Chips que se introducen dentro de nuestro cuerpo y se disuelven al cabo de unos días, una vez realizada su misión. Suena a ciencia ficción, pero en eso andan los investigadores de un par de universidades estadounidenses.
Juntos han desarrollado un sensor que se puede colocar en zonas del cerebro y es tan pequeño como un grano de arroz. Es capaz de registrar información tan valiosa como la temperatura o presión intracraneal, pero lo más interesante del asunto es que se desintegra - el cuerpo lo absorve - sin causar daño al paciente.
Al cabo de unos cinco días es cuando nos cuentan que desaparece, con ello no hace falta volver a realizar cirugía para sacar el sensor. No es la primera vez que se crean sensores que se quedan dentro de nuestro cuerpo, pero sí nos aseguran que estos eliminan en gran medida cualquier riesgo de infección o rechazo.
Inicialmente creado para el cerebro, podría extenderse a otros órganos en los que se necesite monitorizar constantes, o bien evolucionar para conseguir registrar algo más que temperatura y presión.
El sensor está creado con silicio y PLGA, que es un polímero biodegradable, y ha sido testado en ratas de laboratorio. Detrás de este desarrollo están las Universidades de Medicina de Illinois y Washington, también ha invertido en ello DARPA, entre otras instituciones del país.
Sensores inalámbricos
En una intervención intracraneal es vital determinar la presión, y por lo visto no es un campo que se haya evolucionado demasiado desde los años ochenta: los dispositivos son grandes y necesitan cableado. Este segundo punto es uno de los que pueden evolucionar con el trabajo que os presentamos, ya que se introduce la idea de que esos sensores son inalámbricos.
Más información | EurokAlert
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