Así era el Mercury, el alucinante tren retrofuturista que circuló por las calles de Nueva York durante 23 años

El Mercury era auténtica una obra de arte sobre raíles que supo desafiar a la industria ferroviaria tradicional de Estados Unidos entre los años 30 y 60 del siglo XX. Comercializado como "el tren del mañana", tenía un conjunto de características únicas que lo diferenciaban de las otras unidades que circulaban por aquel entonces. Se trataba de un aspecto imponente y retrofuturista, heredado de la rama Streamline Moderne del diseño Art Decó, con interiores elegantes y coloridos, ventanas selladas, iluminación indirecta y una nueva tecnología de aire acondicionado.

Los orígenes del tren tuvieron lugar en una época bastante compleja. En medio de la Gran Depresión, el Ferrocarril Central de Nueva York quería mejorar su servicio de pasajeros para el Medio Oeste de Estados Unidos, con un vehículo centrado en la velocidad y la innovación, pero sin gastar demasiado dinero. El diseñador Henry Dreyfuss recibió el encargo de diseñar el Mercury. Los funcionarios quedaron encantados con el trabajo y no tardaron en aprobar los planos. Sin embargo, cuando llegó la hora de la licitación, el proyecto fue cancelado abruptamente.

Un tren moderno, con partes de trenes viejos

Debido a la delicada situación económica, el Ferrocarril Central de Nueva York no estaba dispuesto a gastar una enorme cantidad de dinero en un tren tan ambicioso. "Fue un duro golpe cuando recibí la mala noticia", dijo Dreyfuss, quien decidió no conformarse con esa respuesta y propuso utilizar algunos de los coches de las flotas que estaban en desuso y que se encontraban almacenados en los depósitos. Los responsables del proyecto reconsideraron su decisión y dieron luz verde para la construcción del Mercury, que terminó convirtiéndose en toda una flota de trenes.

El nuevo tren de Nueva York tenía una apariencia futurista. La locomotora, además de su diseño aerodinámico tenía aspectos muy llamativos, por ejemplo, las ruedas y las varillas impulsoras estaban expuestas e iluminadas por luces, lo que permitía ver aquella poderosa máquina en pleno funcionamiento, incluso por la noche. Los vagones, por su parte, eran de color gris medio con molduras de aluminio cepillado. Se impulsaba por un motor de vapor y podía alcanzar una velocidad máxima de 160 km/h, aunque estaba limitada a 130 km/h para viajes con pasajeros.

Pese a los límites de presupuesto, el Mercury ofrecía un interior de lujo, con diferentes sectores: el vestíbulo, que era el único espacio circular, el comedor, el salón de fumadores, el de pasajeros y el de observación. 

En este último, en lugar de tener los asientos alrededor de las paredes, mirando hacia adentro, colocó los asientos en el centro, mirando hacia las ventanas. También se colocó un velocímetro que recordaba a los pasajeros la velocidad a la que iba el tren.

El primer tren de esta familia, que hacía un trayecto entre Cleveland y Detroit, empezó a funcionar el 25 de junio de 1936. Más tarde entró en funcionamiento un servicio que unía Chicago con Detroit, y otro que Cincinnati con Detroit.

La serie de trenes Mercury fue quedando anticuada con el paso de los años y fue reemplazada gradualmente con trenes más modernos. El último sobreviviente fue el Mercury original, que prestó su último servicio el 11 de julio de 1959.

Imágenes | Patty Allison | Wikimedia Commons

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