China acaba de aprobar la patente de la vacuna que hace solo unas semanas la autoridad sanitaria china aprobó para uso militar. Además de frases como la que encabeza este artículo ("rápida y fácil de preparar", "puede ser producida en masa en un breve periodo de tiempo" y "buena respuesta inmunológica en ratones y roedores, y puede inducir al cuerpo a producir una fuerte respuesta inmune celular y humoral en poco tiempo"), no hay muchas más novedades sobre una vacuna que ya en su momento fue muy polémica por empezar a usarse antes de que los estudios en Fase 3 terminaran.
De la vacuna, desarrollada por la biotech CanSino y la Academia Militar de Ciencias del país, no se sabe mucho más más. Sin embargo, este movimiento, unos días después de que Rusia anunciara con bombo y platillo una vacuna que, sobre el papel, estaba mucho menos desarrollada que la suya ha hecho que China se ponga las pilas en su campaña por salir reforzada de la pandemia pese a tener todo en contra. La geopolítica de la vacuna parece que ha llegado para quedarse.
Una carrera biotecnológica que esconde mucho más que biotecnología
A finales de julio, la Academia Joven de España contaba que había 218 vacunas en marcha de las cuales 26 se encontraba en fase de validación clínica. En las últimas semanas solo un puñado de ellas ha llegado a Fase 3; es decir, solo unas pocas han conseguido acumular suficientes pruebas de seguridad y eficiencia como para iniciar estudios grandes. Un paso fundamental para avalar su uso.
Sin embargo, la tensión entre las principales vacunas es muy alta. En los últimos meses, conseguir la primera vacuna ha ido ganando prestigio social hasta convertirse en el oscuro objeto de deseo de todos los actores geopolíticos del momento (China, EEUU, Europa, Rusia, etc...). Puedan o no puedan competir en esa liga, de hecho. Antes del COVID, la gran carrera biotecnológica parecía librarse en el terreno de la edición genética y tenía muchos de los elementos de las grandes carreras tecnopolíticas de la Guerra Fría (incluso los negativos).
¿Qué podemos esperar? Más prisas, más propaganda y, seguramente, más recursos por alcanzar una vacuna útil. Esa es la paradoja de estos momentos: el mismo fenómeno que puede acabar derivando ingentes cantidades de recursos al desarrollo de tratamientos y vacunas, esconde dinámicas que pueden acabar por erosionar la confianza del público sobre esas mismas vacunas y tratamientos. Será un reto salir indemnes de ello.
Imagen | Morning Brew
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