La transición al coche eléctrico está suponiendo un agujero económico para algunos fabricantes. Especialmente los más tradicionales, de mayor volumen de negocio y producción que, además, se han propuesto ambiciosos objetivos a corto y medio plazo. Ford es la última en rendir cuentas.
Hace unos días tratamos la situación de Volkswagen. El fabricante alemán se encuentra en un proceso de reconversión a la movilidad eléctrica que le ha llevado por un camino que pocos podían imaginar hace unos años: invertir y comprar plataformas de fabricantes chinos.
Ahora es Ford la que reporta los datos relativos a su salto al coche eléctrico. De momento, está revisando todas las cifras que tenían previstas para los próximos años y ninguna de ellas mejora las previsiones anteriores.
4.500 millones de dólares
Los planes de Ford pasaban por fabricar 600.000 vehículos completamente eléctricos este año y dos millones anuales de los mismos para 2026. Con Tesla acercándose a estas últimas cifras en este mismo 2023, en Ford ya aceptan que el primer hito lo tendrán que retrasar al año que viene y ya no ponen fecha para el segundo.
Los datos los recoge Bloomberg, quienes se hacen eco del último informe financiero de la firma, referente al primer semestre del año. Según Jym Farley, CEO de la compañía, el fabricante está encontrando dos problemas: la demanda de coches eléctricos se está frenando en Estados Unidos y, además, los clientes buscan precios más asequibles al tiempo que la cadena de suministros aumenta los costes de fabricación.
"Hay muchos clientes. El problema es que el precio que están dispuestos a pagar ha bajado", ha asegurado Farley en palabras recogidas por el diario económico.
Hay más oferta en el mercado, los precios han bajado animados por los agresivos descuentos de Tesla y, por tanto, los compradores se están negando a pagar los altos precios que necesitan o quieren imponer los fabricantes. Es la misma situación de la que ya se alertaba en relación a la guerra de precios que se ha estado viviendo en China.
Todo ello ha pasado a reconsiderar los números que Ford espera para este año. En 2022 perdió con el coche eléctrico 2.100 millones de dólares. Entonces partió la empresa en dos: Ford Blue es la compañía dedicada a los motores de combustión y Ford Model e al desarrollo de software y coche eléctrico. El plan pasaba porque la primera sostenga poco a poco a la segunda hasta que sea Ford Model e quien supere a Blue.
Pero los números se están complicando. Ford esperaba en 2023 perder 3.000 millones de dólares. En el primer trimestre ya perdió 700 millones de dólares con la división de coches eléctricos. Ahora los cálculos apuntan a que perderá 4.500 millones de dólares a final de año.
Las previsiones no son buenas. En el diario económico recogen que John Lawler, director financiero de Ford, ya ha desechado la posibilidad de conseguir el punto de equilibrio con el coche eléctrico este año y que tampoco aspiran a conseguir el 8% de margen bruto en 2026. Son cifras tremendamente exiguas. Para hacernos una mejor idea, Tesla, que dominaba con mano de hierro este aspecto, ha sufrido el castigo momentáneo de sus inversores tras anunciar márgenes brutos del 18,1%.
El balancín en el que esperan convertirse, con Ford Model e ganando peso frente a Ford Blue, funciona de momento. Los datos apuntan a que el fabricante está obteniendo beneficios de su compañía de motores de combustión por valor de 2.300 millones de dólares (antes de intereses e impuestos), frente a los 2.240 millones de dólares que estimaban los analistas.
El problema para la compañía está en que se encuentra en mitad de una reducción drástica de sus plantillas y, sin embargo, los costes de producción siguen siendo demasiado altos. El fabricante ha optado por dejar a un lado los modelos de menor precio pero tampoco termina de ver claro el futuro de los componentes que montan los vehículos eléctricos de mayor coste para el cliente.
Ahora, tiene que encontrar compradores en un mercado donde los rivales aprietan, el consumidor empieza a retrasar la compra de los coches eléctricos de mayor precio y, sin embargo, el coste de la cadena de suministro no termina de aflojarse lo suficiente para compensar los descuentos en los que la propia compañía ha tenido que incurrir para hacer atractivos sus productos.
Foto | George Sargiannidis
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