No es cosa de Apple: la industria del smartphone atraviesa un valle en su lenguaje de diseño
Lejos quedan los tiempos en los que cada año era una sorpresa con el diseño de los teléfonos. Xiaomi, Samsung, OPPO… cada uno de los flagships que lanzaban al mercado (salvo filtración de por medio) eran un auténtico secreto. Esto tenía una parte positiva y otra parte no tan agradable: comprar el nuevo producto era sinónimo de tener un diseño rompedor, pero el modelo anterior podía parecer completamente obsoleto si las diferencias en diseño eran de calado.
Es algo que le pasó durante años a Samsung: un S22 luce, a día de hoy, completamente actual. Un S21 o un S20… no tanto. Por el contrario, tan solo los más expertos distinguirían la parte trasera de un iPhone 15 Pro y un iPhone 13 Pro, con el tamaño de la cámara como único elemento diferenciador.
No me escondo: pensaba que en 2025 había margen para algún cambio en el diseño. Y es que, desde el iPhone 12 (salvando la isla dinámica, biseles y tamaño de cámara), los iPhone llevan siendo idénticos durante cuatro generaciones. Los rumores apuntan a un iPhone 16 Pro con unos biseles más delgados, y esto es una clara prueba de que el diseño ha pasado a un segundo plano. No es solo cosa de Apple, es un tema que sacude a toda la industria.
Aquí estás viendo una fotografía bastante clara sobre el estado actual del diseño en la gama alta: los fabricantes no quieren arriesgar lo más mínimo. Esto abre muchas puertas para los mismos: reutilización de componentes, no hay riesgo alguno de introducir un nuevo diseño que no termine de calar, ahorra en costos de investigación y desarrollo, etc. Además, al mantener una línea de diseño coherente, puede verse reforzada la identidad de la marca, lo cual es fundamental en un mercado tan competitivo.
Por el contrario, desde una perspectiva de consumo, un cambio notable en el diseño ha sido históricamente una justificación para el aumento de precio en los nuevos modelos. Sin una evolución estética clara, los fabricantes podrían enfrentar dificultades para justificar el salto de una generación a otra.
Los avances en tecnología y funcionalidades también juegan un papel importante en este fenómeno. En los últimos años, las mejoras se han centrado más en el rendimiento interno, la calidad de la cámara, y la eficiencia de la batería, aspectos que no necesariamente requieren un rediseño completo del dispositivo.
No obstante, aún existen nichos de mercado donde las innovaciones estéticas siguen siendo un factor crucial. Los teléfonos plegables, por ejemplo, han introducido un soplo de aire fresco en la industria. Marcas como Samsung con su línea Galaxy Z Fold y Z Flip están explorando nuevos territorios que combinan avances tecnológicos con cambios radicales en el diseño. Estos dispositivos representan un intento de satisfacer tanto la demanda de innovación tecnológica como la de diferenciación estética y de formato.
En conclusión, la industria de los smartphones se encuentra en una encrucijada. Mientras que la estrategia de diseño conservadora ha permitido a los fabricantes reducir riesgos y costos, también ha planteado desafíos en términos de innovación percibida y motivación del consumidor. Por ahora, el camino a seguir parece venir de la mano de una mezcla de continuidad y experimentación acotada en formatos muy específicos.
Imagen | Xataka
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