Los efectos pueden ser de lo más variados, desde causarnos ansiedad hasta protegernos del Alzheimer
El café es una de las bebidas más consumidas en el mundo. Es quizás por ello que los efectos sobre nuestro bienestar, los positivos y los negativos, de su consumo despierten el interés. No solo el de los consumidores, también el de los científicos.
Durante las últimas décadas han sido varios los estudios que han encontrado vinculaciones positivas entre el consumo del café y nuestra salud. Hace unos años un equipo de expertos realizó una revisión de los estudios realizados hasta entonces, que fue publicada en la revista British Medical Journal. Observaron que los beneficios parecían resaltar sobre los posibles perjuicios.
Los autores de esta revisión admitían que, aun con todos los estudios realizados existían algunas preguntas por contestar. Uno de los posibles “peros” que señalaban era que los estudios que habían analizado eran observacionales, donde resulta extremadamente difícil controlar todas las variables potencialmente relevantes.
Desde entonces otros trabajos han ido asentando esta noción. Un ejemplo es el publicado en 2018 en la revista JAMA Internal Medicine, en el que se estudiaba el consumo elevado de café en relación con la mortalidad, añadiendo factores genéticos relacionados con la metabolización de la cafeína en el análisis.
Observaron que incluso entre quienes tomaban más de una taza de café al día la relación entre consumo de café y mortalidad era inversa.
Como tenemos que recordar a menudo, el haber encontrado una correlación no implica que hayamos comprendido la relación de causalidad. En el contexto de la alimentación, por ejemplo, suele ser difícil aislar el efecto de uno u otro alimento. Sin embargo un punto de partida es el de tratar de indagar en qué aspectos más concretos de la salud pueden estar produciéndose cambios y cómo se asocian estos al consumo de café.
Uno de los focos tradicionales a la hora de comprender la relación café-salud ha estado en la salud cardiovascular. Al fin y al cabo la cafeína es un estimulante del sistema nervioso central que afecta a nuestro corazón. Entre sus efectos secundarios podemos encontrar la aceleración del pulso, y entre los síntomas de una sobredosis de cafeína están el dolor en el pecho y un pulso irregular.
El papel del cerebro
Sin embargo otros estudios han tomado otros derroteros y han tratado de buscar cómo se relaciona el café con otras partes de nuestro cuerpo. Como el cerebro.
Uno de los estudios que analizó los efectos del café en el cerebro fue el publicado en 2021 en la revista Molecular Psychiatry. Los autores analizaron los patrones cerebrales en dos grupos de personas, consumidores habituales de café y no consumidores.
No solo descubrieron que los consumidores presentaban menor grado de conectividad y mayor que estrés: según los autores del trabajo, este patrón se acentuaba con el grado de consumo y también podía observarse cuando se administraba café a los participantes del grupo de no-consumidores.
A más largo plazo, algunos grupos de investigadores se han centrado en dilucidar la relación entre consumo de café y la aparición de enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson o el Alzheimer. Los resultados… variados.
Un estudio publicado en la revista Journal of Alzheimers Disease señalaba en 2010 la posibilidad de que el consumo de café pudiera tener un efecto protector en estos contextos. Una posibilidad poco definida ya que, como señalaban los autores, solo tres de los cinco estudios que contrastaron secundaban esta hipótesis.
Tampoco parece existir consenso entre los estudios publicados más recientemente, pero puede entreverse un creciente número de estudios en favor de esta hipótesis.
Entre los más recientes uno publicado en 2023 en la Journal of Agricultural and Food Chemistry que observa una relación inversa entre el consumo de café y la acumulación de las proteínas tau, unas moléculas que han sido vinculadas con la aparición de la enfermedad del Alzheimer, una enfermedad sobre la que aún sabemos muy poco.
Aún son muchas las incógnitas que tenemos sobre el consumo del café. Una de ellas es si existen alternativas más saludables con los mismos efectos beneficiosos, como podría ser el caso de otras infusiones.
Como hemos explicado antes, la cafeína es un estimulante del sistema nervioso central cuyo consumo excesivo puede generar problemas propios de una intoxicación. Es por eso que las autoridades sanitarias establecen algunas cifras de referencia de consumos máximos de esta sustancia.
Estos máximos pueden variar según las circunstancias individuales, como el “estándar” para una persona adulta y sana de 400 mg por día, el máximo teórico para una embarazada de 200 mg al día, o el límite para adolescentes de 100 mg al día.
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Imagen | Madison Inouye
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