Quizás haya llegado el momento de sacrificar cierta delgadez en los móviles a cambio de ganar en autonomía

  • La gran mayoría de teléfonos actuales tienen un grosor de entre 7,5 y 9 mm

  • Las baterías han mejorado, pero en muchos casos no aguantan el día de un usuario intensivo

  • Para mucha gente, el grosor, dentro de un límite, no es primordial

Hace ocho añazos, mi tocayo, compañero y quizás amigo de apellido parónimo, Javier Pastor, publicó en esta casa un artículo titulado 'No necesitamos un iPhone más delgado'. Venía a decir, cuando ni siquiera se había cargado Apple todavía el conector jack, que para qué queríamos móviles tan delgados en lugar de mantener el grosor, o aumentarlo quizás, y así ganar en autonomía.

Ha pasado casi una década. Aunque las autonomías de muchos móviles son más satisfactorias, sigue habiendo margen de mejora, especialmente para usuarios duros, o al menos para circunstancias en que aporte tranquilidad ir muy holgado con la batería.

Y aquí estamos otra vez.

Mm vs mAh

El smartphone lleva años maduro, necesitando cada vez más tiempo para dar grandes saltos, más allá de iteraciones como la llegada de los plegables. Estos son los grosores de todos y cada uno de los modelos anunciados en lo que llevamos de año por una selección de fabricantes.

Los que ven más a la izquierda, por debajo de 7 mm, son plegables, que aparecen aquí en modo abierto. Entre 7,5 y 9 mm es donde se concentran la gran mayoría de terminales actuales, y ahí entran dispositivos de todas las gamas.

Por cierto, si tiene usted curiosidad, querido lector, el modelo más fino de este gráfico es el Honor V Purse, plegable, y sus 4,3 mm de grosor. Si dejamos fuera a los plegables, el Huawei Nova 11 es el teléfono más fino, 6.9 mm, de formato barra.

El año pasado, quizás el momento más reciente una encuesta de este tipo, Android Authority hizo un sondeo entre sus usuarios preguntándoles si les seguía importando el grosor de su teléfono. Más de 5.000 personas respondieron. Estas fueron las cuatro opciones y el porcentaje de votos:

Quizás la última opción, la que votó casi la mitad de quienes respondieron, tenga algún matiz: una cosa es que no importe el grosor y otra muy distinta es que sea aceptable que tenga el aspecto de aquel hilarante móvil de Duracell con 10.000 mAh. Ahora bien, en ciertos términos, seguramente sí tenga sentido ese nivel de preferencia. Al menos si tenemos la certeza de que a cambio obtenemos una mayor autonomía.

Los smartphones han pasado por varias fases: primero crecieron en área reduciendo su grosor al tener más espacio para repartir sus componentes internos, que en muchos casos fueron miniaturizados. Luego llegó el aumento de esos componentes: los teléfonos fueron ganando lentes de cámara, módulos de reconocimiento facial, chips NFC o bobinas para la carga inalámbrica que antes no estaban.

¿Es hora de quitarse ciertos complejos y asumir que tampoco pasa nada por lanzar un teléfono de 9 0 9,5 mm de grosor a cambio de que el usuario gane bastantes horas de batería, que es posiblemente el principal problema que afronta a día de hoy con su teléfono? Tampoco estaría mal, al menos en modelos más allá de los topes de gama, o que complementen a estos. Pero a ver quién le pone el cascabel al gato.

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