Los nuevos modelos de LG, cuyas especificaciones os hemos ofrecido anteriormente, son un claro exponente de hacia donde se aboca la telefonía móvil: hacia un uso intensivo de las pantallas táctiles.
Lo hacen ya sea con una pantalla completamente táctil, como la del LG KF700, o con solo una parte táctil, como el LG KF600, de forma similar a la del Samsung Soul. Con ambos modelos hemos estado trasteando esta tarde, dejándonos con un regusto agridulce.
Y es que LG sigue en la misma posición que tenía con el LG Chocolate, unos terminales con un diseño externo excelente y con prestaciones, en un principio, muy buenas. Pero con un handicap más que importante: el interfaz.
A pesar de disponer de interfaces táctiles adaptables al contexto, con InteractPad, el sistema operativo de los teléfonos LG sigue siendo confuso. Los iconos escogidos para los menús no ayudan demasiado, precisamente y el uso de estos interfaces táctiles casi lo empeora más. Un descuido al coger el teléfono o al poner el dedo donde no toca y estamos perdidos.
Esta es la sensación que nos han dejado estos teléfonos tras unas rápidas pruebas, lo cual es una lástima, porque a priori se presentan como muy interesantes y, sin duda, tras unos cuantos días seguro que nos habituamos a su uso, pero echan atrás en una primera impresión.