En uno de los momentos históricos más emocionantes para la investigación biomédica, el Instituto Karolinska de Suecia acaba de anunciar que el Premio Nobel de Medicina y Fisiología de 2018 va para James P. Allison y Tasuku Honjo por "por su descubrimiento de la terapia contra el cáncer por inhibición de la regulación inmune negativa". La lucha contra el cáncer se lleva uno de los premios más prestigiosos del mundo.
Hoy comienza la semana de los premios Nobel y, como siempre, el de Medicina y Fisiología abre la veda de esta peculiar búsqueda de los científicos, activistas y literatos más importantes del mundo. Echemos un vistazo a las contribuciones que el comité ha decidido premiar.
El papel del sistema inmunitario en la lucha contra el cáncer
Como explicamos el año pasado, los descubridores de la inmunoterapia llevaban ya muchos años en las quinielas del Nobel. No es para menos, el descubrimiento de que podíamos usar el sistema inmune para combatir el cáncer ha sido uno de los grandes avances clínicos de los últimos años: algo que ha cambiado completamente el terreno de juego.
James P. Allison estudió la proteína que hace las veces de "freno" en el sistema inmunológico y supo ver el potencial de dirigir nuestras células inmunes contra los tumores. Tasuku Honjo, por su parte, descubrió un "freno inmunológico" que funcionaba con un mecanismo de acción diferente. Las terapias basadas en su descubrimiento han demostrado ser asombrosamente eficaces.
De hecho, esa eficacia ha sido clave en el premio a juicio del comité. A preguntas de la prensa, el portavoz del Instituto Karolinska explicaba que, aunque la inmunoterapia ha sido fruto del trabajo de muchos investigadores, estos dos fueron los que desarrollaron las herramientas más potentes. Algo que vuelve a poner en cuestión la utilidad de estos premios para premiar la ciencia contemporánea.
Los que pudieron ser y no fueron (este año)
Como cada año, no han faltado las quinielas. Una de las clásicas es la de Sigma X que ha apostado por Joseph Vacanti, Robert Langer y Anthony Atala por sus trabajos pioneros en el campo de la ingeniería de tejidos. También estaba entre sus apuestas el famoso neurocientífico brasileño Miguel Nicolelis, uno de los pesos pesados de la integración entre el cerebro y las máquinas.
El año pasado Sigma X apostó por Emanuelle Charpentier, Jennifer Doudna y Feng Zhang por las aplicaciones terapéuticas de CRISPR-Cas9. No tuvo mucha suerte en sus predicciones porque al final fueron Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young los que se llevaron el gato al agua por "sus contribuciones en el descubrimiento de los mecanismos moleculares de los ritmos circadianos".
Otros que hacen quinielas son Clarivate Analytics. En este caso, su metodologías es bibliométrica; es decir, utilizan el número de citas de los posibles candidatos para establecer su impacto en sus disciplinas. Sus candidatos son Minoru Kanehisa (una de las grandes figuras de la bioinformática y del uso de bases de datos en medicina), el neurocientífico Solomon H. Snyder (uno de los neurocientíficos más importantes por su papel clave en la comprensión de receptores y neurotransmisores) y Napoleone Ferrara (pionero en la investigación terapéutica en torno a la angiogénesis).
El que está desaparecido en las quinielas es Francis Mojica, el español que descubrió CRISPR. Hay un motivo para ello: los nobelólogos están convencidos de que Mojica solo ganaría el nobel en el premio de química. El miércoles sabremos si este es su año.
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