Aunque faltan pasos dados de forma más firme, la convergencia parece estar asentándose definitivamente como una de las tendencias de la telefonía móvil en el presente, pero con una proyección a futuro clarísima. Es algo que hemos visto con Samsung DeX y con el modo escritorio de Huawei desde 2017 (anteriormente hubo buenas propuestas que no triunfaron), y todo apunta a que Android Q lo llevará a todos sus terminales a nivel de plataforma.
Sin embargo, a todas las propuestas que hemos conocido sobre Android les falta comodidad. Para ser utilizadas con teclado y ratón en forma de sobremesa están bien, pero no han sido pensadas para ser utilizadas como ordenador portátil. Que algo así tiene cabida en el mercado lo piensan desde la empresa Miraxess, que comercializa el Mirabook, una carcasa de portátil a la que se pueden conectar terminales que soportan el modo de escritorio, para aprovechar su batería, pantalla, teclado y trackpad.
Durante el Mobile World Congress 2019 hemos podido probar este peculiar accesorio junto a un Samsung Galaxy S8 y a un Galaxy Note 9, y estas son nuestras impresiones.
Miraxess Mirabook: la máxima productividad en el smartphone llega con luces y sombras
La sensación al conocer por primera vez el Miraxess Mirabook es chocante. Cuando está abierto, parece un ordenador completamente real, y es fácil olvidar que sólo se trata de un accesorio. Por ello, hay que precisa que sin un terminal conectado, su utilidad es nula más allá de poder servir de batería externa. Al no ser un producto demasiado conocido, veamos qué incluye exactamente.
La pantalla de este accesorio de 13,3" es IPS con retroiluminación LED, y cuenta con un panel Full HD de 1920 x 1080 píxeles. Parece lo mínimo a incorporar frente a las resoluciones hasta 4K que ya vemos en otros equipos, pero es necesario recordar que por debajo de 1000€ todavía vemos muchas pantallas de 1366 x 768 píxeles.
El panel no es glossy sino mate, por lo que los reflejos no suponen un gran problema, aunque tampoco tiene ese punto atractivo más contrastado de los brillantes. Es, en general, correcto para su precio (320 euros), mientras que su construcción en aluminio es francamente buena atendiendo a ese factor.
En cuanto a puertos, el Mirabook no decepciona. Pese a haber sido presentado un largo tiempo atrás, incorpora un puerto USB-C para la carga de su batería integrada de 49,95 Wh, un puerto HDMI para conectar a otras pantallas, un lector de tarjetas microSD que funcionan como almacenamiento del terminal cuando está enchufado, un jack de auriculares, dos USB-A 3.0 que permiten transferencia de datos y conectar periféricos como teclado y ratón. A ello se suma la joya de la corona, el cable USB-C 3.1 que se conecta a los terminales aprovechando el protocolo DisplayPort y carga con Power Delivery 3.0.
Miraxess ofrece opcionalmente un cargador de 60 vatios, pero con la batería integrada el accesorio presume de poder servir a un smartphone con interfaz de escritorio durante 10 horas. En esa experiencia son clave teclado y trackpad. El primero sorprende porque presenta teclas retroiluminadas y una disposición completa con teclas de funciones rápidas (volumen, brillo, batería restante, etc) y buen recorrido, lo que convierte al Mirabook en una opción buena para teclear durante un tiempo prolongado.
Lo que no produjo tan buena sensación es el trackpad o panel táctil. Aunque de tamaño y click va bien, estando acostumbrado a los de Apple o a los Windows Precision, este ofrece un scroll errático que se descontrola y en muchas ocasiones no acabas en el punto de la web o aplicación que estabas buscando. Lo ideal aquí es, por tanto, hacer uso de uno de los puertos USB y conectar un ratón inalámbrico o por cable. No resultará problemático ni añadirá mucho peso y espacio a una carcasa que pesa 1,3 kilos y mide 325 x 215 x 14,3 milímetros.
La experiencia de momento depende de Samsung y Huawei
El Mirabook de Miraxess aporta mucho a los Samsung y Huawei que cuentan con modo de escritorio. Además de dotarles de autonomía de movimiento respecto a una pantalla anclada al escritorio, funciona como batería externa. En la primera generación de dispositivos (Galaxy S8 y Galaxy Note 8) la alimentación externa que ofrece el Mirabook es obligatoria, pero en todos los modelos de 2018 y 2019 es posible elegir que el terminal se cargue mientras utilizamos DeX o que no se cargue para alargar más la vida del accesorio (y acortar la del smartphone).
Más allá de esto, la experiencia de uso sigue dependiendo demasiado de Samsung y de Huawei. Al tratarse sus modos de escritorio de algo cerrado y que no ha sido abierto a mejoras, el Mirabook no puede hacerlos más rápidos o fluidos, por lo que la velocidad o falta de ella será la misma que tendremos con o sin dock en los móviles que lo permiten.
¿Qué quiere decir esto? Que se podrá trabajar cómodamente siempre que la exigencia (y expectativa) no sea elevada. Los chips Kirin, Snapdragon y Exynos que dan vida a los terminales compatibles son muy potentes y rivalizan con algunas opciones de bajo consumo de Intel, pero en estos modos sigue sin apreciarse la potencia que podemos ver en aplicaciones en los smartphones o en el iPad. En este sentido, hay que recordar que a la vez que los smartphones mueven esta interfaz de escritorio, todo el sistema Android en el smartphone continúa plenamente funcional, lo cual resta recursos.
Que Google busque universalizar los modos de escritorio dará vida a productos como el Mirabook, pero sobre todo a las aplicaciones, que podrán plantearse de forma más coherente. A la hora de probarlas en el Mirabook, algunas no se redimensionaban bien, presentaban bugs, etc. Si la promesa es abaratar costes y sustituir a un ordenador, en la práctica aún puede quedar algo lejos, pese a las ventajas que en principio plantea, como abrir un documento de Excel a pantalla completa y poder trabajar a fondo con él.
La buena noticia a nivel de capacidad es que podemos utilizar plataformas de virtualización como Citrix o Amazon WorkSpaces, pero lo que más me gustó fue poder hacer uso de Linux on Dex con Ubuntu. Aunque el rendimiento también se resiente, el mero hecho de poder utilizar un sistema de escritorio "de verdad" en esta forma puede dar alas a administradores de sistemas programadores de código, etc. A medida que todo se refine más, la experiencia mejorará enormemente.
Todo es cuestión de tiempo (y necesidades)
Las conclusiones con el Miraxess Mirabook son buenas en lo que respecta a la compañía que lo ha fabricado y diseñado. Quizá sea el trackpad, a falta de saber si se podría ajustar la sensibilidad, lo más enturbia la experiencia, como en muchos portátiles con Windows sin Windows Precision. Sin embargo, tanto por panel, puertos, fabricación, teclado y autonomía, el Mirabook cumple.
Y a partir de aquí, mi conclusión es que obtener una experiencia satisfactoria depende exclusivamente del tipo de usuario. He llegado a trabajar en casa escribiendo con un Huawei P20 Pro en su modo de escritorio sin desesperarme, pero para editar imágenes y algo de vídeo se quedaba muy corto. Y esa es la pena del Mirabook, que la peor parte no depende de su fabricante, sino de otras empresas que todavía tienen que mejorar los modos de escritorio.
Con eso, para empresas que no requieran utilizar un ordenador más que puntualmente, esta solución puede suponer un ahorro grande en costes de gestión de flotas y de gestión con el soporte MDM y de seguridad, pues en lugar de tener que vigilar más de un dispositivo, se resume en eso mismo.
De ahora en adelante, es cuestión de esperar a que Google o Apple se lancen con modos de convergencia para que propuestas como el Mirabook se hagan más apetecibles y necesarias, por los 320€ que cuesta donde se comercializa (Portugal o Francia). La potencia de los últimos procesadores móviles no puede ser desaprovechada.
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