Pocas cosas pueden descuadrar tanto el presupuesto de un hogar como la reparación de la avería de un coche. Para no encontrarnos en esta situación, saber cuánto cuesta el mantenimiento de un coche) es clave. Pero mucho más importante es llevarlo a cabo utilizando los componentes indicados por el fabricante y realizando los cambios oportunos de los mismos en las ventanas temporales o de kilómetros correspondientes.
Pero con nuestra forma de conducir también podemos ahorrarnos un gran dinero. Quienes realicen una conducción más agresiva reducirán la vida útil de sus ruedas y quien no haga uso del freno motor hará lo propio con sus pastillas de freno o sus discos. Componentes que, utilicemos coches de gasolina o eléctricos, hay que ir sustituyendo.
En el día a día podemos poner algunos pequeños trucos en práctica para reducir los riesgos de una posible avería o para aumentar la vida útil de los componentes. Lo mismo sucede con nuestro turbo, al que un maltrato reiterado puede provocar una rotura prematura.
Cómo evitar la rotura del turbo
Los motores turboalimentados son aquellos en los que se utiliza este componente para aumentar la potencia entregada. En los últimos años, esta configuración se ha ido imponiendo, con la llegada de cubicajes más bajos y la proliferación de los motores tricilíndros. Es una solución sencilla para conseguir bajos consumos y garantizar ese extra de potencia cuando se le demande al coche.
El turbo reutiliza parte de los gases de escape para, por medio de dos turbinas, comprimir más aire e introducirlo en la cámara de combustión de los cilindros. Con este aumento de aire, la explosión o quema que se consigue en el cilindro es más eficiente y la potencia recibida mayor.
Para que esto tenga lugar, antes del sistema de escape se sitúa una turbina. Los gases mueven ésta y, como consecuencia, se mueve una segunda turbina que es la encargada de enviarlos de nuevo al sistema de admisión. Ambas turbinas están unidas por el eje coaxial.
La buena lubricación de este eje es fundamental para garantizar un buen funcionamiento. Hay que tener en cuenta que los gases de escape están a alturas altísimas, y el lubricante ayuda a rebajar ésta circulando por el circuito mientras el motor está en marcha.
Si hemos hecho un uso intensivo del turbo, es buena idea dejar el coche al ralentí entre 30 segundos y dos minutos, una vez hemos llegado al destino. Así garantizamos que el aceite siga girando por los conductos y no se pare. Si esto sucede, el lubricante alcanza temperaturas tan altas que acaba por carbonizarse.
Cuando esto sucede en repetidas ocasiones, las piezas no pueden girar con la misma suavidad que lo hacían antes y la acumulación de este lubricante carbonizado puede provocar que el turbo acabe por romperse. Una avería que Race cifra en unos 2.990 euros.
Foto | Cameron Edwards
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