Volkswagen alega que el coche no puede ser vendido fuera de China, para donde ha sido diseñado
El dueño del concesionario se defiende asegurando que cuenta con todas las homologaciones en regla
Se llama Gregory Brudny, es ruso y se dedica a la venta de coches y yates de segunda mano. Tiene oficinas repartidas por Berlín, San Petersburgo, Milán y Montecarlo. Asegura llevar desde 1993 en este negocio dentro de Alemania. Ahora, Volkswagen le reclama destruir 22 coches.
Esta es la historia que nos trae Business Insider desde Alemania. El medio ha tenido contacto con Brudny, quien ha sido denunciado por Volkswagen por intentar vender en suelo alemán el Volkswagen ID.6, un SUV eléctrico destinado originalmente al mercado chino, a través de Internet.
Ahora, la policía judicial ha requisado esos 22 coches.
Brudny quiere vender sus 22 coches.
Volkswagen quiere destruir sus 22 coches.
Acaben con esos coches
Según cuenta Brudny a Business Insider, no entiende por qué Volkswagen está tan interesada en acabar con las más de dos decenas de coches que guarda en sus almacenes. Asegura que, para llevar a cabo la compra, ha cumplido con todas sus obligaciones legales y que no hay ningún problema a la hora de sacar adelante la venta.
No lo ve con los mismos ojos Volkswagen, que ha denunciado al Tribunal Regional de Hamburgo las intenciones del vendedor ruso, consiguiendo que la posible venta de los vehículos se suspenda y, además, pese sobre ellos la amenaza de ser destruidos. La única buena noticia para Brudny es que, de momento, esto último no es definitivo.
El problema, señalan desde Volkswagen, es que el vehículo se ha producido para el mercado chino, con las especificaciones y exigencias que el mercado y los entes públicos reclaman para homologar sus coches eléctricos. Brudny se defiende y asegura que sus Volkswagen ID.6 cumplen con todas las normas previstas para la importación desde China y que los vehículos han sido adaptados con componentes de la propia Volkswagen para poder ser vendidos en suelo alemán.
Y esto último parece ser cierto. Brudny ha mostrado a los medios de comunicación los documentos que avalan esta parte de la historia. Según éstos, los vehículos habrían recibido el visto bueno de la Autoridad Federal de Transporte Automotor y cuentan con el certificado TÜV, el equivalente a la ITV alemana, en señal de que los vehículos cuentan con todos los papeles en regla.
Por ejemplo, los vehículos chinos de Volkswagen no cuentan con la llamada de emergencia que sí es obligatoria para vender en Europa, además de diversas peculiaridades en su software y sistemas de infoentretenimiento que impedirían la venta de estos automóviles fuera de China.
Volkswagen tiene claro cuál debe ser el destino de estos 22 automóviles: su destrucción inmediata. A pesar de que Brudny dice haber comprado sus automóviles a FAW Group, que mantiene un acuerdo con Volkswagen para la producción y venta del Volkswagen ID.6, los germanos aseguran que esto no es posible, pues el conglomerado chino sólo tiene permiso para vender sus automóviles dentro de China.
La compañía defiende su postura basándose en el Reglamento de Marcas de la Unión Europea y en la ley de marcas alemana para impedir que el vendedor online comerciara con cualquier producto con el logotipo de VW y el vehículo ID.6. Esta defensa ha conseguido la medida cautelar a la venta, la cual tiene tres años máximos de duración y que deja a estos coches en el limbo, con la posibilidad de ser destruidos.
Lo que realmente quiere Volkswagen con esta decisión es impedir que este o cualquier otro compraventa de vehículos ponga en circulación automóviles de la marca en un mercado para el que no ha sido pensado inicialmente. Brudny recalca que lo que le molesta a la marca es que los concesionarios puedan vender un producto que ni ellos mismos tienen a la venta en el país y, además, hacer dinero con los mismos.
En juego están miles de euros pues, según el comerciante, mantener almacenados las 22 unidades del Volkswagen ID.6 le cuesta 8.000 euros mensuales y la destrucción de los vehículos puede elevar su factura en otros 15.000 euros por automóvil, a los que hay que sumar la pérdida de dinero por la inversión realizada. "La empresa quiere llevarnos a la quiebra para disuadirnos", se justifican desde la empresa de Brudny, en palabras recogidas por Business Insider.
Lo que es evidente es que Volkswagen quiere es controlar por todos los medios la distribución de sus vehículos. Hay que tener en cuenta que los coches que se venden en otros mercados pueden estar pensados con unas características, calidades o decisiones de diseño que son específicas para ese lugar. Vender ese mismo producto en un mercado diferente no sólo es un ataque a la marca, también puede ser un daño reputacional para su imagen.
A esto hay que sumar que los acuerdos comerciales entre compañías y grupos automovilísticos pueden garantizar que modelos concretos no serán puestos a la venta en otros mercados o que será una de las dos partes, exclusivamente, la que se encargue de su distribución y venta. De hecho, según Business Insider, en los contratos con los concesionarios, Volkswagen advierte a los mismos que tienen prohibido hacerse con unidades de este modelo y venderlo en suelo europeo.
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Foto | Volkswagen
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