El problema del ritmo circadiano: cómo es tener un cuerpo que te pide dormir durante el día y te mantiene despierto toda la noche

El ritmo circadiano determina el funcionamiento fisiológico de nuestro cuerpo. Pero, lejos de ser homogéneo, existen algunas diferencias interesantes entre personas. Entre ellas la existencia de personas matutinas y vespertinas.

Esto hace referencia a las personas que se sienten más activas durante el día o durante la noche, respectivamente. No es una cuestión solo de costumbres, sino que tiene un trasfondo genético y físico. Es más, también tiene una serie de consecuencias importantes para nuestra salud.

Búhos y alondras: personas vespertinas y matutinas

Sí, hay una diferencia entre las personas que se sienten más activos durante la noche y los que lo hacen durante el día. Tanto es así que existe un término coloquial para diferenciarlos: alondras y búhos. También existe uno más técnico: matutinos y vespertinos. Mientras que los primeros presentan mayor actividad por las mañanas, los segundos lo hacen cuando decae el día.

Las personas matutinas suelen despertar con facilidad por la mañana y comienzan su actividad con soltura, rápidamente. A medida que transcurre el día, su rendimiento va bajando. En circunstancias normales, concilian el sueño fácilmente por la noche, y suelen sentirse cansados con la falta de sol.

Por el contrario, las personas vespertinas necesitan de un mayor esfuerzo para despertar completamente, sintiéndose perezosas y torpes por las mañanas. A medida que avanza el día, se sienten más lúcidos y ágiles mentalmente. A la hora de ir a la cama, por la noche, permanecen más tiempos activos y puede que tarden en conciliar el sueño, aunque esto no es determinante.

En general, estos dos hábitos obedecen a dos cronotipos. Un cronotipo es como se denomina a un ciclo circadiano concreto, adherido a un ritmo concreto. Los cronotipos determinan muchos aspectos conductuales, además de fisiológicos (todo está relacionado, al fin y al cabo). Estos no son estáticos y dependen de nuestro propio ciclo circadiano.

El reloj interno que lo determina todo

Todos los seres vivos poseemos un reloj interno que determina el funcionamiento circadiano, es decir, en torno a las 24h que tiene un día. Dicho reloj marca los ritmos diarios, pero también a largo plazo. Este reloj tiene un funcionamiento interno, hasta cierto punto independiente, pero se ajusta todos los días mediante ciertos estímulos. El principal de ellos es la luz del sol.

Para poder funcionar, el ritmo circadiano activa una cascada de actividades que afectan de diversas manera a los diferentes órganos. Por ejemplo, el páncreas segrega más insulina durante las horas del día, que deberían ser aquellas en las que nos alimentamos, y funciona de forma más lenta por la noche, cuando no deberíamos tener necesidad de comer.

La pieza protagonista del ritmo circadiano es la melatonina, una hormona encargada de controlar estas cascadas metabólicas de las que hablábamos o, en otras palabras, controlar cómo se comportan nuestro cuerpo. Esto también afecta a nuestra actitud y nuestro ánimo, por descontado.

¿Qué ocurre cuando nuestro ritmo se descuadra?

¿Cómo se adquiere un cronotipo? En general, nuestro ritmo circadiano es adaptativo. Esto quiere decir que podemos moldearlo según nuestras necesidades. ¿De qué manera? Forzándonos a ciertos horarios. No es tarea fácil, como ahora veremos, pero con el tiempo dicho ritmo biológico se adapta y se desplaza. Así, una persona matutina se puede volver vespertina. La segregación de melatonina cambiará su horario y los ajustes se harán por otros tipos de estímulos.

El sol, que inhibe la segregación de esta hormona, puede provocar un problema de adaptación, pero tenemos medidas para evitar la luz diurna en nuestras casas. En definitiva, podemos adaptar dicho ritmo casi sin complicaciones, más allá de pasar un periodo de adaptación. ¿Y qué ocurre durante ese periodo de adaptación? O, en otras palabras, ¿qué ocurre cuando un ritmo circadiano se descuadra?

A corto plazo, las personas con un cronotipo descuadrado padecen síntomas de cansancio y torpeza, toma de decisiones impetuosas y poco reflexionadas. En su etapas más agudas hay cambios de humor y pueden darse principios de depresión. Otra cuestión más importante, como podemos imaginar, aparece a nivel fisiológico. Efectivamente, no seguir nuestro ritmo circadiano puede afectar al metabolismo de diversas formas.

Entre otras cosas, afecta a diversas enfermedades inflamatorias o problemas metabólicos de todo tipo, incluyendo la diabetes, la acumulación de grasas, enfermedades coronarias o síndrome metabólico. En animales, sabemos que interrumpir el ritmo circadiano termina resultadno letal. Para los seres humanos, las respuestas no son mejores. Claro, esto nos lleva a la cuestión con la que comenzábamos: no todo el mundo tiene el mismo cronotipo.

La diferencia entre nocturnos y diurnos

Algunos estudios, como este realizado por la Universidad de Granada, indican que no está bien forzar a las personas con cierto cronotipo a trabajar fuera de su horario "natural". Como decíamos, esto puede afectar su capacidad de tomar decisiones, debido a una falta de control cognitivo que provoca impulsividad, por poner solo un ejemplo. Pero, si las personas pueden elegir su momento de actividad, adaptando tu ritmo circadiano, ¿por qué sería esto un problema?

Porque, en realidad, no siempre es posible adaptarnos fácilmente. En primer lugar, como la pescadilla que se mueve la cola, existen diferencias de personalidad entre personas matutinas y vespertinas, y estas promueven un hábito, tal y como muestra este estudio de la Complutense de Madrid. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? La respuesta no es tan importante porque, al final, lo que verdaderamente importa es el comportamiento que adoptan las personas.

Por otro lado, también existe otra cuestión de carácter genético. El gen CLOCK, de Circadian Locomotor Output Cycles Kaput, codifica una proteína implicada en la regulación de los ritmos circadianos y fue identificado por el grupo de Joseph Takahashi en 1997. Curiosamente, asociado a este gen se encontró una mutación en 2008 cuyo efecto se manifiesta en la personalidad de la persona, que es más dócil y complaciente.

El gen CLOCK predispone nuestro cronotipo a matutino y vespertino. No quiere decir que no podamos adaptarnos a otro ritmo, sino que tenemos cierta tendencia. Este gen también ha sido relacionado con problemas del desarrollo cognitivo, obesidad y otras cuestiones metabólicas. En conclusión, está claro que nuestro ritmo circadiano es mucho más que una serie de comportamientos ajustables. Hay una serie de patrones predefinidos que hacen que tendamos hacia una u otra fase del día. Y, mucho más importante, estas características están indudablemente ligadas a nuestra salud.

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