La COVID-19 todavía es una enfermedad con muchas incógnitas. Sin embargo, su gravedad es algo que no se puede discutir. Las consecuencias de un caso complicado por COVID-19 son numerosas e importantes.
Superar la enfermedad no tiene por qué ser el fin, sino que puede ser el comienzo de una difícil recuperación para algunas personas. Los pacientes que pasan por cuidados intensivos y se recuperan pueden sufrir un gran número de secuelas importantes: atrofia muscular, mayores probabilidades de sufrir accidentes vasculares, problemas renales o, incluso, problemas psicológicos. A medida que aprendemos más sobre la enfermedad, más importantes se muestran sus consecuencias.
Qué ocurre cuando se complica la COVID-19
Los síntomas típicos de coronavirus constan de fiebre, tos y dificultad para respirar. Menos conocidas son las complicaciones por la enfermedad. Llegados a este punto, según la información oficial, la gran mayoría de complicaciones provienen de la neumonía producida por el daño en los pulmones. Los estudios realizados hasta la fecha coinciden en que el virus, aunque afecta de forma general, ataca especialmente al tejido pulmonar.
Esto provoca un mal funcionamiento y la entrada de otros patógenos que agravan la neumonía, que es una infección e inflamación de los pulmones. La neumonía impide la respiración, ya que estropea los alvéolos y el intercambio gaseoso. Como consecuencia, el cuerpo tiene acceso a menos oxígeno. De ahí que una de las necesidades principales sea contar con respiradores para compensar esta falta del mismo.
Pero esto no es todo. La neumonía puede continuar con una sepsis, una infección generalizada. La falta de oxígeno puede provocar problemas en otros órganos afectados por el virus. Incluso se ha registrado daño neurológico importante, como ahora veremos. Esto tiene un gran peso no solo a la hora de superar la enfermedad, sino también una vez que hemos salido del hospital.
Las enfermedades que llegan tras el coronavirus
La infección por SARS-CoV-2 tiene consecuencias a varios niveles. Uno de los más conocidos está asociado a la neumonía y la falta de oxígeno que se genera por su culpa, pero no es el único. La falta de riego, el daño neurológico o la citotoxicidad generan daños en diversas partes del cuerpo. Estos son los principales problemas detectados en algunos pacientes curados de COVID-19 y que pasaron por la UCI:
Cronificación de la neumonía
Los primeros indicios observados en los primeros pacientes graves que han superado la enfermedad muestran una cara bastante preocupante: la cronificación de la enfermedad. Muchos de los pacientes que han superado su estancia en la UCI se enfrentan a una inflamación recurrente derivada de problemas inmunitarios causados por la enfermedad, según apuntaban especialistas del Departamento de Medicina Interna del Hospital Clínico de Erlangen.
Daños Renales
La propia hipoxia puede generar daños en los riñones, algo que se viene observando asociado a la neumonía, tanto vírica, como la de COVID-19 u otros tipos. Según el nefrólogo Michael J. Ross, profesor de Medicina y profesor de Biología del Desarrollo y Molecular en la Facultad de Medicina Albert Einstein, entre el 20 y el 30% de los ingresados en la UCI necesitan diálisis durante su recuperación y puede que también tras salir del hospital.
Atrofia muscular
Otra enfermedad crónica reportada por la División de Medicina Neuromuscular del Hospital General de Massachusetts entre los pacientes recuperados es la atrofia muscular. Esto no es solo propio del coronavirus, sino de todas las enfermedades que requieren de mucho tiempo con ventilación asistida y hospitalización prolongada. Su incidencia no es baladí, pues afecta a entre el 25 y el 90% de los pacientes, según datos del Departamento de Enfermería de la ATEI Thessaloniki.
Para compensar este problema, existen protocolos para mantener en movimiento, dentro de sus posibilidades, a los pacientes de gravedad. Sin embargo, el caso de la COVID-19 hace mucho más difícil trasladar al paciente a una sala de rehabilitación, o tan siquiera que un profesional pueda acercarse a tratarlo.
Problemas cardiorrespiratorios
En 2015, el epidemiólogo Sachin Yende, del centro médico de la Universidad de Pittsburgh, publicó una importante revisión que relacionaba la estancia en la UCI por neumonía con un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares en los años siguientes a la recuperación. En concreto, el especialista indicaba que los pacientes padecen hasta cuatro veces más posibilidades de sufrir un accidente vascular. Eso incluye a los afectados por la COVID-19 con un cuadro complicado por la neumonía, claro.
Problemas neurológicos
Asociada a la enfermedad, los médicos han descrito la cefalea, el mareo, mialgias y la ya conocida anosmia (la incapacidad para oler). Entre los pacientes de Wuhan que han superado la enfermedad se ha reportado varias consecuencias neurológicas importantes: la encefalopatía, en un hombre de 74 años o la ataxia, epilepsia y daños en los nervios periféricos, en diversos pacientes. Entre los mecanismos de afección, indican los médicos del Departamento de Anestesiología y Medicina Perioperatoria del Hospital de la Universidad de Medicina de Nanjing, en China, está la inflamación del cerebro, la hipoxia y la viriasis.
Todavía se entiende poco sobre cómo afecta el virus al tejido neuronal, puesto que algunos de sus mecanismos moleculares no se comprenden del todo. Pero, según ponen de manifiesto los estudios que antes señalábamos, existe una combinación de daños por falta de oxígeno y por la propia infección que puede afectar negativamente al cerebro de los pacientes recuperados.
Imágenes | Hospital Clinic/Flickr, Unsplash
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