Hubo un tiempo en el que el Boeing 747 era uno de los aviones más deseados. Las aerolíneas soñaban con incorporarlo en sus flotas y los pasajeros en viajar de un punto a otro del planea en él. Era un prodigio tecnológico que había nacido a finales de la década de 1960 y que, literalmente, se había encargado de revolucionar la industria de la aviación.
Las cualidades de esta aeronave en sus diferentes variantes hicieron que su éxito se replicara más allá del transporte comercial de pasajeros. Llegaron los Boeing 747 de carga e incluso versiones para gobiernos altamente modificadas. Estados Unidos, por ejemplo, tiene varias de ellas que adoptan el nombre de Air Force One cuando el presidente está a bordo.
Arabia Saudí también quería tener su Boeing 747
El país situado en la península arábiga es conocido, entre otras cosas, por sus proyectos extravagantes. Desde la torre con reloj Abraj Al Bait hasta las megaciudades de Neom y The Line. El avion del ministro de Defensa de Arabia Saudí y príncipe heredero, Sultán bin Abdulaziz, no podía ser menos, por lo que se decidió la compra de un Boeing 747.
Como recoge la cadena CNN, este miembro de la realeza saudí eligió la versión más avanzada jamás construida del icónico modelo del fabricante estadounidense. En concreto, un Boeing 747-8 de la categoría “BBJ”, es decir, un “Boeing Business Jet” específicamente diseñado para los clientes más exigentes, quienes desean personalizarlo al máximo.
Este tipo de aviones, por lo general, se entregan en una condición que se denomina “verde”, por el color característico de la capa protectora del fuselaje cuando salen de la fábrica de Everett, el edificio más grande del mundo. Están vacíos por dentro, por lo que los clientes son los encargados de instalar todo el equipamiento necesario para su operación.
Pero a nivel de ingeniería y tecnología, como decimos, estos Boeing tienen lo último de lo último. Diseño de ala flexible de segunda generación, nuevos motores General Electric GEnx, cabina con mandos, controles e instrumentos mejorados, entre otras características. El avión destinado al príncipe heredero, sin embargo, solo pudo volar 16 veces.
En 2011, poco antes de que el fabricante estadounidense entregara el avión que se le había encargado, el príncipe heredero murió. Pero su construcción estaba en marcha y el pedido siguió su curso. Cuando el Boeing estuvo listo se le asignó el número N458BJ, hizo su correspondiente vuelo de prueba y quedó listo para su uso.
Después de aquella etapa, el 747 viajó hasta la base EuroAirport Basel-Mulhouse-Freiburg, en Francia, donde permaneció durante varios años. La idea era que allí fuera equipado con un lujoso interior, pero eso finalmente nunca sucedió. En 2017, sus propietarios intentaron venderlo por 95 millones de dólares, muy por debajo los 350 millones que costaba originalmente.
Sin embargo, nadie resultó interesado en gastar esa enorme cantidad de dinero en un avión que todavía debía ser equipado, lo que se traducía en un importante gasto adicional. Uno de los factores que pudo haber afectado su venta es el cambio que está viviendo la industria de la aviación comercial, que ahora apuesta por alternativas más pequeñas y económicas.
El destino de esta increíble pero desafortunada aeronave fue volver a su país de origen. Después de mucho tiempo de negociación, Boeing decidió volver a comprar el avión que ellos mismos habían construido. Se desconoce cuánto pagó la compañía por él, pero se sabe que voló el año pasado hacia un cementerio de aviones en Arizona, Estados Unidos.
Pese a que ha sido comprado por el fabricante, no tendrá el privilegio de volver a volar. El contratista Pinal Airpark se está encargado de desmontarlo. Piezas de gran valor económico como los motores volverán a manos de Boeing, mientras que el resto se descartará por completo. Un desafortunado final para un superjumbo que apenas alcanzó a volar.
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