Ayer, la OMS añadía su granito de arena al clima de alarma social al lanzar un comunicado en el que explicaba su decisión de incluir los campos electromagnéticos en el grupo 2B de sustancias que podrían ser una causa posible de contraer cáncer.
El portavoz de la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer matizaba las declaraciones diciendo que, en cualquier caso, es preciso estudiarlo más, mucho más, para determinar si existe una relación entre un uso intensivo del teléfono y un mayor riesgo de contraer tumores. En Xataka hemos hablado con representantes del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas que opinan que la OMS se ha precipitado en sus conclusiones.
La realidad es que, a día de hoy, no existe una evidencia científica que pruebe fehacientemente que los móviles incrementan el riesgo de padecer cáncer. De hecho ni siquiera existe esta evidencia en relación a antenas de telefonía. Todo lo que hay son estudios con indicios, pero ninguno ha sido capaz de determinar un mecanismo biológico concreto, elemento fundamental que sí que se ha demostrado en otros productos como el tabaco o el alcohol.
De hecho, tampoco se la logrado registrar un incremento sustancial de casos de cáncer achacable al uso de móviles. Y es que los estudios en este sentido se enfrentan a tres obstáculos muy complejos. El primero es el rápido cambio de las tecnologías móviles, que hace que sea muy difícil, incluso en el mismo marco temporal, comparar unos terminales con otros. El segundo problema es que existe una absoluta indefinición sobre cómo medir la exposición a un teléfono móvil. A falta de estudios clínicos, todos los que se han hecho hasta ahora son epidemiológicos y se basan en cuestionarios a distintos grupos de población.
Aquí aparece el tercer problema, el sesgo de los resultados. Los encuestados no tienen por qué responder de forma precisa e incluso la propia alarma social que generan estos temas puede ser un factor que incida negativamente sobre sus declaraciones.
CNIO: ‘No hay estudios concluyentes’
Desde el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), su portavoz, Alejandro Medina, resta hierro a las declaraciones de ayer de la OMS y comenta que ‘Quizá no han sabido explicar adecuadamente sus conclusiones a la opinión pública’. Según los datos de los que dispone el CNIO, el único estudio concluyente que relaciona campos electromagnéticos y un mayor riesgo de desarrollar cáncer se refiere al incremento del riesgo de padecer leucemia en niños que viven a menos de 100 metros de un poste de alta tensión.
En cuanto a móviles y cáncer, el único dato constatado es que, al utilizar un teléfono pegado a la oreja, la zona cercana al terminal incrementa su temperatura en un grado. Esta subida desaparece al dejar de usar el móvil y no es ni remotamente suficiente como para establecer una relación causal.
Medina también hace hincapié en que las declaraciones de la OMS se basan en datos epidemiológicos, no en estudios clínicos, por lo que deben tomarse con prudencia. ‘Los estudios más conocidos al respecto se han basado en preguntar a enfermos de cáncer si utilizan el móvil. Si preguntas a un enfermo de Glioma si usa el móvil, el 100% te dirá que sí. Si le preguntas si toma Coca-Cola también podrías aventurar que existe una posible relación causa-efecto entre beber ese refresco y contraer cáncer. Todo lo que nos rodea tiene ese riesgo en la dosis y tiempo suficientes’ comenta el portavoz del CNIO.
De hecho, si consultamos a fondo el documento hecho público por la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer, vemos que los investigadores reunidos en Lyon no han podido cuantificar el riesgo carcinógenico asociado al uso de teléfonos móviles. Sólo un estudio, realizado allá por 2004, constata un aumento del 40% del riesgo de contraer glioma en el grupo de ‘Heavy Users’ o usuarios habituales de móvil. Según el estudio, un Heavy User es el que habla por el móvil media hora diaria durante diez años (1994-2004). Eso podría englobar perfectamente al 100% de la población, por no mencionar las abismales diferencias técnicas que existen entre las redes GSM y los terminales de hoy frente a las de hace 10 años.
Redtel: ‘La OMS fija los límites’
Los investigadores y expertos en la lucha contra el cáncer no son los únicos que piden sentido común y, sobre todo, tranquilidad ante las declaraciones de la OMS. La Asociación de Operadores de Telecomunicaciones con red propia (REDTEL) recuerda que los límites de seguridad de las emisiones de radiofrecuencia, tanto de móviles como de antenas de telefonía, están escrupulosamente dictados por la propia OMS.
Desde 2002, todas las antenas son revisadas periódicamente para que se ajusten a la normativa europea y española y los resultados de esas mediciones se hacen públicos en la web del ministerio de Industria.
En Redtel asumen la nueva clasificación de las emisiones de radiofrecuencia en el grupo 2B de la IARC y se ponen a disposición de la Organización Mundial de la Salud para modificar los parámetros regulatorios en caso de que la IARC o la propia OMS lo estimen oportuno en el futuro. Cómo os adelantábamos en XatakaMóvil, existen cuatro grandes categorías, definidas por la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer, que clasifican las sustancias, productos o energías en función de su relación con la aparición de tumores.
El grupo 1 engloba las sustancias probadamente cancerígenas. El grupo 2 es muy amplio, e incluye aquellas de las que se han hallado indicios no concluyentes de su relación con la enfermedad. A su vez, el grupo 2 está dividido en 2A (Las que probáblemente incrementen el riesgo de tumores) y 2B (Las que arrojan alguna posibilidad, pero en menor medida o con menos indicios). El último grupo se refiere a las sustancias probádamente no cancerígenas.
Todo parece indicar, en definitiva, que la OMS se ha curado en salud clasificando a los campos electromagnéticos en un grupo de ‘causa posible’ pero ni siquiera probable, que incluye productos tan aparentemente inocuos como el café, los polvos de talco o los pepinillos en vinagre. Todos los expertos coinciden en que tendrán que pasar muchos años antes de que se llegue a encontrar una evidencia clínica, si es que se llega a encontrar alguna vez.
Más información | IARC, CNIO, ScienceBlog, Redtel
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