Apenas llevamos dos meses en estado de alarma y cinco desde que empezamos a escuchar las primeras noticias de la COVID-19, pero sus consecuencias, que ya empiezan a ser dramáticas, podrían no haber hecho más que empezar. Según Soumya Swaminathan, científica clínica y al frente de la OMS, "pasarán cuatro o cinco años hasta que tengamos la COVID-19 bajo control", dijo en una conferencia digital de Financial Times.
"Muchos factores determinarán por cuánto tiempo y en qué medida el virus sigue siendo una amenaza, incluyendo si muta, las medidas de contención que se implementen, y si se desarrolla una vacuna efectiva" explicó. "No existe aquí una bola de cristal, y la pandemia podría empeorar potencialmente". Una visión pesimista que alarga la incertidumbre de quienes veían una salida en un plazo de entre doce y dieciocho meses, el que se baraja para la llegada de una vacuna contra el coronavirus.
A vueltas con la nueva normalidad
Sobre la vacuna, agregó que "parece por ahora la mejor salida", aunque matizando que hay muchos "peros" tanto sobre su eficacia y su seguridad, como sobre su nivel de producción como para que la distribución pueda ser equitativa, dejando entrever que la brecha entre países ricos y pobres puede acentuarse con una llegada temprana a los primeros y un mayor retraso en los segundos. No es la única consecuencia de la pandemia que vemos que acentúa la brecha social.
Peter Piot, profesor de Salud Global en la London School of Hygiene and Tropical Medicine, científico que descubrió el ébola y que dio positivo en COVID-19 y sigue en proceso de recuperación, apuntó en esa misma conferencia que el control del virus depende del desarrollo de una vacuna efectiva, pero que "eliminar la enfermedad va a requerir mucho mucho más". "Solo la viruela ha sido eliminada y erradicada como una enfermedad en humanos", matizó.
Habló también de cómo los países debemos ir preparándonos para encontrar una forma de que toda la sociedad podamos convivir con el virus, y pasar de los confinamientos duros a "medidas más granulares y específicas", algo en lo que coincidió Swaminathan comentando que "descubrir cómo alcanzar una nueva normalidad es el mayor desafío político".
También participó en esa misma conferencia Paul Franks, profesor de Epidemiología en la Universidad de Lund, quien habló del caso de Suecia y sus medidas más laxas frente al virus, explicando que "lo que se considera exitoso ahora podría percibirse más adelante como un fracaso", y avanzando que las medidas de desconfinamiento que están iniciando varios países podrían traducirse en un aumento de las tasas de mortalidad, algo que ya pudimos ver en países como Alemania, Japón o Singapur.
El propio Franks dijo que el ritmo al que los países puedan controlar el virus va a depender en gran medida de "si somos capaces de organizarnos en la sociedad mejor de lo que hemos hecho hasta ahora", algo que Piot subrayó hablando de las "burocracias ineficientes" y de otros factores públicos como algo que ha "obstaculizado" la capacidad de muchos países para detectar y rastrear el virus. "Los tests son esenciales a medida en que avancemos de fase en la pandemia, no hay alternativa, hay que invertir más en tests", sentenció Piot.
Imagen destacada | OMS.
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