Desde BYD a NIO, los fabricantes chinos se han dejado una enorme cantidad de dinero en bolsa
Sus entregas son más numerosas que nunca pero su margen de beneficios se ha reducido por la guerra de precios
Durante todo el año pasado ya vimos como la preocupación europea por China y sus coches eléctricos se desataba. Poco a poco, sus fabricantes fueron desembarcando en Europa, con coches eléctricos que apuntan a todas las gamas. Desde MG peleando por los coches eléctricos más asequibles, a BYD disparando a todos los frentes o NIO entrando a pelear por el segmento premium.
A estos grandes nombres hay que sumar a Lynk&Co, completamente asentada en el mercado del híbrido enchufable, compañías con amplio capital chino, como Volvo o Polestar, empresas que sacan un enorme rendimiento de fabricar en el país asiático, como Tesla o Renault, y marcas que han llegado con menos ruido pero que ya se venden en España, como Omoda (repitiendo la estrategia de MG y optando también por la venta de vehículos de combustión) o Voyah, dirigendo sus dardos directamente a la clase alta europea.
Desde la propia industria, además, se lleva tiempo alertando del peligro que suponen estas compañías para las automotrices tradicionales europeas. Elon Musk ha sido el último en señalar que, de no levantarse aranceles, los fabricantes chinos arrasarán con el mercado y pondrán en riesgo algunas firmas. Meses atrás, Augustin Friedelen, director senior de MHP (consultora que trabaja para Porsche, entre otros) aseguraba que los coches chinos "son indistinguibles en términos de calidad de los europeos", en una entrevista para la revista alemana Auto Motor und Sport.
Por si fuera poco, las ventas de todas las compañías crecen como nunca y, de hecho, han conseguido situar al país como el mayor exportador de coches del mundo, superando a Japón allí donde hasta hace poco dominaban con mano de hierro.
Para hacernos una mejor idea del crecimiento experimentado en el mercado local, según datos de Bloomberg, en 2018 se vendieron 993.000 coches de "nueva energía" en China. De ellos, 750.000 coches eran completamente eléctricos. En 2020, el crecimiento dejó 1,1 millones de coches enchufables vendidos, de los cuales más de 900.000 fueron eléctricos.
En 2023, el crecimiento se disparó a 7,7 millones de vehículos. De ellos, 5,1 millones fueron completamente eléctricos y el restante fueron híbridos enchufables. Para hacernos una mejor idea, en toda Europa se vendieron el año pasado 12,83 millones de automóviles. Eléctricos se vendieron poco más de dos millones.
Y, pese a ello, no todos son buenas noticias para los fabricantes chinos.
Una guerra de precios que genera dudas
Parte de todos estos datos se entienden mejor si se atiende a la dura guerra de precios en los vehículos eléctricos que se vive en China. El país necesita seguir empujando a sus marcas a vender este tipo de productos si quieren dar el salto a Europa y ser relevantes en el mercado. Por eso optaron por ampliar las ayudas a la compra de coches eléctricos.
Unas ayudas que, con el paso del tiempo, han derivado en una durísima guerra de precios a nivel interno. Los fabricante han optado por rebajar sensiblemente el precio de sus vehículos forzando la máquina hasta comprobar quiénes pueden seguir el ritmo. Tesla no dudó en entrar pero los europeos se encontraron con una importante disyuntiva: si entraban en la guerra de precios perdían su aura de coche aspiracional y si no lo hacían estaban perdiendo ventas importantísimas para sus cuentas de resultados.
Todo ello ayuda a entender el enorme crecimiento antes descrito pero también empieza a darse una situación de la que alertaban en Bloomberg meses atrás: se está poniendo en duda el futuro de algunos fabricantes. Mientras que algunas compañías estaban reduciendo su margen de beneficios, otras ya vendían a pérdidas, según Reuters, lo que complicaba seriamente su viabilidad comercial.
Y cerrado un nuevo trimestre, estas dudas comienzan a aflorar en bolsa. BYD, por ejemplo, está experimentando esto en sus propias carnes. El gigante chino ya ha conseguido producir más de cinco millones de vehículos "de nueva energía" (como se llaman a los eléctricos e híbridos enchufables en China) y acumular un millón de coches producidos en apenas nueve meses cuando para alcanzar el primer millón tardaron trece años.
Todo ello le ha permitido superar a Tesla como el mayor fabricante de coches eléctricos del mundo y cumplir con la promesa de entregar tres millones de coches en 2023. Pero, también, le ha obligado a rebajar los precios de sus coches, comerse parte de su margen de beneficios y recibir un golpe de los analistas, que han recalculado a la baja las expectativas sobre sus ganancias, que se estimaban en 31.500 millones de yuanes chinos y para pasar a una horquilla de entre 29.000 y 30.000 millones de yuanes (unos 4.000 millones de dólares).
Estos ajustes no han sido bien recibidos por los inversores, sufriendo la compañía una caída en sus acciones a sus niveles más bajos desde 2022. Sólo en 2024, BYD ha perdido más de un 10% de valor en sus acciones. En un año, el valor ha caído más de un 40%.
La ventaja que tiene BYD es que su músculo es enorme, ya que su negocio va mucho más allá de la automoción y parte de su éxito es su integración vertical en los componentes que le permite ahorrar costes productivos. Otros, sin embargo, tendrán que lidiar con mayor tacto con el respaldo de los inversores.
Los primeros pasos de NIO en Europa están pisando terreno poco firme y, aunque la compañía también quiere traer firmas más asequibles a mercados como el español, lo cierto es que en 2023 ha perdido más de un 20% de su valor y desde su máximos de 2023 ha perdido más de un 60%. La firma no atraviesa por su mejor momento económico pero tampoco es el primero al que se enfrenta.
XPeng, que también pretende pelear en el segmento premium y que también era señalada por Reuters por vender a pérdidas, también está pisando sobre arenas movedizas. Respecto a la evaluación que se hizo de la firma en 2020, la compañía ha perdido más de un 60% de su valor, una caída que se ha acentuado en el mes de enero, cuando sus acciones han sufrido una caída de casi un 40%.
A todo lo anterior hay que sumar que las expectativas de crecimiento del coche eléctrico dentro y fuera de china empiezan a enfriarse. Los analistas consideran que es una tecnología que seguirá creciendo y aumentando sus ventas pero que será difícil ver aumentos en el volumen total al ritmo que hemos ido viendo en los dos últimos años.
Incluso desde dentro de China se empieza a allanar el camino a unos números más discretos que los de los últimos años. Cui Dongshu, secretario general de la Asociación de Coches de Pasajeros (PCA) de China, advirtió hace unos días que las enormes ventas del año pasado se deben enmarcar dentro de la guerra de precios y que estas entregas "tuvieron un coste enorme para la rentabilidad de los fabricantes de automóviles. La presión (sobre ellos) sigue siendo relativamente fuerte".
Queda por ver cómo responderán los inversores ante este nuevo panorama a lo largo de este año.
Foto | BYD
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