La mayor calima que se recuerda en la Península en los últimos años está dejando imágenes dignas de recordar, pero también un reguero de narices irritadas, ojos rojos y complicaciones respiratorias por toda España. Y es que, pese a que el fenómeno es común en algunas zonas del país, el polvo en suspensión y sus consecuencias sanitarias están dejando descolocados a muchos de nosotros. ¿De verdad es tan preocupante como se dice? ¿Tenemos que reducir todo lo que hacmeos al aire libre? ¿Podemos hacer deporte con la calima ahí fuera?
La calima empeora la calidad del aire. Efectivamente, más allá de la espectacularidad, lo cierto es que la calima empeora considerablemente la calidad del aire. En general, estas intrusiones de polvo provocan un aumento repentino de partículas en suspensión (sobre todo, las de diámetro mayor de 10 micras). Sin embargo, como demuestran los medidores de calidad del aire disparados, la situación está siendo excepcional en la península. Para que nos hagamos una idea, como explicaba Roberto Granda, "en Segovia, Jaén o Granada respiran hoy peor que en la capital de la India", una de las ciudades más contaminadas del mundo.
Y eso tiene consecuencias para la salud. Este crecimiento de de polvo en suspensión, empeora la calidad del aire y puede generar problemas respiratorios con la mera exposición. Hablamos de irritación de mucosas, obstrucción nasal, picor en los ojos o sequedad del tracto respiratorio superior. En zonas con una calima muy fuerte las complicaciones pueden ser mayores. Sobre todo, en personas con problemas respiratorios previos (como enfisema, EPOC, asma y alergias), niños y ancianos.
¿Qué hacemos? ¿Cómo nos protegemos? Hay que ser conscientes de que la situación, con la borrasca Gloria limpiando el cielo de buena parte del país, va a tener una evolución muy rápida. Por eso, en buena parte del país no será necesario tomar medidas específicas. Sin embargo, donde la caldiad del ahire se vea comprometida, tenemos una serie de recomendaciones de las autoridades sanitarias que pueden ser de mucha utilidad: cerrar puertas y ventanas; situarse en ambientes húmedos (y emplear phumidificadores/urificadores si fuera necesario); beber muchos líquidos; y limitar nuestras actividades al aire libre.
Cuando esto último no sea necesario, se recomienda usar mascarillas FFP2 (en este caso, las quirúrgicas no serían idóneas para filtrar las partículas más pequeñas).
¿Se puede hacer deporte? Como normal general, no es recomendable hacer actividades al aire libre. Hacer deporte (sobre todo, si es de alta intensidad) menos aún. La Sociedad Española de Medicina del Deporte recordaba que el ejercicio aumenta el volumen de aire que inspiramos y “esto significa que el organismo dispondrá de una cantidad enorme de oxígeno para aportar a sus músculos, pero también que los pulmones filtran una gran cantidad de aire atmosférico y, si este tiene muchos elementos contaminantes, también inhalará cantidades muy importantes de estos productos”.
Es decir, en caso de que el aire sea de muy mala calidad, a mayor intensidad del ejercicio físico, mayor exposición. Es cierto que en personas, las consecuencias de esa exposición no van a ir mucho más allá de irritación, lagrimeo y tos. Pero limitar el deporte al aire libre parece ser la mejor opción. Sobre todo, teniendo en cuenta que la situación en la península es transitoria. En caso de que esto no sea posible, estar en la calle el menos tiempo posible, disminuir la intensidad y usar mascarilla son las recomendaciones más efectivas.
Imagen | Manu Fernández/AP
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