Se veía venir y así ha sido. Casi con nocturnidad se ha hecho oficial que Windows Phone 7 se mete en la cama de Nokia para vivir una noche de pasión en forma de nuevos teléfonos Nokia con Windows Phone 7 pero con la idea de que ese amor dure mucho y les ayude a llevar mejor el ecosistema tecnológico actual.
En el titular ponemos que Nokia se rinde, y más o menos es lo que sentimos aunque en el fondo pensemos que va a ser un paso adelante de la compañía. Si en cuatro años no han sido capaces de ofrecer alternativas al iPhone de Apple y han visto como un desconocido como Android salía de la nada para erigirse en principal atractivo de la telefonía móvil, es que no iban por el camino correcto.
El protagonismo que los teléfonos avanzados han ganado ha sido demasiado para que la gama baja y media sostenga a una compañía que ha visto como los tiempos de funcionamiento a los que estaban acostumbrados no se pueden mantener en la actualidad.
Así que había que decidir si morir con tus ideas o buscar sobrevivir y subirse al tren en marcha. Y mira por donde por ahí pasaba Microsoft con su recién estrenado Windows Phone 7. Era sin duda la mejor opción una vez que WebOS no era posible y que con Google no podía ser por diferencias irreconciliables.
Con esta alianza tanto Microsoft como Nokia ganan sin duda. Otra cosa es que logren el objetivo que se plantean. La compañía finlandesa renueva su imagen y mete en casa justo lo que le faltaba: un sistema operativo preparado desde ya para competir, no una idea que no llega nunca como era Meego.
Por su parte Microsoft también se beneficia al llevar su nuevo sistema operativo al centro neurálgico de los teléfonos populares y tratar de crecer desde allí. Sinceramente, a mi me parece una pareja que puede llegar a ser feliz aunque Nokia ahora mismo esté perdiendo casi un 10% en bolsa.