Agosto no suele ser un mes cálido en Australia. Sin embargo, el país oceánico alberga algunas de las zonas más calientes del planeta, por lo que la preocupación por los problemas derivados de las temperaturas está justificada a lo largo del año. Esto ha hecho que algunos pongan su atención en algo que aquí resulta de lo más familiar: la siesta.
La siesta va más allá de un simple descanso. Las horas más calurosas del día pueden implicar que muchos trabajos físicos se conviertan en trabajos de riesgo para aquellos quienes los practican. El aire acondicionado podría parecer una solución pero tiene sus problemas asociados. El más obvio: no sirve de nada en exteriores.
Sin embargo el problema del aire acondicionado que llamó la atención de un grupo de investigadores australianos tiene poco que ver con esto. Tal y como algunos de estos investigadores explicaron en un artículo en The Conversation, Habían observado que, aun cuando el uso de estos sistemas de refrigeración se extendían entre los australianos, las muertes relacionadas con el calor seguían en ascenso. Al menos entre los australianos de ascendencia europea.
El Territorio Norte de Australia es una de estas regiones extremas en cuanto al calor. Según un reciente estudio realizado por este equipo de investigadores, las mejoras en los medios para adaptarse al calor (y, de manera más general, las mejoras en calidad de vida en la región) no habían logrado reducir las muertes causadas por el calor. El estudio en cuestión ha sido publicado este mes en la revista The Lancet Planetary Health.
Parte de la clave está en la adaptación. Nuestro cuerpo necesita aclimatarse para adaptarse a los cambios estacionales de temperatura, tal y como se indica en un estudio de 2018 que mencionan los autores. Refugiarnos en el aire acondicionado hace más difícil que nuestro cuerpo se adapte a los rigores estivales.
La otra parte de la clave está en el motivo por el que, como comprobaron los investigadores, el aumento de las muertes vinculadas con el calor no afectaba a las poblaciones nativas australianas.
La explicación que propone el equipo está en una simple dicotomía: aire acondicionado o siesta. Mientras que las poblaciones de ascendencia europea tenderían a resguardarse del calor extremo al abrigo de edificios con aire acondicionado, los nativos australianos tenderían a una alternativa más sencilla, la de descansar en las horas más calurosas del día.
Como explican los investigadores, estas siestas no son una forma de evitar el calor en sí mismo, sino más bien de evitar la luz solar directa y de descanso. Si sustituimos esto por refugiarnos a través del aire acondicionado en cambio, nuestro cuerpo perdería capacidad para adaptarse.
Puesto que resulta imposible vivir las 24 horas del día al amparo de estos sistemas de refrigeración, los shocks térmicos causados cuando salimos a la calle pueden acabar siendo especialmente peligrosos. En algunas zonas de este territorio australiano las temperaturas máximas pueden superar los 40º Celsius en promedio, con máximas por encima de los 45º.
Los riesgos del calor
Y es que el calor conlleva un importante riesgo para las personas, especialmente para algunos grupos como los más mayores y los más pequeños. Personas con determinadas enfermedades, como las personas con problemas cardiacos también están entre los vulnerables al estrés térmico. Por supuesto en quienes desarrollan sus trabajos en la calle en las horas más calurosas del día el riesgo aumenta notablemente.
El verano también nos hace más propensos a deshidratarnos y a quemarnos. También causa una gran variedad problemas. En la mayoría de los casos, el riesgo puede reducirse notablemente evitando exponernos al calor de las horas centrales del día.
Australia no es el único país donde las siestas están ganando puntos. Hace unas semanas médicos alemanes también proponían el reposo al mediodía como forma de combatir el calor. Los termómetros bávaros alcanzaban los 38,8º y la asociación de personal de la sanidad pública BVOeGD lanzaba un llamamiento en favor del cambio en los hábitos.
Johannes Niessen, quien encabeza la asociación recomendaba “despertarse temprano, trabajar productivamente por la mañana y tomar una siesta al mediodía”, según declaraciones recogidas por Reuters.
Detrás de este cambio cultural no hay otra cosa que miedo al previsible aumento de las temperaturas derivado del cambio climático y el aumento en la frecuencia de fenómenos extremos como las olas de calor. Para muchos países del norte de Europa esto implica implementar cambios culturales que los acercan a España. Mientras tanto, en la península hará falta mirar más al sur.
En Xataka | Una defensa científica (a capa y almohada) de la siesta
Imagen | Cody Nottingham
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