Como sabréis, una de las tantas cosas que hacemos en Xataka es analizar dispositivos tecnológicos de todo tipo. No discriminamos, todos nos gustan: ordenadores, robots aspiradores, auriculares, productos de seguridad, barras de sonido, televisiones, relojes inteligentes... y móviles, por supuesto. Lo que se ve es el análisis escrito (y el vídeo, claro, que queda a cargo de los compañeros de vídeo), el texto final, el producto final, pero lo que queda entre bambalinas y no se ve es que los que hacemos estos análisis cambiamos de móvil más que de pijama.
Y esto, que en teoría podría verse como algo chachi pistachi, divertido y entretenido (que algunas veces lo es), también puede ser un poco... tedioso. Reconozco que no sé cuántos análisis publicamos el año pasado, pero creo que superamos la barrera de los 300 entre todo el grupo de Webedia España, que ojo, se dice muy rápido. El caso es que estoy seguro de que muchos pensarán que no es para tanto y que me quejo de vicio, así que en lugar de soltar la chapa que suelto todos los sábados hablando de mis movidas, esta vez tengo a mi lado cuatro compañeros que, como yo, se dedican (entre otras cosas) a analizar móviles: Amparo Babiloni, Anna Martí, Samuel Fernández y Ricardo Aguilar. Así la sueltan ellos.
El maravilloso mundo de las review
Os comento grosso modo como es el hermoso proceso de hacer una review de un móvil. Cuando nos llega, lo sacamos de la caja y nos aseguraremos de que funciona correctamente. Acto seguido, cogemos nuestro móvil personal, le sacamos la SIM (con esto tengo una anécdota que ya os contaré), la metemos en el otro móvil y toca iniciarlo desde cero, con tus cuentas personales, tus apps del día a día, tus juegos y todas las movidas que sueles usar a diario. Después de todo, una parte fundamental de los análisis es contar la experiencia con el dispositivo, así que la mejor forma de hacerlo es usarlo como si fuera el tuyo propio.
¿Sabes esa ilusión tan fantástica que tienes cuando abres los regalos de Reyes y tienes un nuevo móvil? Pues también nos pasa a nosotros, al menos las tres primeras veces. Luego te das cuenta de que analizar un móvil es un trabajo hercúleo, muy denso y que no es solo echarte unas partidas a 'Fortnite' y hablar por WhatsApp, sino que hay que, bueno, eso, analizarlo en profundidad. Cuando llevas 20 análisis, empiezas a ver los móviles con otros ojos.
Mis compañeros de VidaExtra, 3DJuegos e IGN seguramente tengan una visión similar con los videojuegos, porque hay una diferencia sustancial entre jugar por hobby a jugar por trabajo. De la misma forma que no juegas igual cuando tienes que escribir un análisis de un videojuego, no usas el teléfono igual cuando tienes que escribir su review. Hacer fotos no es hacerte fotos con los colegas un viernes por la tarde, que también, sino hacer fotos con determinadas condiciones, verlas, ampliar, analizarlas... Es todo mucho más técnico.
Cuando quieres darte cuenta, tienes un documento con 8.000 palabras, que vienen a ser 32 carillas de Word en Times New Roman 12 y espaciado 1,5. Y cuando terminamos de escribir, toca hacerle las fotos al móvil, y reza porque no tenga colores que reflejen mucha luz. Luego las editamos, hacemos los mock-ups para ilustrar las cosas con capturas de pantalla, maquetamos, releemos, corregimos, releemos, corregimos, releemos, releemos (yo esto lo hago en voz alta, porque soy así de especial) y ya entonces se revisa y publica. Aquí os lanzo un guante a vosotros, Xatakeros, que siempre estáis al tanto para señalar los errores que se nos hayan podido colar después de leer el texto 300 veces.
Cuando terminamos un análisis, que es algo que lleva días y hasta semanas, devolvemos el dispositivo y poco después nos llega otro, y el ciclo se repite. Toca bajar de nuevo todas las cosas, configurar el móvil desde cero... Y otra vez, y otra, y otra. Todo es jijijaja hasta que tienes configurada la autenticación en dos pasos en todas tus apps (una práctica recomendable, por cierto) y recuerdas que la copia de seguridad de WhatsApp difiere entre iOS y Android. Un minuto de silencio por todos los mensajes perdidos en el limbo al pasar de un móvil Android a un iPhone, por favor.
Nuestra vida
Pero bueno, que aquí nos hemos venido a hablar de mi libro (un poco sí, vistos los cinco párrafos anteriores, para qué engañarse), sino para que mis compañeros también puedan ofrecer su visión y os cuenten cómo lo gestionan. Yo solo voy a decir que secundo absolutamente todo lo que dicen y que por favor, WhatsApp, a ver esa copia de seguridad multiplataforma, please.
Amparo Babiloni
Directora de Xataka Móvil y Xataka Android
Cambiar de móvil es la historia de mi vida. No sé las veces que cambié de teléfono en 2019, pero calculo unas 15 o 20 fácilmente. En lo que llevamos de 2020 he cambiado ya cuatro o cinco veces. Como veis, es un no parar, por lo que ya he desarrollado procesos muy claros para trasladar todas mis cosas de un móvil a otro sin que me suponga un trauma, pero esto lo he conseguido gracias a que he ido simplificando al máximo y siempre tirando de la nube.
Primero añado mis cuentas de Google. Ahí ya tengo sincronizados los contactos, el calendario, el correo, las fotos, mi Google Drive (tengo almacenamiento contratado), notas y otros elementos.
Lo siguiente es instalar las apps que más uso, que no son tantas como pueda parecer, aunque siempre se me olvida algo que instalo más tarde. Si el móvil me lo permite, intento transferir las apps del móvil previo al que estoy estrenando, pero si no toca instalar a mano. Aquí lo que hago es intentar copiar la pantalla de inicio de un móvil al otro, aunque no siempre lo pongo todo en el mismo sitio, eso me da un poco igual (cuando cambias tantas veces de móvil se te quita esa manía).
Para iniciar sesión en las apps uso un gestor de contraseñas que me facilita un poco el proceso, pero sigue siendo bastante engorroso, sobre todo porque tengo la autenticación en dos pasos activada en casi todos los servicios. Cuando tengo la sesión iniciada en las apps que más uso (Slack, Twitter, Instagram, Telegram, etc) toca el turno de WhatsApp.
Este es el paso que más rabia me da. No entiendo como a estas alturas WhatsApp no permite la sincronización en la nube como Telegram, pero bueno, eso es otro tema. En el móvil anterior, que todavía tiene la SIM instalada, abro la app y hago una copia de seguridad en Drive. Después inserto la SIM en el móvil nuevo y la vuelco. Bueno, esto si son móviles Android, como cambie a iPhone ni me planteo intentarlo.
Una vez WhatsApp está operativo en el nuevo terminal ya doy por terminado el proceso. Suena bastante largo y tedioso pero cuando lo haces tantas veces al final es bastante automático. Y bueno, ¿qué le voy a hacer? Es la vida que me ha tocado vivir. Podría ser mucho peor ¯\_(ツ)_/
Samuel Fernández
Editor en Xataka Móvil y Xataka Android
Analizar teléfonos móviles es muy bonito, sobre todo si sientes la pasión por la tecnología que invade a la gran mayoría de mis compañeros, pero aún así tiene sus inconvenientes. Y como ya está comentando Jose a través de los comentarios de mis compañeros, el principal es tener que cambiar de móvil cada dos por tres. Tanto es así que he llegado a desechar aplicaciones en beneficio de otras precisamente por esto, por encontrar las que me faciliten el cambio costante entre terminales.
Estimo que en 2019 cambiaría de teléfono (sin contar con el regreso a mi móvil principal) unas 10 ó 12 veces. 10 ó 12 veces en que tuve que poner mi teléfono en modo avión, borrar el caché de WhatsApp para poder recuperar la copia de seguridad a la vuelta, sacar la SIM, meterla en un teléfono nuevo y empezar a configurar desde cero. Sin embargo, no analizo iPhones así que tengo más ventajas que otros de mis compañeros pues el cambio entre teléfonos Android se ha ido haciendo más invisible con el paso de los años.
Lo peor es, sin duda, la reinstalación. Parece que todos los fabricantes te permiten recuperar los datos desde Google Play pero algunos se resisten (los menos, por suerte) y te obligan a configurar desde cero. Sin embargo, muchas apps ya descargan hasta con el login hecho y al resto de acostumbras. Instalas un teléfono y sabes que tendrás que pedir SMS a Facebook, Instagram, WhatsApp, Twitter, etc, etc, porque es la forma de operar con las autentificaciones dobles.
Como he dicho, algunas apps han caído por el camino en beneficio de otras que me hacían la vida más fácil. Google Play Music, por ejemplo, acabó dejando sitio a Spotify por su absurda limitación a la hora de eliminar dispositivos de la lista de usados y permitir un numero limitado por año. Con Dropbox me ha pasado igual al permitir únicamente tres dispositivos: el Mac, el iPad y el móvil de turno. Todo para poder pasar fotografías para los análisis al ordenador. ¿El resultado? He acabado usando los mensajes guardados de Telegram, lo siento, necesito un flujo de trabajo cómodo.
Como cosas a mejorar, ojalá WhatsApp funcionase como Telegram o Facebook Messenger, pudiendo loguearme y olvidarme de la copia de seguridad. O que todos los fabricantes implementen la descarga de apps directamente desde Google Play. Otro detalle que parece tonto es tener que limpiar la lista de apps descargada desde Google Play de un teléfono a otro porque el modelo que acabas de usar mete apps que sólo le valen a él. Como el Mi Remote de Xiaomi o las apps específicas de Huawei, Samsung y compañía. Como no revises qué recuperas de un teléfono a otro, se te llena la memoria de basura.
Por lo demás, lo cierto es que el cambio de teléfonos se ha ido haciendo más y más cómodo. Como decía, algunas apps ya descargan directamente con el login hecho y me puedo olvidar de ellas. Eso sí, mi número de apps en uso ha disminuído con los años hasta hacer el cambio de teléfonos mucho más manejable. Ya lo dije antes, necesito un flujo de trabajo cómodo a la hora de pasar de un móvil a otro. Lo contrario es un problema.
Anna Martí
Editora en Xataka
La verdad es que soy bastante purista en este sentido y cada vez que recibo un móvil para analizar (algo que quizás pase unas 25 veces al año, nunca pensé en llevar la cuenta y quizás es algo tarde…) lo hago como un móvil de cero, nuevo, como si lo recibiese alguien que lo compra. Miro bien el packaging, etc. y sobre todo no recurro a copias de seguridad. Instalo todo de cero, app a app, contraseña a contraseña, por manías y por aspectos con algo más de sentido (ver cómo gestiona ciertos aspectos, que no se añadan archivos prescindibles o “basura” de sistema, etc.).
Evidentemente esto es más incómodo que recurrir a la copia de seguridad de Google o la que sea, pero yo me quedo más a gusto y creo que es más fiel a la experiencia que se tiene cuando se compra (pensando sobre todo en los usuarios que no se hacen backup y que empiezan más de cero, y/o vienen de otro sistema operativo o marca). Pero ni siquiera lo veo tedioso. Las apps que suelo instalar (basadas en un uso estándar junto con las de prueba y alguna extra) tampoco son tantas, y casi es más la espera de las que conllevan descargas grandes (como ‘PUBG’) que otra cosa. Y vamos a ser sinceros: a mí me encanta organizar las apps como me guste a mí y personalizar la interfaz (y de paso ver las opciones de la capa), es más un pasatiempo que un hándicap (me tenéis que querer así).
Algo que no hago siempre (y debería) es una doble copia de las fotos y vídeos que hago con cada móvil. Alguna vez me ha fallado esto (por ejemplo, perdiendo los vídeos o queriendo recuperar a posteriori del análisis fotos que no he conservado), y aunque ha tenido solución es bastante fastidioso. Normalmente recurro a Fotos/Drive o Dropbox, además de una copia local en todo caso. Por suerte me ha pasado contadas veces.
Lo que más puede despertar curiosidad es cuando me toca hacer comparativas. Normalmente es fotográfica y afortunadamente no necesito instalar todo en cada móvil, pero hay servicios y/o apps que se activan por defecto (como Gmail) y es un festival de la notificación cada vez que recibo un correo (las risas duran poco) y me acuerdo de desactivarlo. Aquí el tema de las copias de seguridad es algo más costoso, sí, pero bueno, es ponerse un poco en plan mecánico (a lo Chaplin en ‘Tiempos modernos’) e ir siguiendo un orden, poca exigencia al fin y al cabo (más cuestión de orden y tranquilidad).
Algo que mejoraría quizás es cómo Google explica qué es cada copia. Es decir, cuando ayudo a algún usuario más novel a configurarse su nuevo móvil normalmente no entienden que Fotos va por un lado y la copia de apps va por otro, así que quizás iría bien algún tipo de asistente al acabar el pre-load. Por supuesto, el backup de WhatsApp es un desastre, muchas veces paso de cambiarlo de un móvil a otro (sobre todo de iOS a Android) porque en el móvil lo uso muy poco (más en el ordenador) y acabo perdiendo más de lo que gano en comodidad.
Ricardo Aguilar
Editor en Xataka Móvil y Xataka Android
Por motivos ya conocidos por todos y todas, tengo que cambiar de teléfono, como mínimo, una vez al mes. La cuenta la he perdido desde hace tiempo porque, aparte de los cambios que hago por motivos de review, están los constantes cambios que hago en lo que respecta a móvil personal, hay meses que perfectamente puedo haber usado 4 o 5 teléfonos.
Cambiar de teléfono, al menos cuando es entre Android y Android, no me resulta engorroso. Lo que más pereza me da es el tema de la tarjeta SIM, no entiendo por qué eSIM (SIM virtual) no es todavía un estándar completamente democratizado y estar cambiando constantemente la tarjeta es un engorro para mí (buscar el maldito pinchito, sacar la bandeja, cambiar la tarjeta… estamos en 2020, por Dios.) Por lo demás, no tardo más de 10 minutos en configurar un teléfono nuevo gracias a las herramientas de Google en Android. Que tenga absolutamente todos nuestros datos tiene sus beneficios.
- Le pongo la SIM al teléfono nuevo
- Lo enciendo
- Configuro en el asistente incial
- Se descarga todo automáticamente gracias a la copia de seguridad de Google
- Todas mis contraseñas están guardadas en el Smart Lock de Google
El principal problema aquí es que mi móvil personal es un iPhone, por lo he dado por perdidas las copias de seguridad de WhatsApp. Aquí culpo completamente a la app por su funcionamiento ya que, en mi opinión, debería funcionar en la nube como Telegram, siendo multidispositivo. Por suerte, uso más Telegram que WhatsApp y no me resulta dramático perder las conversaciones. Del mismo modo, si descargo una app nueva en el iPhone, por motivos obvios no se va a sincronizar con Android, así que estas apps sí tengo que bajarlas a mano.
Mis amigos, aunque llevo ya cuatro años así, siguen flipando un poco. ¡Cómo puedes cambiar tanto de teléfono! (siguen sin entender que pago el alquiler gracias a estas “cosas de internet” que hago) pero yo ya lo veo como algo completamente normal. Por lo general me encanta, porque me apasiona lo que hago y siempre tengo ganas de probar móviles nuevos. No obstante, siendo sinceros, a veces duele en el alma pasar de un iPhone 11 Pro a un gama media o gama baja de rendimiento y cámara dudable, aunque todo sea por la ciencia.
Por último, hay una pregunta que me hacen bastante: ¿nunca se te ha roto un teléfono? En estos cuatro años, solo uno. No diré el modelo ni la marca, solo puedo decir que costaba más de mil euros y que era el flagship. Lo llevaba con su funda y se me cayó de la cama a una distancia ridícula, de hecho, no me di cuenta hasta que le quité la funda de que estaba completamente resquebrajado. Alguna vez tenía que pasar, ¿no?
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