Algo está cambiando en la industria del automóvil cuando el último Dodge Charger de la brutal serie SRT es un eléctrico con tubos de escape artificiales. El fin de una era de enormes motores V8, consumos disparados y rugidos broncos. Los gigantes de la industria del deportivo americano han sucumbido al eléctrico, y ya no hay marcha atrás.
Mientras en Europa coqueteábamos en los 70 con modelos como el Renault 5 (el cual tendrá pronto variante eléctrica) y el Ford Fiesta, en Estados Unidos montaban bloques de ocho cilindros en todo deportivo que se pusiera por delante. Gasolina barata, un público con ganas de potencia y varias odas hacia el exceso hicieron que modelos como el Ford Mustang, el Dodge Charger o el Chevrolet Camaro cobraran vida.
Nadie se resiste a la electrificación, ni siquiera los muscle car
Es irónico ahora que, mientras en Europa apuntamos a 2035 como el fin de los coches diésel y gasolina, en Estados Unidos estén adelantando esta fecha a apenas dos o tres años vista. Ford, Dodge y Chevrolet, fabricantes que aún mantenían vivos sus Muscle Car (los cuales se pueden comprar en España sin demasiado problema) parecen haberse puesto de acuerdo: sus deportivos deben ser eléctricos.
Por parte de Ford, la idea es abrir la familia Mustang a modelos más generalistas, como el Match-E eléctrico. Un Mustang SUV, quién iba a pensarlo hace 50 años. Siempre quedarán conceptos como el Match-E de 1.400 caballos pero, por el momento, la ambición queda más diluida.
Gigantes como Chevrolet, padre del Corvette y el Camaro, indican que la familia Camaro desaparecerá en 2025, a favor de una berlina eléctrica. El Camaro a combustión no ha logrado vender tanto como el Mustang y el Challenger, y el giro hacia la electrificación es la salida más viable en estas circunstancias.
El caso Dodge ha sido el más sonado. Tanto el Charger como el Challenger actual cuentan con un V8 de 797 CV, dos auténticas bestias con un sonido que han querido replicar de forma artificial. El nuevo modelo eléctrico no solo simula el sonido de un V8 Hellcat para que no olvidemos su esencia de Muscle Car, sino que también cuenta con "una caja de cambios manual".
Este sistema, denominado 'eRupt', jugará con las retenciones y sonidos del motor para simular la sensación de un cambio manual. En definitiva, un despliegue de tecnologías para que el comprador de esta bestia eléctrica tenga un déjà vu de la combustión.
Tras el caso Dodge, sumado a las propuestas de Ford y Chevrolet, el Muscle Car americano dice adiós a toda una era de motores enormes a combustión. El futuro es eléctrico, y ni siquiera los deportivos con más historia en su haber pueden evitarlo.
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