sobre regímenes de dosificación alternativos residen en las autoridades sanitarias, Pfizer cree que es fundamental que se realicen esfuerzos de vigilancia en cualquier programa alternativo implementado y para garantizar que cada receptor reciba la máxima protección posible. Estamos abriendo un camino parcialmente nuevo, así que, si vamos a tomarlo, será mejor que observamos con detenimiento todo lo que sucede con cada paso dado.

Imagen de portada | Markus Spiske

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