¿Sabías que, si compras un teléfono Android, hay una parte del dinero que va a parar a Microsoft? En 2011 se filtraba que cada teléfono HTC vendido reportaba 5 dólares a la empresa que dirige Satya Nadella. En 2013, Samsung llegó a pagar a Microsoft 1.000 millones de dólares. ¿Por qué? La respuesta es sencilla: por las patentes y sus licencias de uso. Y es que, como veremos a continuación, se estima que si un teléfono cuesta 400 dólares, 120 dólares se pagan en royalties a los propietarios de las patentes.
Según cifras de 2012, por aquel entonces existían más de 250.000 patentes en Estados Unidos relacionadas con los teléfonos móviles, el 16% de las patentes totales activas de Estados Unidos. Ese 16% es muy superior al 6,44% que suponen las patentes de la industria farmacéutica, que no son pocas precisamente.
¿Cómo funcionan las patentes en los teléfonos móviles?
¿Cómo fabricas un smartphone sin dotarle, por ejemplo, de conectividad 2G, 3G, LTE o Wi-Fi porque no tienes dichas patentes? La respuesta es simple: no puedes, o no puedes hacerlo a menos que quieras recibir una importante demanda. ¿Qué es lo que necesitas hacer entonces? Pagar por utilizar esas tecnologías a sus propietarios lo que se conoce como royalties.
Existe un grupo importante de patentes conocidas como las standard-essential patents (SEPs) que se consideran patentes esenciales para cumplir los estándares actuales (no sólo en telefonía, sino en todos los sectores). Las compañías que poseen estas patentes están obligadas a negociar la venta de su licencia de uso a terceros si quieren que su tecnología se utilice en un determinado estándar. De esta forma se evitan situaciones absurdas, como que un determinado fabricante cree su propio sistema de comunicación porque no tiene derecho a usar 3G o LTE, por poner un ejemplo.
Hasta aquí todo parece razonablemente sencillo: un grupo de compañías se unen y acuerdan la cesión de sus tecnologías para que todas puedan fabricar dispositivos que funcionen con las mismas redes y las mismas tecnologías (pensemos en Bluetooth, USB, etc.). Ahora bien, ¿quién fija el precio que hay que pagar a los propietarios de las SEPs por utilizarlas? Ése es uno de los grandes problemas que frecuentemente acaba frente al juez y que genera tanta "guerra de patentes" que acapara los titulares.
En teoría, las organizaciones de estandarización exigen que se ofrezcan licencias de estas patentes esenciales bajo términos FRAND: justos, razonables y no discriminatorios (fair, reasonable, and non-discriminatory). El problema es que no precisan más allá. Por poner un ejemplo de los muchos que existen en lo que a patentes y juicios se refiere, en 2012 Apple demandó a Samsung al considerar que la compañía surcoreana exigía demasiado dinero por sus patentes relacionadas con el UMTS 3G.
En el pasado, las patentes SEPs también se han utilizado como arma arrojadiza en las populares guerras de patentes: algunos fabricantes, como Samsung y Motorola, demandaban a los fabricantes (Apple el más sonado) con los que no llegaba a un acuerdo de licencia y les acusaba de usar su tecnología sin permiso. La Unión Europea llegó a intervenir, tachando estas guerras de innecesarias y proponiendo un proceso justo para todos: una negociación de hasta 12 meses y, si no hay acuerdo entre interesados, un proceso de arbitraje que fijara los precios finales de los royalties.
A pesar de ello, también hace poco que hemos visto un nuevo caso parecido: la compañía que dirige Tim Cook demandaba a Ericsson al considerar que el precio de la licencia de las patentes LTE que ésta poseía era demasiado cara (Ericsson pide un porcentaje del precio final del terminal y Apple pide que sea únicamente un porcentaje del precio del chip). Esta estrategia no les ha funcionado del todo en el pasado: hace años un juez les mandó pagar una millonada por utilizar patentes sin licencia tras no haber llegado a un acuerdo.
El "negocio" de las licencias
Si alguien tiene que pagar por usar una patente, eso significa que alguien lo cobra y, de hecho, en algunos casos es una potente fuerte de ingresos. Un ejemplo claro es Qualcomm, una empresa estadounidense que fabrica chipsets para teléfonos móviles pero también tiene un negocio paralelo que le genera un importante flujo de dinero: el de las licencias. Es más, consigue más beneficios por los royalties que le reportan sus patentes que vendiendo chips.
Eso sí, el hecho de poseer tantas licencias le ha traído problemas en algunos países. En China, por ejemplo, este año le caía una multa muy importante por monopolio al considerar la justicia que imponía precios muy altos aprovechándose de su posición de dominio en el mercado.
Más de 120 dólares en "royalties" en un teléfono de 400 dólares
Vale, ya sabemos que si queremos fabricar un teléfono o alguno de sus componentes tendremos que pagar las licencias asociadas a las tecnologías que utilizan. Pero ¿quién tiene esas patentes y cuál es el precio? Esto ya es más difícil de responder, ya que existen miles de patentes y cuesta encontrar información pública al respecto. Además, los precios que sí se llegan a encontrar son orientativos y las compañías negocian acuerdos (confidenciales) normalmente para pactar precios por compra de licencias en lotes.
Existen también las conocidas como cross-licenses: patentes que dos compañías acuerdan compartir entre ellas, sin necesidad de pago de royalties. Samsung y Google llegaron a un acuerdo como éste el año pasado y cada vez son más los fabricantes y poseedores de patentes que utilizan una estrategia similar para dar por finalizadas sus "guerras" en este ámbito.
Teniendo todo esto es cuenta, es difícil hacer una estimación de cuánto dinero en royalties supone fabricar un smartphone, pero en 2014 un ejecutivo de Intel y dos abogados especializados en patentes publicaban el paper The Smartphone Royalty Stack, donde analizaban los costes en licencias que tienen que pagar los fabricantes. ¿Su conclusión? Que para un dispositivo de unos 400 dólares estaríamos hablando de unos 120 dólares en licencias, casi el mismo coste que los propios componentes del mismo.
Sobre estas líneas incluimos la tabla con el desglose por tecnologías. ¿Sólo hay esas? Realmente no, todavía existen más, pero no hay datos públicos suficientes como para valorarlas. "Si añadiéramos los royalties de los componentes y las tecnologías de los que no encontramos suficiente información, el valor potencial total de los royalties se incrementaría aún más", explican los autores del estudio.
Nótese que todos los cálculos están hechos para un smartphone con un precio de venta al público de 400 dólares (las licencias frecuentemente se negocian como un porcentaje del precio total, de ahí la necesidad de realizar esta aproximación). También han estimado unas ventas anuales de 30 millones de unidades en los casos donde el precio a pagar depende además de esta cifra. Una cifra que equivaldría a las ventas de una compañía "con éxito en el mercado pero lejos de los líderes", según ellos.
Entonces, ¿todas las empresas pagan más de 120 dólares en licencias por sus teléfonos? No necesariamente. Existen otro tipo de acuerdos, como mencionábamos antes, donde no se intercambia dinero sino licencias: tú me dejas usar esta patente que tienes en tu poder y yo te dejo usar la mía. También hay fabricantes de componentes que pueden haber adquirido los derechos de una licencia hasta que éste llega al consumidor final y otros que hacen rebajas si se compran licencias en lotes grandes. Por tanto, hay que tomarse estos datos como lo que son: una mera aproximación. ¿El motivo? No hay suficientes datos públicos y los precios dependen de muchas variables, por lo que no pueden obtenerse resultados exactos.
El caso del LTE y sus licencias
En el informe que comentábamos realizan un desglose aproximado, tecnología a tecnología, de lo que cuesta implementarlas en un teléfono. Por ejemplo, para añadir LTE es necesario recurrir a patentes pertenecientes a diversas compañías, cada una cobrando un porcentaje determinado sobre el precio total del dispositivo (ver tabla). No incluyen otras patentes necesarias y en propiedad de otras empresas (Samsung, InterDigital y LG) porque no hay datos públicos, pero el coste final podría por tanto incrementarse.
Via Licensing es una asociación formada por varias empresas (Google, Sony, Philips, Nokia, etc.) y por sus patentes relacionadas con el LTE en este caso, aunque también tienen otros programas con otras tecnologías. Al juntarse y ofrecer un pool de patentes, consiguen hacer que la adquisición de las mismas sea más fácil y sencilla para los fabricantes interesados. Sin contabilizar la tasa de ZTE (porque pertenece a Via Licensing) y de Nortel (en bancarrota), la suma total de todas las licencias necesarias para que un teléfono ofrezca LTE subiría hasta 54,30 dólares.
Y así con todas las tecnologías
El mismo cálculo que han hecho para LTE habría que repetirlo para el resto de elementos. Por ejemplo, y para incluir una ranura SD, hay nueve patentes esenciales que son propiedad de Toshiba, SanDisk y Panasonic. En este caso, los interesados en usarlas en sus teléfonos tienen que unirse a la SD Card Association (SDA) y pagar unos 3.000 dólares al año por ser miembro. "No hemos identificado otras peticiones de royalties necesarias por usar una tarjeta SD, aunque podría haber otras patentes además de las nueve que menciona la SDA", explican en el informe.
¿Wifi, Bluetooth, GPS y NFC? También tienen licencias que conllevan coste. Para el estándar 802.11, Lucent Technologies, por ejemplo, pide 10.000 dólares y un 5% del total del precio del terminal (unos 20 dólares por unidad) por permitir usar las patentes necesarias. En el caso de Motorola, piden 2,25% del precio del producto aunque el juez estableció que por cada unidad se pagaría adicionalmente 0,008 dólares. Si les sumamos los royalties de Innovatio IP Ventures, de Sisvel Patent Pool y de Ericsson, estaríamos hablando de unos 50,23 dólares. Y sólo por incluir en el terminal Wifi 802.11.
En el caso de NFC, las únicas cifras públicas que encontraron los investigadores fueron las que proporcionaba Via Licensing. Si hablamos de un modelo de dispositivo que vende entre 10 y 50 millones anualmente, tenían que pagar 0,245 dólares por dispositivo. Hablo en pasado porque las patentes de NFC ya no forman parte de Via Licensing, después de que varias compañías decidieran retirar las suyas. Ese grupo también tiene el pool de patentes del audio AAC, por el que cobra en función de las unidades vendidas y también exige un pago inicial de 15.000 dólares.
Y así habría que ir sumando con el resto de tecnologías que, si bien son estándar, pertenecen a otras compañías... aunque hay varias excepciones que no cuestan dinero. Los protocolos de Internet son "gratuitos". Los fabricantes no tienen que desembolsar dinero, por ejemplo, por utilizar los estándares básicos de email, TCP/IP y los estándares gratuitos del W3C (URL, HTML, HTTP, CSS, XML y Java Script). Por UPnP tampoco es necesario pagar, ya que Microsoft donó la tecnología al UPnP Forum y éste permite su implementación sin coste. Lo mismo con el USB, que gestiona el USB Implementation Forum.
Un mercado lleno de peleas y de contratos confidenciales
Aunque en la "guerra de patentes" hay demandas que no tienen que ver con las SEP (tipo "me copias y usas esto sin mi permiso"), hay muchas otras que sí están relacionadas con ellas y cuestionan los precios establecidos por los propietarios de las licencias. Por desgracia, y como puede verse en el estudio que acabamos de citar, no hay demasiados datos públicos que nos ayuden a hacer una foto exacta de los costes en licencias a la hora de fabricar un terminal.
Es un sector muy complicado, pero hay una conclusión clara que podemos sacar de esto: cuando alguien dice que los componentes de un teléfono cuestan X y que su precio de venta es demasiado elevado respecto a dicha X, no sólo hay que tener en cuenta los gastos de diseño, transporte, importación, impuestos y otros posibles costes asociados, sino también las licencias de patentes que el fabricante debe pagar por cada smartphone y que son "probablemente significantes", según el informe The Smartphone Royalty Stack.
Más información | The Smartphone Royalty Stack
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