Tesla quiere que sus coches aprendan de millones de sus vehículos en las calles
Los rivales caminan en dirección opuesta, vistiendo sus coches de sensores y radares
Hay muchas imágenes que definen La naranja mecánica de Stanley Kubrick. Una de ellas es, sin duda, la tortura que se le aplica a Alex. El protagonista, con los párpados atrapados, visualiza sin descanso imágenes de "ultraviolencia". El resultado es automático, cuando tiene que enfrentarse a una nueva situación violenta, todas esas imágenes le incapacitan para actuar.
Algo similar es a lo que aspira Elon Musk con sus coches eléctricos. Con diferente resultado, imaginamos. El CEO de Tesla se ha empeñado en dedicar todos sus recursos en sacar adelante una conducción autónoma sobre la que existen muchas dudas. La promesa es fabricar sus robotaxis en 2026 y entregar, por fin, este servicio de manera completa a sus clientes.
Para conseguirlo, afirma, los coches podrán actuar de manera completamente autónoma sin la ayuda de sensores o radares. Musk confía en la inteligencia artificial para que sus vehículos sean capaces de interpretar cómo deben comportarse en cada situación, tomando al ser humano como referencia.
"Es como vivir millones de vidas simultáneamente y ver situaciones muy inusuales que una persona en toda su vida no vería", adelantó Elon Musk en la presentación de su robotaxi hace unas semanas.
Aprendiendo del humano
En 2022, Tesla tomó una decisión arriesgada: eliminar todos los sensores y radares de los coches. Aseguraban, entonces, que con el funcionamiento de las cámaras y lo registrado en las mismas el software sería capaz de darle la respuesta correcta de cómo actuar al vehículo.
La decisión, además, conllevaba otra evidencia: un ahorro de costes. Desde hace años se considera que los radares LiDAR son los que más garantías ofrecen cuando hablamos de conducción autónoma.
El mayor problema para los fabricantes es que los sensores LiDAR son muy caros. Prescindir de ellos y entregar sus funciones a otro tipo de sensores y radares ya abarata mucho los costes durante la producción y, por tanto, del producto final. Omitir el uso de todo lo anterior multiplica ese ahorro.
Sin embargo, algunos estudios demuestran que hay claras diferencias entre los coches que montan y los que no utilizan sensores o radares en sus sistemas de conducción autónoma o de ayuda al conductor. En situaciones de emergencia, especialmente por la noche, estudios como el del IIHS (Insurance Institute for Highway Safety, por sus siglas en inglés) tienen claro que la combinación más completa es el uso de cámaras y radares.
Estas conclusiones las reafirmaron en un informe de The Wall Street Journal. Según sus datos, los vehículos de Tesla podían chocar contra "objetos claramente visibles". Entonces, el diario especificaba que si el coche se encontraba con una situación desconocida para el mismo, el vehículo no sabía cómo actuar porque no contaba con la red de seguridad aportada por esos sistemas auxiliares como deben ser los radares y los sensores.
Todo ello es lo que quiere solucionar Elon Musk entrenando un modelo de inteligencia artificial que presente combinaciones en un número que para un humano sería infinito. Según el CEO de Tesla, se presentan al ordenador todas las imágenes grabadas por los vehículos y, con las propias reacciones de los conductores, el vehículo será capaz de tomar la decisión correcta.
Se trata de darle al coche la capacidad de adelantar el resultado que tendrá la acción tomada cogiendo de ejemplo el caso más parecido posible. Es decir, que Como Alex en La naranja mecánica, el coche "recuerde" todas las imágenes mostradas pero que en este caso sepa actuar y no quede paralizado como sí le sucedía a Malcolm McDowell en la película de Kubrick.
En The Wall Street Journal, sin embargo, ponen en duda el éxito de esta estrategia y recuerdan que Musk se ha caracterizado por promesas incumplidas año tras año. El medio no es el único que ha expresado sus dudas sobre el futuro de la compañía y su campaña en la conducción autónoma total, también los accionistas se han mostrado muy dudosos de que todo esto pueda llevarse a cabo, como también ha recogido Reuters.
Al tiempo que algunos analistas lanzan mensajes extremadamente positivos sobre el futuro de la compañía, la industria parece caminar en la dirección contraria a la de Elon Musk y Tesla.
Tasha Keeney, directora de análisis de inversiones de ARK, apuesta por una explosión económica a raíz de la conducción autónoma de la compañía. Recogen en The Wall Street Journal que en uno de sus análisis cuantifica el servicio de robotaxis en un 90% del valor de la compañía y el 60% de los ingresos para 2029. Para entonces, la empresa, dice Keeney, tendrá un valor de 800.000 millones de dólares, diez veces por encima del valor actual.
No todos se muestran tan optimistas. El medio estadounidense recoge la opinión de Timothy B. Lee, un científico informático que escribe la newsletter Understanding AI. En ella explica que Waymo o Cruise, quienes operan actualmente con coches autónomos en San Francisco, han creado sus sistemas poniendo a humanos al volante de los coches e interviniendo cuando el vehículo detecta un error. Todas estos errores son enviados a un grupo de ingenieros que utilizan los datos para construir el nuevo software y arreglar posibles errores.
El sistema es más engorroso y caro pero Lee asegura que es mucho más fiable. Lo que pretende Elon Musk es utilizar los datos de los millones de coches que tiene circulando con Autopilot o Full Self Driving (FSD, por sus siglas en inglés) en la calle. Estos son los dos sistemas de conducción autónoma (el segundo es el más avanzado y capaz) y siguen requiriendo de la atención humana, algo que ha esgrimido la compañía en diversos juicios y recuerda en su web aunque su nombre dé a entender lo contrario.
Esto mismo es lo que también asegura Andrej Karpathy, cofundador de OpenAI y responsable de inteligencia artificial en Tesla entre 2017 y 2022. Según su opinión, el software de la compañía le permite recrear unos mapas del entorno muy similares a como lo hace Waymo con una inversión menor que la compañía de Google.
Son dos caminos completamente diferentes que deberían terminar en un mismo lugar: la conducción autónoma total. Sin embargo, los precedentes dicen que la tecnología le ha costado a diversas empresas miles de millones de dólares y que, de momento, su negocio sigue estando muy acotado.
Las promesas de Musk van incluso mucho más allá. Según el CEO de Tesla, este software de conducción completamente autónoma debería llegar a la inmensa mayoría de automóviles que hay en el mercado con una actualización sencilla de los mismos. El sistema debería poder utilizarse en los vehículos montados sobre HW3, la última plataforma que había puesto en la calle. Sin embargo, el propio Musk ya ha empezado a trasladar sus dudas sobre si podrá cumplir con ello o serán sólo los coches con HW4 los que soporten esta inteligencia artificial necesaria para la conducción autónoma total.
Todo indica que Tesla quiere saltarse plazos y etapas aprovechando los vídeos grabados por los millones de coches que tiene en la calle. El gran reto es crear una inteligencia artificial que sea capaz de discriminar el comportamiento correcto en cada caso y, posteriormente, hacerlo accesible para el hardware que monte un vehículo en la calle.
Si lo consigue podrá prescindir de elementos muy costosos que encarecen el producto final. Pero los antecedentes no son demasiado optimistas.
Foto | Bram Van Oost
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