Hasta donde sabemos, solo ha ocurrido dos veces. La primera fue en 2003, en la provincia de Chapare, Bolivia. Primero fue la fiebre, el dolor de cabeza, las artralgias, el dolor detrás de los ojos y estómago, la irritabilidad. Después fueron los vómitos, la diarrea, el sangrado de las encías y la nariz, las erupciones en la piel y, en un solo caso, 14 días después de que se iniciaran los síntomas, la muerte.
La segunda fue en 2019, en La Paz. El brote causó cinco enfermos y tres fallecidos. Dos de estos formaban parte del equipo médico que atendió a los pacientes iniciales sorprendiendo a las autoridades sanitarias del país. Y es que el Chapare mammarenavirus era un virus extraño.
Provoca una fiebre hemorrágica que tiene síntomas parecidos al ébola, sí; pero sobre todo, al dengue (hemorrágico), una coincidencia que parece probable que haya hecho pasar bajo el radar a la enfermedad durante muchos años. Ahora un equipo de investigadores del CDC norteamericano acaba de presentar datos muy interesantes sobre esta desconocida enfermedad que, pese al sensacionalismo con el que se ha tratado y por ahora, es poco preocupante a nivel global.
¿Se está haciendo viral un brote que afectó a cinco personas en 2019?
Efectivamente. Y el motivo es sencillo: un grupo de investigadores ha analizado a fondo el brote y lo ha presentado en la reunión de la Sociedad Americana de Medicina e Higiene Tropical (ASTMH) que se celebra estos días. La información es fundamental para mejorar los tratamientos y el manejo de la enfermedad, pero está muy lejos de ser una amenaza sanitaria de primer orden.
Sin lugar a dudas, el asunto más importante que han presentado los investigadores es que hay evidencias de que el virus puede contagiarse entre personas. "Nuestro trabajo confirma que un médico residente, un médico de ambulancia y un digestivo contrajeron el virus después de encontrarse con pacientes infectados. [Esto nos lleva a pensar] que muchos fluidos corporales pueden potencialmente portar el virus", explicaba Caitlin Cossaboom, epidemióloga del CDC
Esto cambia radicalmente la forma en que los profesionales sanitarios abordan a los pacientes con esta enfermedad e implica que el manejo de casos sospechosos deba hacerse con sumo cuidado (para evitar el contagio vía sangre, orina, saliva o semen). Por otro lado, los investigadores también han proporcionado evidencias preliminares respecto a la especie de roedor que hace de reservorio del virus. De confirmarse, podían ejecutarse estrategias interesantes de cara a controlarlo antes de que salte a los seres humanos.
Por lo demás, el virus de Chapare es un arenavirus emparentado con el virus Lassa y el virus Machupo para el que no tenemos tratamiento específico. Poco más. Sigue siendo la misma rara enfermedad local que era hasta hace unos días. El único cambio verdaderamente clave es que esta investigación va a sentar las bases para desarrollar PCRs que permitan saber el alcance real de la enfermedad y encararlo directamente. Y que los médicos bolivianos estará más seguros a partir de ahora. Más que suficiente.
Imagen | La foto de portada, del CDC, es una imagen de microscopio electrónico de un ebolavirus aislado en 1976.
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