Efectivamente, medicamentos como el ibuprofeno de 600, el paracetamol de un gramo, el Omeprazol o los antihistamínicos deben venderse con receta. Y no, no es algo nuevo: La Ley de Garantías y Uso Racional de los Medicamentos obliga desde 2015 a poner freno al caos farmacológico en el que se ha convertido España en las últimas décadas. Una obligación que, durante años, ha sido papel mojado.
La práctica habitual es que las farmacias hicieran la vista gorda y vendieran medicamentos sin receta. Pero eso está a punto de acabarse. Con la definitiva puesta en marcha del Sistema Español de Verificación del Medicamento encontrar ciertos medicamentos que necesitan receta se va a convertir en un imposible.
El caos de las pastillas
¿El SEVeM? El Sistema Español de Verificación del Medicamento es mecanismo español para cumplir con la Directiva anti-falsificación de la Unión Europea. La idea, ya de paso, es utilizar la información de los medicamentos autenticados en el sistema para ejercer un control más estricto de las medicinas (y controlar los pagos del Sistema público de Salud). De esta forma, se genera un registro muy preciso de qué se vende y qué no gracias al cual los inspectores podrán imponer sanciones que oscilan entre los 3.000 y los 6.000 euros.
Farmacéuticos contra la automedicación. Esto es, no hace falta decirlo, un importante dolor de cabeza para unas farmacias acostumbradas a malcriar a los clientes. Las quejas no se han hecho esperar: la profesión farmacéutica se queja de los recortes de autonomía y es cierto que, al hacer el sistema totalmente médicodependiente, no se entiende del todo bien para qué se necesita una profesión sanitaria reglada a cargo de las boticas.
Pero, ante la evidencia de que el país tiene unas altísimas tasas de automedicación, tampoco hay mucha más opción (con los consiguientes problemas e inconvenientes para los usuarios que, salvo contadas excepciones, lo tendrán difícil para burlar la prescripción obligatoria). Por eso, como comentaban en El Confidencial, muchos colegios profesionales han empezado a hacer campañas para concienciar a los clientes de la importancia de evitar la automedicación en un intento por reducir que los problemas colapsen las farmacias durante estos meses.
Otras soluciones. Sin embargo, soluciones hay. Como señalaba el Ministerio de Sanidad ante las quejas por la prescripción obligatoria, "existen suficientes medicamentos que contienen Ibuprofeno (108 con receta y 55 sin receta) o Paracetamol (143 con receta y 98 sin receta) como para que las farmacias tengan problemas para atender la demanda". Es decir, los productos con menor toxicidad como el ibuprofeno de 400 miligramos o el paracetamol de 650 se seguirán vendiendo con normalidad.
Dos pastillas en lugar de una. Esto causa mucha incredulidad entre los consumidores. No faltan las voces que señalan que basta con tomar una pastilla y media de ibuprofeno 400 para que la dosis sea idéntica a la que necesita receta. Y es cierto, pero si nos centramos en burlar la medida, nos olvidamos de por qué existe: porque estar sobremedicados es peligroso para la salud. Aumentan los efectos secundarios, sin aumentar la efectividad de la medicación.
El impuesto de la automedicación. Peligroso y más caro porque las farmacéuticas (que no pierden oportunidad) han visto un importante nicho en crear productos con dosis que no necesiten prescripción. A un precio mayor que los productos con receta, claro.
Imágenes: Jose Antonio Gallego Vázquez, Ana Luisa Gamboa y Brett Jordan
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