La "trampa matemática" de los propósitos de Año Nuevo: la ciencia sabe que somos demasiado optimistas y ambiciosos

Por suerte, esa misma ciencia nos explica cómo hacerlo mejor y no morir en el intento

En 2014, Dai, Milkman y Riis demostraron algo que (aunque pueda parecernos de perogrullo) nadie se había molestado en demostrar hasta ese momento: que justo después de el 1 de enero, las búsquedas de términos como "dieta", las visitas al gimnasio y las listas de objetivos se disparaban.

Y es que nos encanta usar 'Año Nuevo' para reflexionar sobre el pasado y planificar el futuro.

Pero nos dura poco. Por desgracia, para finales de mes la mayor parte de nosotros los habremos olvidados en el fondo de un cajón. En Reino Unido, "solo el 9,2 por ciento de las personas sintieron que lograron alcanzar su objetivo en 2017". Es razonable, por tanto, que la pregunta de cómo evitar este fenómeno se haya convertido en uno de los temas centrales de estas semanas.

Y hay muchas teorías.

Muchas teorías y una trampa. Al fin y al cabo, como explicaban en The Psychologist, "parte del problema es que las personas, en general, no saben ignorar su estado actual para tomar decisiones sobre cómo se sentirán en el futuro". Es decir, los objetivos que nos ponemos se ven "inundados" por el optimismo de Año Nuevo y eso hace que nos pasemos de frenada.

Y no solo subestimamos la dificultad de cumplir los objetivos; subestimamos también la fuerza de las tentaciones. Es decir, contra el objetivo de "comer comida más saludable" no solo afecta el problema de comprar alimentos y prepararlos en mitad de nuestra ajetreada vida diaria; también el hecho de que, en fin, a veces nos apetece comer comida basura.

Por eso lo peor que podemos hacer es dividir nuestros esfuerzos. Esa es la trampa.

El que mucho abarca, poco aprieta. Y es que, nos guste o no, cada nuevo objetivo que nos marcamos reduce los recursos (materiales, temporales, psicológicos) que podemos dedicar a cada uno de ellos. Por eso, siquiera a nivel estratégico, la concentración vence a la ambición: mejor hacer una cosa o dos o tres que no hacer catorce, quince o dieciséis.

¿Y entonces? ¿Qué hacemos? Hay muchas cosas que hacer (tener planes para los momentos de tentación, encontrar un propósito de fondo, no confiarse demasiado, buscar apoyo social o tomárnoslo con calma), pero si nos centramos en cómo luchar contra la "trampa matemática": planificar.

Como explicaban Jake Campling, Jackie Andrade, David J. Kavanagh y Jon May, la planificación es fundamental. Evaluar correctamente los recursos que tenemos y los recursos que cada objetivo nos va a requerir es un paso elemental de cara a que los planes se hagan viables.

Pero la planificación va más allá. En 2013, Aukje Verhoeven descubrió que si queríamos hacer planes exitosos, necesitábamos adelantarnos a losproblemas y tener micro-planes claros ante los problemas más probables. Eso es inasumible si tenemos muchos "objetivos de Año Nuevo" encima de la mesa

Imagen | Brett Jordan

En Xataka | Los pesados de los propósitos de Año Nuevo tienen razón: así funciona el "efecto de nuevo comienzo".

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