Caminar es bueno. Nadie lo pone en duda. Pero ¿por qué? Aunque todo el mundo lo sabe, en realidad casi nadie sabe qué beneficios tiene un paseo diario. Es fácil dejarse llevar por un mensaje excesivamente optimista y abanderar las caminatas como si de una panacea se tratasen: bueno para la circulación, para la mente, para la autoestima, para la memoria, para el control del peso... Y, aunque es importante no caer en el sensacionalismo, lo cierto es que caminar es una de esas actividades que no tiene casi ningún aspecto negativo. Vamos a ver qué dicen los estudios científicos al respecto.
Caminar es beneficioso para el cuerpo y bueno para la mente
Caminar es una actividad tan común que muchas personas se hacen muchos kilómetros diarios sin salir apenas de su domicilio y sin darse cuenta. Por ello, centremos el tiro: cuando aquí hablamos de caminar, lo hacemos pensando en el acto de pasear, es decir, sin intención específica de realizar un desplazamiento necesario. Aun así, probablemente muchos de los beneficios encontrados también puedan atribuirse a cualquier caminata, siempre que esta tenga un componente de exterior.
¿Y de qué beneficios hablamos? En la lista encontraremos algunos tan inespecíficos como que mejora la salud y el estado de ánimo o que prolonga la vida. Otros, por el contrario, son mucho más concretos: ayudan a mantener un sueño de mayor calidad, mejoran las capacidades cognitivas y la velocidad de procesamiento operante, reducen la posibilidad de sufrir enfermedades metabólicas o mejoran la adquisición de calcio en los huesos entre muchísimos otros atributos. No obstante, hemos venido a analizar la realidad científica. ¿Qué beneficios cuentan con un aval científico claro?
Cojamos como puntos de referencia algunos metaestudios (análisis que revisan la literatura científica existente para sacar conclusiones más asentadas). Por ejemplo, en este del Departamento de Epidemiología y Salud Pública del University College de Londres, encontramos que caminar está inversamente relacionado con acabar en un hospital o clínica (en atención primaria, concretamente), o, en otras palabras, caminar nos ayudará a mantenernos lejos de los problemas que nos llevarían a tener que acudir a un centro de salud. Eso sí, los investigadores dejan claro que, aunque la relación es clara, y los más de 450.000 participantes lo atestiguan, el porqué es desconocido.
Perder y mantener el peso también es más fácil con paseos regulares, tal y como comprobaron estos investigadores de Programa de Investigación Biomédica para Estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan. Si seguimos con los valores fisiológicos, caminar puede ayudarnos a mantener una correcta mineralización del hueso, al menos si somos mujeres, como muestra este estudio, pero probablemente también se pueda extrapolar a los hombres. El control arterial y de presión también resulta más eficiente con una cantidad adecuada de caminar al día, tal y como comprobaron los investigadores del Departamento de Medicina Preventiva y Biometría, Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Colorado.
Caminar también es bueno para combatir la depresión y mantener a raya sus efectos adversos, tal y como muestra este otro metaanálisis que incluye a más de 14.000 participantes. Eso sí, los investigadores indican que "Si bien caminar es un tratamiento prometedor para la depresión o los síntomas depresivos con pocas, si las hay, contraindicaciones, sería beneficioso realizar más investigaciones para establecer la frecuencia, intensidad, duración y tipo de intervenciones efectivas para caminar, particularmente en poblaciones de atención primaria, para brindar recomendaciones adicionales". Caminar no tiene por qué ser en solitario, sino que también puede ayudarnos a conectar con los demás.
Dar un paseo por el campo es un método bastante seguro de obtener numerosos beneficios para la salud, especialmente si hablamos a nivel psicológico, como muestra este (uno de tantos) meta estudios que comprueba la relación de menor incidencia de cáncer, problemas neurológicos, respiratorios y mortalidad. Pero no hace falta que nos vayamos a lugares tan tétricos. Lo cierto es que caminar también tiene beneficios positivos per se (y no solo por reducir los efectos negativos).
Así, el contacto con la naturaleza, de hecho, puede ayudarnos en cosas tan cotidianas como la hora de trabajar. Un paseo de descanso puede servir para restaurar la creatividad y las ganas de dar el callo, tal y como comprueban diversos estudios. Incluso, apuntan investigadores de la Stanford University, ayuda a aumentar la creatividad de quienes pasean de forma regular, aunque el contacto con la naturaleza es, en este caso, muy importante, como decíamos. Hasta existen estudios que vaticinan cierto beneficio en la salud de los jugadores de golf ¡debido a sus paseos!
Ni qué decir tiene que deambular ociosamente es claramente beneficioso contra diversas enfermedades, especialmente las de tipo metabólico. Por ejemplo, contra la diabetes, la esclerosis múltiple, controlar el colesterol... La miríada de puntos positivos es llamativa, como poco. ¿Y no tiene puntos negativos? Pues, en realidad, no tiene prácticamente ninguno. Caminar no es una actividad que en condiciones normales provoque desgaste o patologías. Por supuesto, esto es una generalización, pero podemos decir que, para un cuerpo sano, andar es una de las actividades más comunes y naturales que existen, con diferencia.
¿Cuánto hay que caminar para ganar sus beneficios?
Aquí llegamos a un terreno más farragoso. Aunque existen cientos de miles de estudios al respecto, poco se centran en la cantidad concreta o la intensidad de la caminata. Prácticamente la totalidad coincide en una cosa: la actividad debe ser constante a lo largo de la semana. Es decir, no vale con salir una o dos veces. Es conveniente salir todos los días, al menos, para obtener los beneficios del paseo.
Mientras que algunos estudios hablan que con solo cinco minutos de caminata es suficiente para notar algunos aspectos positivos, lo cierto es que en la guía de salud promovida por la OMS se recomienda una actividad física de, al menos, una hora, aunque esta hace referencia a la actividad moderada (o ejercicio físico). En términos generales está claro que es imprescindible mantener ciertos niveles de actividad (al menos 150 minutos a la semana), y el caminar puede ayudarnos a ello.
Dicho todo lo anterior, por desgracia, no se puede acotar un tiempo determinado para adquirir todos los maravillosos beneficios de los que hablábamos. Dependiendo de cada persona, y cada situación, y hasta cada beneficio, este puede variar hasta puntos increíblemente diferenciados. En tal caso, la hora de actividad física determinada por la OMS, y avalada por la investigación científica, puede suponer un buen sucedáneo para determinar cuánto tiempo necesitamos de caminata al día.
Caminar no es una panacea, ni lo será nunca
Hablar de lo bueno que es dar un paseo está muy bien, pero no podemos caer en la panacea universal. No es cuestión de malinterpretar el hecho de que solo tenga beneficios, y no perjuicios, con la idea equivocada de que ponernos a andar es la solución de todos nuestros problemas de salud. Ni siquiera un poco. La razón se explica en una sencilla frase: "caminar no te servirá para adelgazar, pero si no caminas, no adelgazarás". Cambiemos adelgazar por cualquiera de los otros beneficios. En otras palabras, caminar es, por decirlo de alguna manera, el mínimo de actividad física que un cuerpo sano debería tener diariamente.
Esto sirve para entender que, si bien es una cuestión positiva, en realidad, un paseo diario, como mínimo, debería ser una actividad de base. Vivimos en un mundo poco activo, sobre todo si lo comparamos con el de 100 años atrás. El trabajo, la cotidianidad, el ocio y la cultura de la época contemporánea nos han dirigido hacia el sedentarismo. Y el sedentarismo es una de las mayores epidemias no contagiosas del momento.
Con el sedentarismo llegan la obesidad, la diabetes, el cáncer y un sinfín más de horribles formas de sufrir y perecer. Andar todos los días un rato es una línea básica de flotación que hemos dejado atrás en muchos casos. Por eso, no tiene sentido buscar el caminar como si fuera una panacea que servirá para, como decíamos, adelgazar más rápido o sentirnos más activos. Más bien, no deberíamos dejar de dar un paseo diario jamás (a excepción de circunstancias obvias, como la enfermedad o los problemas de movilidad).
No hace falta buscar el poder de una buena caminata. Deberíamos convivir con ella todos los días. Es una cuestión puramente fisiológica y psicológica. Nuestros músculos, tendones y huesos necesitan la actividad física y los cambios metabólicos que esta le brinda. Nuestra mente necesita variar sus procesos mentales, relajar los pensamientos operantes, reflexionar o, sencillamente, quedarse en silencio. Andar, dar paseos, salir al campo, no es, ni será nunca una panacea porque es algo que necesitamos como el respirar.
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