Me dedico (por suerte) a probar prácticamente todos y cada uno de los móviles de gama alta que aterrizan en el mercado. Y ya no recuerdo cuándo fue la última vez que me sorprendí por alguna novedad rompedora en su hardware fotográfico. Estoy convencido de que, salvando las posibles mejoras en sensores (aquí todavía hay margen), estamos empezando a agotar los posibles formatos.
De hecho, hay fabricantes intentando vendernos como novedad funciones que ya estaban presentes en teléfonos de hace bastantes años. Esta reflexión nace al hilo de los nuevos rumores sobre la cámara de los iPhone 16 Pro: no esperes grandes novedades para este año.
Los megapíxeles, la gran novedad de Apple para 2024. Las últimas filtraciones apuntan a un cambio en la cámara de los iPhone para 2024. El sensor que utilizará el ultra gran angular será uno personalizado por Sony, con resolución de 48 megapíxeles. Más allá de esto, se espera que el sensor principal siga siendo el mismo.
La transición completa a un sistema triple de 48 megapíxeles llegaría en 2025, año en el que el teleobjetivo saltaría a esta resolución. Más allá de posibles cambios en la distancia focal de esta última lente y variaciones en el tamaño del sensor principal, la hoja de ruta no apunta a variar demasiado.
Pero el iPhone no está solo: llevamos años viendo cómo las cámaras de los teléfonos móviles están bastante estancadas, tanto en resultados como en el propio hardware.
Ya no nos caben sensores más grandes. Hablemos claro: estamos empezando a tocar techo con el tamaño de los sensores. Hablar de un sensor de "una pulgada" siendo pareciendo una novedad, ya que no son mainstream aún. Pero la realidad es que estos sensores ya se dejaron ver en móviles de Sharp allá por 2021 y, de nuevo, tienen poco.
Es posible mejorar la estructura del sensor, tecnologías de procesado y demás, pero los sensores de una pulgada suponen ya un importante compromiso físico dentro del teléfono. Su tamaño hace que no sea fácil implementarlos sin módulos descomunales, haciendo más que complejo aumentar el tamaño del resto de sensores y quitando espacio para el resto de componentes.
Ya tenemos todo el rango focal. Nuestros móviles son capaces de disparar desde los 16mm (ultra gran angular) hasta, en algunos casos, casi 1.000mm. Es un rango focal que, en una cámara profesional, nos costaría unos cuantos miles de euros y unos cuantos objetivos a intercambiar.
Tenemos un sensor principal bastante angular, un ultra gran angular para ganar aún más espacio, y sensores teleobjetivo de tres, cinco, diez aumentos... También hay quien apuesta por el macro, aunque es una característica mucho menos popular.
Hacer software es más económico. Teniendo en cuenta que tenemos muy, muy difícil seguir aumentando el tamaño de los sensores, que la calidad de las lentes ya es excelente, que introducir aún más cámaras no parece tener sentido, y que el hardware fotográfico lleva años tocando techo, la solución pasa por el software.
Afinar algoritmos suele ser más económico que repensar al completo el hardware de un sistema fotográfico, y es lo que llevan haciendo muchos fabricantes durante años. ¿El problema? El de siempre. Las cámaras se configuran para ofrecer la fotografía más llamativa, y eso suele ser plenamente incompatible con la fotografía más natural.
Nos encontramos así ante un curioso momento en la historia de la fotografía móvil, repleto de idas y vueltas, en las que no es del todo extraño encontrar móviles actuales que procesan peor que teléfonos de hace uno o dos años.
Imagen | Xataka
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