¿Podría Apple haber presentado el iPhone 5 ayer? Seguramente, pero no tenía necesidad alguna.
Tras más de un año, tocaba cambio del teléfono de Apple, pero ésta ha sido una renovación tranquila. El iPhone 4S mejora algunos aspectos necesarios para seguir siendo un teléfono actual pero sin volverse loco. Afina lo justo. ¿Por qué?
Competir frente a mejorar para uno mismo
El iPhone 4S es una nueva muestra de que Apple mejora sus teléfonos para ponerlos al servicio de sus avances en el sistema operativo y funcionalidades. O para crear una necesidad asociada a sus tiendas.
Apple no tuvo cámara frontal hasta que sacó Facetime. Ahora que llega Siri como una futura gran revolución – creo que supondrá una revolución en el control por voz similar a la de los gestos en las pantallas que se tocan -, ha mejorado el procesador de su teléfono para prepararlo. Y con la importancia que está teniendo la cámara de fotos en un teléfono, aprovecha y la mejora a un nivel más que interesante. Ideal por cierto para el servicio de postales impresas desde el teléfono, algo que no se entiende mucho a este lado del atlántico.
En el fondo, en un gran porcentaje, Apple compite contra sí misma. No hay más teléfonos con iOS con los que pelearse por cuota de mercado. Esa unión entre el sistema operativo y el hardware es lo que actualmente hace diferente a Apple, y la elección de su sistema hace inevitable la compra de su teléfono. Precisamente por eso nos parecía tan importante que Apple presentara un modelo de bajo coste con el que atrapar usuarios.
Un ejemplo de lo que decimos lo encontramos en la conectividad. Con los principales fabricantes apostando ya por la tecnología LTE o 4G, Apple se mantiene en sus trece y todavía no da ese paso. Por contra, mejora su conectividad HSPA para llevarlo a unos límites más reales que unos simples números.
El resto de fabricantes, y ahora mismo miro principalmente a Android, suelen pensar ante todo en mejorar prestaciones en mucho casos sin una misión en concreto. Samsung, HTC o LG tienen que competir entre ellos más que contra el iPhone, y su día a día es en primer lugar ganar al vecino, cosa que con el mismo sistema operativo solo se consigue con mejores prestaciones y algún retoque a la interfaz.
¿Resistirá Apple le guerra de prestaciones?
Si los rivales avanzan en el diseño y prestaciones de sus teléfonos, con nuestra exposición anterior Apple no debería preocuparse. Pero la compañía de la manzana también depende del mercado y con el ecosistema de aplicaciones estabilizado y Android siendo más conocido y en aumento de cuota de pantalla, Apple puede sentir la presión externa de dos maneras:
Expectativas: la presentación de ayer fue un ejemplo perfecto en el que el consumidor de a pie, alentado por la propia explosión mediática de la compañía, se sienta decepcionado. Sin cambio de diseño, que es la primera impresión que más cuenta, cualquier mejora del iPhone habría quedado en fracaso a la luz del gran público, como ha ocurrido. En esa lucha Apple parece que de momento tiene todo bajo control.
Tener el mejor teléfono: a poco que la experiencia de usuario se iguale entre iOS, Android y Windows Phone, tener el teléfono con mejores prestaciones puede llegar a ser un factor más determinante de lo que se espera para el gran público. ¿Lo podrá soportar Apple?