En Xataka llevamos años hablando de Xiaomi. Hemos vivido como esta startup empezó a lanzar móviles rompedores allá por 2011, como fichó a Hugo Barra de Google para internacionalizarse, cómo no lo hizo y Hugo Barra acabó saliendo, y por fin el año pasado se convirtió en una marca global, no sin antes diversificar en productos, más a lo Philips y Samsung que a lo Apple.
Y ha llegado el momento de salir a bolsa, de que los inversores iniciales recuperen su dinero (con beneficios, claro está) y que además entre capital nuevo para acometer otros proyectos. El 9 de julio Xiaomi empezará a cotizar en la bolsa de Hong Kong.
Un largo camino hasta aquí
El fundador de Xiaomi, Lei Jun, creó la empresa en la primavera de 2010. Es decir, no estamos ante la historia de un pelotazo, sino ante un largo camino que ha recorrido con gran destreza. El primer móvil que lanzaron fue el Mi-One, más de un año después.
La forma de comercializar los móviles al principio recuerda un poco a la de OnePlus, pero muy centrado en China: mucha expectación, precios muy ajustados, sistema de reservas y la creación de una fuerte comunidad a su alrededor.
Y así ha ido siendo hasta que han ampliado la gama de productos: ya no son un fabricante de móviles muy inspirados en Apple. Tienen desde patinetes eléctricos a hervidores de arroz. Y tiendas por todo el mundo, por ejemplo en España.
No todo ha sido de color de rosa
En 2016 tuvieron un bache importante. Surgieron muchos competidores, y cada vez más potentes. Tanto que ya no eran la marca referencia de China, sino que otros como el gigante Huawei o los más centrados en móviles Vivo y OPPO le hacían sombra. Y Apple pisándole los talones.
Y es que China es un mercado muy grande pero también muy competido. Xiaomi decidió entonces cambiar de estrategia. Por un lado se centró en el marketing. Y por otro a conseguir patentes que les pudieran proteger de su salida internacional.
Una historia de valoraciones
Saber lo que cuesta una empresa que no cotiza en bolsa es complicado. Si no hay ampliaciones de capital únicamente se pueden usar las cifras de ventas y los margenes para determinar un precio estimativo, pero tampoco se sabe si alguien la compraría a dicho precio.
En cambio si hay ampliaciones, que normalmente en los primeros momentos de vida de una empresa son privadas, sí que se pueden valorar. Los inversores valoran la compañía y ponen dinero a dicho precio a cambio de una participación en la misma. Así la empresa tiene capital para seguir creciendo.
En los principios Xiaomi creció rápido, en 2013 se hablaba de que valía 10.000 millones de dólares y en diciembre de 2014 46.000 millones de dólares. Un crecimiento espectacular, impulsado por unas ventas astronómicas (12.0000 millones de dólares en 2014) aunque con unos márgenes escasos.
Sin embargo el bache de 2016 fue duro. Las ventas se quedaron escasamente por encima de los 10.000 millones de dólares. Y por tanto su valoración se redujo. Pero 2017, ya con la internacionalización en marcha y despegando con fuerza en la India, las ventas crecieron un 67% hasta los 18.000 millones de dólares. Los beneficios también despegaron, rozando los 2.000 millones de dólares. Xiaomi al paraíso.
La salida a bolsa
Ahora que las cosas van bien, es el momento de salir a bolsa y olvidar los problemas del pasado. La valoración de 2014 queda muy lejos, pero es una referencia, pues en el ese momento entraron inversores con 1.100 millones de dólares y pusieron un precio que al menos querrán recuperar.
Para el CEO de la compañía, que la ha guiado desde sus inicios, esa valoración siempre ha sido un problema, porque fue muy alta y fijó unas expectativas tremendas. No hay que olvidar que los inversores en startups esperan retornos de al menos x2, ya que su inversión conlleva un riesgo y hay que compensar los fracasos.
El momento de la salida a bolsa no es el mejor. La guerra comercial entre EEUU y China ha hecho que las bolsas asiáticas se desplomen ya que parece que el capital huye. Por tanto, y a pesar de las espectaculares cifras de 2017, Xiaomi empezará a cotizar a un precio razonable, en la franja baja de la valoración inicial.
Esto es, Xiaomi empezará a cotizar a 54.000 millones de dólares, lejos de los 100.000 que llegó a decirse cuando se anunció la salida a bolsa. Esto le permitirá recaudar 4.700 millones de dólares para seguir su expansión internacional.
Parece un fracaso, pero no lo es. Esta salida a bolsa será la más grande en China desde Alibaba, y más grande que por ejemplo, la de Google en 2004. Y, sinceramente, crear una compañía y que en 8 años valga más de 50.000 millones de dólares (valoración de verdad, cotizando en bolsa) me parece un éxito con pocos precedentes.
¿Y ahora qué?
Salir a bolsa no tiene por qué suponer grandes cambios para una compañía. Para los medios tecnológicos y los ávidos de información es una buena noticia, ya que las cifras de ventas y beneficios son públicas y no un simple goteo de rumores. Y para la compañía es un indicador claro y continuo de cómo lo están haciendo.
Desde luego a corto plazo hay una gran novedad y es que contarán con capital nuevo para seguir su internacionalización. También tienen una herramienta para recaudar dinero si lo necesitan, sin necesidad de ir buscando inversores privados.
A la larga las empresas cotizadas en bolsa tienen más relevancia, y se adaptan mejor a los cambios, pues siempre tienen un indicador de cómo lo están haciendo y sus cifras son bastante transparentes. Eso sí, siempre está el riesgo de que empleados clave salgan de la empresa ahora que pueden hacer líquida su inversión. Pero no parece que vaya a ser así en el caso del CEO de Xiaomi, que es el que ha logrado llevarla hasta donde está.
Ver 16 comentarios