En 2018, El País recogía en un reportaje cómo eran tratados los trabajadores del Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) que se encarga de controlar cuándo un vehículo ha superado el máximo tiempo permitido que tenía para aparcar en la calle.
"A una compañera le tiraron un bote de pintura encima, a otra le echaron espray de pimienta en los ojos y le ha quedado una lesión permanente. Incluso a otra una persona la atropelló con su coche". Estas son algunas de las declaraciones que se leen en el artículo por parte de uno de los trabajadores, después de que un compañero recibiera una paliza por poner una multa.
En Madrid, el control horario del estacionamiento sale a concurso y son empresas privadas las que acceden y gestionan al mismo. Un tipo de funcionamiento que ha levantado sospechas sobre las posibilidades que hay de que la empresa imponga al trabajador la obligatoriedad de poner un número de multas mínimo al cabo del día, la semana o el mes.
No son las únicas empresas privadas que gestionan el control del. estacionamiento o el tráfico en España. En enero del año pasado, con motivo de un vídeo viral que mi compañero Carlos Prego describió como "firme candidato al 'zapping-esperpento' de 2023" tuvimos noticias de los radares privados en nuestro país. El motivo de aquella conexión era un vídeo publicado en Twitter por la cuenta SocialDrive en la que se mostraba cómo un particular controlaba la velocidad de los conductores en una travesía dentro de la ciudad de Talavera de la Reina.
Son sólo dos ejemplos de cómo la empresa privada aprovecha concursos públicos para operar sobre el control del tráfico en las ciudades. Pero, ¿y si la empresa privada no necesitara ganar un concurso privado para operar? ¿Si pudiera remolcar tu coche sin la intervención de los agentes locales?
Esto es lo que sucede en Filadelfia y lo que ha dado lugar a la proliferación de un aparato que está soliviantando a los vecinos de la ciudad, siendo calificado, incluso de "extorsión" por parte de algunos agentes locales.
Te retiro el coche, aunque no haya sido multado
Decíamos que, en España, los ayuntamientos pueden delegar algunas de sus competencias en empresas privadas, como el estacionamiento. En algunas ciudades de Estados Unidos, como Filadelfia, el sistema es parecido pero tiene algunas diferencias significativas.
Allí, empresas privadas pueden tomarse la libertad de retirar los coches mal estacionados, bien porque habían aparcado en lugares prohibidos o porque habían excedido el tiempo máximo permitido. Y esto se realizaba hasta hace unos años sin que los agentes tuvieran que intervenir.
Es decir, a la hora de aparcar un coche en Filadelfia, el ayuntamiento de la ciudad nos obligaba a pagar el tiempo que pensáramos estar estacionados. Superado ese tiempo, una empresa privada podía retirar el vehículo incluso sin que un agente hubiera impuesto una sanción a nuestro coche.
Esto provocó que algunas empresas actuaran de manera malintencionada, colocando incluso carteles de "prohibido aparcar" en espacios totalmente legales para, en cualquier momento, retirar un coche y cobrar por ello. Todo terminó con la redacción de la ticket-to-tow law en 2017, una normativa que puso coto a estas prácticas, impidiendo que una empresa privada retirara un coche si éste, previamente, no había sido multado por un agente municipal.
La ley levantó revuelo entre las empresas privadas de retirada de vehículos, quienes alegaban que por las malas prácticas de unos pocos se estaba castigando a todas las compañías. Éstas contaban con el respaldo de algunos negocios que veían que los conductores volvían a aparcar en espacios reservados para ellos (carga y descarga, por ejemplo) porque era improbable que los agentes (superados por el número de infracciones) les multaran antes de retirar el coche.
Con el tiempo, todo se calmó pero hace sólo unos meses, la polémica vuelve a estar de actualidad.
La ventosa de la disputa
Antes de pasar al caso que nos ocupa, vamos a hacer un alto en el camino.
Es enero de 2020 y la Universidad de Oklahoma ha tomado una decisión, cansada de los estacionamientos irregulares en sus instalaciones, pondrá una enorme placa amarilla sobre los parabrisas de los coches que incumplan con las normativas de la institución. Esta placa se pega al parabrisas con unas enormes ventosas que solo se liberan cuando se paga una tarifa con tarjeta.
Era 14 de enero y apenas dos días después, los estudiantes ya habían llevado a cabo todo tipo de prácticas para liberar sus vehículos. En su intento de liberarse de la multa, habían conseguido librarse del aparato, conocido como Barnacle, utilizando tarjetas de crédito para liberar la presión de las ventosas o dejando abandonados diversos coches en el parking como cebos para, sencillamente, agotar las reservas de estos aparatos por parte de la universidad.
El objetivo de la institución estaba muy claro: impedir que los estudiantes salieran del aparcamiento sin pagar la multa y sin la necesidad de poner un cepo a la rueda del coche, lo que requiere más trabajo. Sobre todo porque el aparato debía ser devuelto por el propio estudiante.
Una empresa instala enormes ventosas que ocupan todo el parabrisas del coche y piden 450 dólares por "rescatar" el coche
Esto mismo nos lleva de nuevo a 2023. Después de años donde las empresas privadas habían visto muy reducido su negocio en Filadelfia, una compañía denominada Barnacle Parking había encontrado la solución: vender a empresas de remolque de coches sus barnacle.
La acogida por parte de estas empresas no se hizo esperar y ahora es la ciudad la que trata de regular esta laguna legal que las compañías encargadas del control del estacionamiento regulado han encontrado. El medio local 6abc se propuso entender cómo funcionan este tipo de compañías y la investigación ha terminado por prometer al Ayuntamiento de Filadelfia que regulará esta problemática.
Sus periodista llevaron a cabo un experimento sencillo. Aparcaron un coche, pagaron su estacionamiento durante dos horas y dejaron expirar el tiempo. Apenas pasados unos minutos de la hora límite, una compañía privada dedicada al control horario instaló la famosa placa en el parabrisas del automóvil.
Cuando los periodistas acudieron se encontraron con la sorpresa de que la empresa pedía 450 dólares por retirar el aparato. Si pagaban, la ventosa cedía y podían depositarla en un centro de recogida de la misma. Una vez allí depositada, el sistema mediante GPS confirma la posición y se devuelven automáticamente 300 de los 450 dólares, actuando por tanto como fianza. El coste de superar unos minutos el tiempo máximo permitido era de 150 dólares, aunque los agentes locales no hubieran actuado.
Cuando se pusieron en contacto con la compañía y les alertaron de que esto podía ser ilegal, la empresa tuvo clara la respuesta: nada impide que muevas el coche. Y ese es exactamente el problema. Técnicamente, el coche arranca y puede desplazarse, por lo que estas empresas consideran que no se viola la mencionada ticket-to-tow law que obliga a las empresas privadas de remolque a sólo actuar cuando un agente ha dispuesto una multa.
La repercusión del reportaje ha sido tanta que ahora desde el Ayuntamiento de Filadelfia están trabajando para regular este aspecto, que ha sido definido por el Comisionado Adjunto de Policía de la ciudad como "extorsión" en una sesión de la cámara.
Desde Barnacle Parking, a su vez, se defienden asegurando que el sistema es muy eficaz para controlar las infracciones de estacionamiento y que "es una gran manera de ahorrar dinero y hacer que los automovilistas se pongan en camino de inmediato". Desde las instituciones públicas no lo ven de la misma manera y ya apuntan a que "definitivamente necesitan ser restringidos o limitados de alguna manera" para que tanto la ciudadanía como los agentes sepan cómo pueden actuar en estos casos.
Foto | Barnacle Parking
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