Hace un par de años, en la edición del CES del 2012, Samsung presentó un prototipo de pantalla curvada. Lo curioso de su implementación en un dispositivo, en este caso un móvil, era su utilización como un panel secundario que hacía de compañera para la pantalla principal. Una idea interesante pero que no dejaba de ser una demostración técnica de lo que podían hacer los coreanos.
Con la discreta aparición del Samsung Galaxy Round todos pensamos que la utilización de pantallas curvas no iba a transcender, al menos dentro de la propia compañía, como una tecnología a implementar a corto plazo. Sin embargo, aquel prototipo que quedó en las sombras vuelve implementado en un dispositivo que quiere llegar a nuestras manos y no quedarse solo en las salas de I+D. De momento ya ha pasado por las nuestras y hoy contamos nuestras primeras impresiones con el Samsung Galaxy Note Edge.
Entendiendo la curva de otra manera
Note Edge es una desviación de la familia de phablets en toda regla. Una aproximación diferente que nos trae una segunda pantalla curvada en el borde derecho del móvil. El objetivo es el mismo que cuando la conocimos en el CES: introducir una serie de menús y aplicaciones independientes para aprovechar la fisionomía de la pantalla.
Por ejemplo, si tenemos el móvil boca arriba en una mesa y nos llega una notificación podremos ver el contenido de la misma encendiendo solo esa banda en la pantalla. Otro uso, que es el que más hemos visto en la toma de contacto, es tener un menú independiente para ganar espacio en la pantalla principal y llevar opciones, como el botón de disparo de la cámara, a una parte donde distrae menos y por agarre, presuntamente, resulta más cómodo.
Esto es sobre el papel lo que plantea el Samsung Galaxy Note Edge. En mano el terminal dista de los acabados que vimos en el Note 4 dejando claro que meter esta segunda pantalla tiene algunos sacrificios. Se vuelve al plástico con una tapa trasera algo más rugosa y con tacto a goma pero agradable al tacto. Nada de cuerpo de metálico tampoco. El enfoque es diferente, prima la “innovación” tecnológica y no lo estético.
El terminal es atractivo y cuando lo tenemos en mano la sensación es extraña. Es normal, es un dispositivo desconocido y único en su especie pero la primera sensación con los controles en esta segunda pantalla no termina de convencerme. Al tener poco ancho, deslizar el dedo en este sentido hace que el movimiento tenga que ser sutil y con poco recorrido. En horizontal la respuesta es mejor pero al ser una curva cóncava la sensación es un poco incómoda cuando pasamos el dedo.
Leer titulares y trastear con las diferentes pantallas del Edge es divertido y de momento la implementación que ha hecho Samsung en algunas aplicaciones no es la mejor. Por ejemplo en la cámara han vuelto atrás con algunos elementos de la interfaz, como el icono del botón del disparo. A la hora de tomar una foto por ejemplo no me ha parecido que tener el botón fuera de la pantalla principal suponga un avance significativo.
En términos de ergonomía no me ha parecido especialmente cómoda y, en lo personal, tiene un problema añadido con difícil solución: no es un smartphone hecho para zurdos. Es cierto que somos minoría pero usar el móvil invertido o forzarme a usar la mano derecha para aprovechar la pantalla no me atrae nada.
Por lo demás un Samsung Galaxy Note tal y como lo conocemos, una interfaz simple heredada de la línea de diseño liderada por el Samsung Galaxy S5 y aplicaciones pensadas para tomar notas y sacarle provecho con el S-Pen. Está claro que el (único) valor diferencial del terminal es esta pantalla curva.
Innovación sobre implementación
No se le puede achacar a Samsung su falta de compromiso para lanzar productos diferentes y ofrecer móviles diferentes. Sin embargo, una vez más queda patente que el desarrollo tecnológico está por delante de la implementación. Un avance curioso pero da la sensación, como en el LG G Flex, de que no saben sacarle todo el provecho posible y la intención es posicionarlo por la innovación que introduce.
Tengo mis dudas de que al menos en esta generación transcienda. Con el paso del tiempo —y posteriores revisiones— es probable que el interés aumente pero teniendo por delante el Note 4, que supone una buena renovación de la familia principal, poco parece que pueda hacer este phablet.
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